viernes, 11 de enero de 2013

Las mentiras de la guerra de Yugoslavia

Cuando buena parte de la izquierda (y también cierta parte del Movimiento Libertario) de estas latitudes defendía a los integristas musulmanes bosnios y a los mafiosos del Ejército de Liberación de Kosovo muy oportunamente disfrazados de luchadores por la libertad por obra y gracia de nuestros mass media, Amor y Rabia ya denunció esta situación con dos números de nuestra publicación periódica... Nos llovieron los insultos y las difamaciones tendentes a que practicáramos la autocensura... Pero no nos callamos y al final el tiempo nos dio la razón. Por suerte no estábamos del todo solos: el periodista Michel Collon sacó un par de documentadísimos libros sobre el tema que también molestaron a la pseudoizquierda imbuida de mentiras mediáticas. Algunos miembros de Amor y Rabia pudimos hablar con él en la presentación de uno de esos libros y darle un ejemplar de uno de los números de nuestra revista (el nº 59, El sistema de los media) inspirado por su obra ¡Ojo con los media! Eso fue meses antes de que le detectaran un cáncer renal por haber estado en Kosovo en contacto con los residuos radiactivos dejados por las bombas «humanitarias» de la OTAN.





Por MICHEL COLLON

¿Empezó la guerra en 1991 con las secesiones eslovena y croata?

NO. En 1979, el BND (la CIA alemana) envía a Zagreb un equipo de agentes secretos. Misión: apoyar a Franjo Tudjman, racista que propaga activamente el odio étnico y predica la fragmentación de Yugoslavia. Alemania apoya y financia a este Le Pen croata y le enviará armas «antes» de la guerra. ¿Con qué objetivo? Berlín nunca ha admitido la existencia del Estado unitario yugoslavo que se le había resistido valientemente durante las dos guerras mundiales. Al volver a resquebrajar Yugoslavia en miniestados fáciles de someter, Alemania pretende controlar los Balcanes. Una zona económica para anexionarse, implantar allí sus empresas, exportar sus productos y dominar el mercado. Una ruta estratégica hacia Oriente Medio, el Caúcaso, el petróleo y el gas. En 1992, el ministro bávaro del Interior declara: «Helmut Kohl ha conseguido lo que no obtuvieron ni el emperador Guillermo ni Hitler».

¿Voluntad alemana? ¿Provocó Alemania deliberadamente la guerra civil?

SÍ. Al inicio de la cumbre de Maastricht, en 1991, el canciller alemán Kohl es el único que quiere fragmentar Yugoslavia y reconocer precipitadamente las «independencias» de Eslovenia y Croacia, despreciando el derecho internacional y la Constitución yugoslava, pero el ascenso de la potencia alemana impondrá a todos sus socios esta locura. París y Londres se alinean con esta postura. Según el londinense The Observer: «El primer ministro británico Major pagó un precio muy alto apoyando la política yugoslava de Alemania que, según todos los observadores, precipitó la guerra.» En efecto, todos los expertos habían advertido que semejante «reconocimiento» provocaría una guerra civil. ¿Por qué?

1) En casi todas las repúblicas de Yugoslavia se mezclaban diversas nacionalidades. Dividir los territorios era tan absurdo como dividir París o Londres en barrios étnicamente puros.

2) Favoreciendo al neofascista croata Tudjman y al nacionalista musulmán Izetbegovic (colaborador de Hitler en su juventud), era evidente que se provocaría el pánico entre la importante minoría serbia que desde hace siglos vivía en Croacia y en Bosnia. Cada familia serbia había perdido al menos a un miembro en el terrible genocidio cometido por los fascistas croatas y musulmanes, agentes de Alemania, entre 1941 y 1945. Únicamente la Yugoslavia de Tito había podido devolver la paz, la igualdad, la coexistencia. Pero Berlín, y después Washington, querían quebrar a toda costa a este país «demasiado a la izquierda».

