Si hace dos días, comenté una noticia alegre, hoy es triste.
Casi dos semanas después del suceso, nos enteramos en la presente, de un grave accidente laboral ocurrido en las periferias de Gandia (Valencia), en el polígono industrial El Real de Gandia. El 28 de mayo, un trabajador inmigrante pierde uno de sus brazos en la amasadora de harina de la empresa del sector de la alimentación: Hornos Rovira de la Safor S.L.. A eso de la una de la madrugada, se cae un plástico en el interior de la máquina, al cogerlo se le quedó enganchado el brazo izquierdo. Cuando pudo parar la máquina, que pudo tragarlo entero, ya había perdido la extremidad. Uno de sus jefes, que llegó quince minutos tarde, dice «¡mierda!» y lo traslada a las cercanias del hospital San Francisco de Borja, Gandia, y lo abandona a unos cincuenta o más metros de distancia, diciéndole «Baja. Si te preguntan algo tú di solo que has sufrido un accidente y nada más». Después se largó. Un viandante fue el que le ayudó a llegar a Urgencias.
Al llegar el jefe a la fábrica, ordena limpiar la máquina y arroja el brazo al contenedor de residuos, para él es solamente basura: «era necesario seguir trabajando». El hospital denunció el caso, y la fiscalía ordenó el cierre de la nave y la detención de los jefes por omisión de socorro y vulneración de todos los derechos de los trabajadores.
Los propietarios —«Los Veneno», el padre y los dos hijos, muy conocidos en la comarca— además de esta panificadora, tienen otro horno cerca del Ayuntamiento de la localidad y varias tiendas, tenían sobreexplotados a la víctima (Edgar Franns Rilles Melgar, de Bolivia) y a sus compañeros bajo penosas condiciones laborales: sin contrato alguno ni vacaciones; cobrando unos veintitres euros al día (menos de 700 euros al mes) y trabajando más de doce horas diarias (entre medianoche y mediodía) de lunes a sábado, aunque hace dos años cobraban 900 se los rebajaron; con una maquinaria defectuosa, sin dispositivos de protección ni seguridad, alguna para rendir más rápido y mejor. ¡Unos auténticos «caciques» canallas! Y los muy hipócritas, se escudaban en que el trabajador iba borracho, cuando los análisis médicos demostraban todo lo contrario.
Y ahora, los sindicatos se personan en la denuncia y, a su vez, interviene Inspección de Trabajo... «¡A buenas horas, mangas verdes!»
3 comentarios:
Sea imnmigrante o no, legal o ilegal, un trabajador es un trabajador y con todos sus derechos. El hecho de la existencia de patronos sin escrúpulos, que buscan las ganancias con el esfuerzo ajeno y como sea, es impresentable. Y muchos de ellos son de la pequeña empresa...
En una entrevista hecha a Juan Goytisolo en la Revista IO (de Intermon-Oxfam) de este mes, Laura Hurtado le comenta:
«En los años 60, miles de españoles emigraron a Alemania o Francia en busca de una vida mejor. Parece que nos hemos olvidado de ese pasado…»
Y el escritor responde:
«El problema es que el paso de ser un país de emigrantes a uno que acoge a inmigrantes ha sido tan rápido que los españoles no han tenido tiempo de asimilarlo. Aquí todavía hay la necesidad de olvidar el pasado. A veces, incluso, de vengarse del pasado. Cuando yo era joven, en la provincia de Almería había una miseria mayor que la que hay ahora en el Magreb: lepra, sarcoma, todo eso existía. Había una diferencia de renta per cápita entre Almería y Vizcaya o Barcelona de 1 a 10. Cuando visité El Egido, en 1998, donde me declararon persona non grata por criticar la situación de explotación de la población magrebí, una monja que trabajaba con inmigrantes me comentaba que los grandes patronos todavía firmaban con el dedo. Han evolucionado de la pobreza a la riqueza, pero siguen siendo analfabetos.»
Me llama mucho la atención Goytisolo cuando dice:
«[...]Cuando visité El Egido, en 1998, donde me declararon persona non grata por criticar la situación de explotación de la población magrebí, una monja que trabajaba con inmigrantes me comentaba que los grandes patronos todavía firmaban con el dedo[...]»
Hay un refrán que dice «nunca sirvas a quien sirvió».
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