¿EEUU pasivo? ¿Permaneció Estados Unidos «pasivo y desinteresado» en esta guerra? 

NO. Lord Owen, enviado especial de la Unión Europea en Bosnia, por tanto observador privilegiado, escribió en sus Memorias: «Respeto mucho a Estados Unidos. Pero, durante estos últimos años (1992-95), la diplomacia de este país es culpable de haber prolongado inútilmente la guerra en Bosnia.» ¿Cuál es su objetivo? Como los alemanes estaban ocupados en tomar el control de Eslovenia, de Croacia y pronto de Bosnia, entonces Washington presionó a Izetbegovic, el dirigente nacionalista musulmán de Sarajevo: «No firméis ningún acuerdo de paz propuesto por los europeos. Haremos que ganéis la guerra sobre el terreno». De esta manera, Washington prolongó durante dos años los terribles sufrimientos inflingidos a toda la población de Bosnia. 

¿Cuáles eran los motivos?

1) Despojar a Berlín de sus posiciones adquiridas en la región estratégica de los Balcanes.

2) Dividir y debilitar a la Unión Europea.

3) Instaurar a la OTAN como gendarme del continente europeo.

4) Quitar a Rusia cualquier acceso al Mediterráneo.

5) Imponer su liderazgo político y militar para las demás guerras en preparación. Porque al mismo tiempo, la guerra contra Yugoslavia también era una guerra larvada contra Europa. Tras la caída del Muro, los estrategas de Estados Unidos querían impedir a cualquier precio que emergiera una superpotencia europea. Por eso se ha hecho lo imposible para debilitarla política y militarmente.

¿Participaron el Banco Mundial y el FMI en la fragmentación del país?

SÍ. En diciembre de 1989, el FMI impone unas condiciones draconianas a Yugoslavia, cuyo primer ministro liberal, Markovic, mendigó la ayuda a George Bush padre. El objetivo de «la ayuda» será en realidad desestabilizar y hacer quebrar a las grandes empresas estatales. El Banco Mundial desmantela el sistema bancario, despide a 525.000 trabajadores en un año y, después, reclama la supresión de dos de cada tres empleos. El nivel de vida desciende dramáticamente. Estos diktats y el aumento de huelgas solidarias en todas las repúblicas exacerban las contradicciones entre los dirigentes de las distintas repúblicas a las que Belgrado ya no puede enviar fondos. Para salir de esta situación, estos dirigentes recurrieron a la táctica de la división y de alentar el odio nacionalista. Esta guerra se alentó desde exterior. Como muchas otras. La guerra contra Yugoslavia fue una guerra de globalización. Todas las grandes potencias occidentales trataban de liquidar el sistema económico demasiado de izquierda de Yugoslavia: un sector público fuerte, importantes derechos sociales, relativa resistencia a las multinacionales... El 4 de agosto de 1996, el Washington Post exponía la verdadera razón de las distintas guerras contra Yugoslavia en este reproche (¿esta amenaza?): «Milosevic no ha logrado comprender el mensaje político de la caída del Muro de Berlín. Otros políticos comunistas han aceptado el modelo occidental, pero Milosevic ha ido en la otra dirección.»

¿Presentaron los media una imagen engañosa de Tudjman y Izetbegovic, «nuestros amigos»?

SÍ. Los dirigentes hipernacionalistas croatas y musulmanes fueron presentados como auténticas víctimas, como grandes demócratas antirracistas. Y, sin embargo, tanto su pasado como su presente hubieran debido ponernos en guardia: Al tomar el poder, Franjo Tudjman declaró: «Estoy contento de que mi mujer no sea ni judía ni serbia.» Se apresuró a cambiar los nombres de las calles que llevaban el nombre de luchadores antifascistas, restableció la moneda y la bandera del régimen fascista genocida y modificó la Constitución para comenzar la expulsión de los serbios. En 1990, Izetbegovic hizo campaña electoral volviendo a publicar su Declaración islámica: «No existe paz ni coexistencia entre la religión islámica y las instituciones sociales y políticas no islámicas.» Instauró un régimen corrupto y mafioso, basado fundamentalmente en un lucrativo mercado negro y en el desvío de la ayuda internacional. Con la bendición de Washington invitó a los mercenarios islamistas, especialmente a Al-Qaeda. Una vez empezada la guerra, se cometieron crímenes terribles en los tres campos, pero al ocultar estos antecedentes se lograba que la situación fuera incomprensible.

¿Ocultaron los media los datos esenciales de la historia y de la geografía de Bosnia?

SÍ. Nos han hecho creer que los serbios eran los agresores invadiendo «Bosnia desde el exterior». En realidad, en Bosnia habitaban desde siglos atrás tres grupos nacionales: musulmanes (43 %), serbios (31 %), y croatas (17 %). Sin olvidar un 7 % de «yugoslavos» nacidos de matrimonios mixtos o aquellos que prefirieron dejan atrás la miseria. Repartir Bosnia entre los grupos nacionales, como la Unión Europea seguía imponiendo, era absurdo y peligroso, puesto que las distintas poblaciones estaban completamente mezcladas: los musulmanes vivían sobre todo en las ciudades, mientras que serbios y croatas eran fundamentalmente campesinos y estaban dispersos por todas las regiones. No se podía dividir Bosnia sin una guerra civil. De hecho, la población serbia de Bosnia no luchaba por invadir los territorios «de los otros», sino por conservar sus tierras o por establecer corredores de comunicación entre ellas. Una situación absurda y sangrante con todos los desórdenes de una guerra civil, pero esta guerra civil fue provocada por las grandes potencias.

¿Era correcto el esquema «serbios agresores, croatas y musulmanes víctimas»?

NO. El general belga Briquemont, al frente de las fuerzas de la ONU en Bosnia hasta enero del 94, estaba en una posición privilegiada para declarar: «La desinformación es total (...) La televisión necesita un chivo expiatorio. De momento hay unanimidad total para condenar a los serbios y esto no facilita la búsqueda de una solución. No creo que se pueda considerar el problema de la ex Yugoslavia y de Bosnia-Herzegovina únicamente desde el ángulo antiserbio. Es mucho más complicado que todo eso. Un día, en plena guerra croato-musulmana, habíamos informado sobre las masacres cometidas por el ejército croata. Un periodista estadounidense me dijo: «Si usted ofrece este tipo de información, los telespectadores estadounidenses no entenderán nada.» No se trata de negar los crímenes cometidos por las fuerzas serbias. La ideología de los textos del dirigente serbio-bosnio Karadzic es de extrema derecha. Pero en realidad desde la división de Yugoslavia, en todos los bandos algunas fuerzas políticas y mafiosas han utilizado métodos de guerra para apropiarse de territorios y riquezas. En los tres campos —croata, musulmán y serbio—, las milicias han cometido crímenes tremendos, en detrimento de todas las poblaciones. Así, en agosto del 94, el dirigente de Sarajevo, Izetbegovic, atacó la región... musulmana de Bihac dirigida por Fikret Abdic, quien se estaba distanciando de él y deseba vivir en buena armonía con sus vecinos serbios y croatas. Izetbegovic fue ayudado en esta ofensiva por seis generales de EEUU. Silenciar los crímenes de «nuestros amigos», pero demonizar a todo aquel que se nos opone es un clásico de la propaganda de guerra. Numerosas mentiras mediáticas han sido claramente fabricadas por una agencia estadounidense de «relaciones públicas», Ruder Finn, compañera de la conocida Hill and Knowlton, que inventó las mentiras mediáticas de las incubadoras «robadas» por los iraquíes.

¿Puso en marcha Serbia un programa de limpieza étnica? 

NO. Si se cree que la limpieza étnica era verdaderamente el programa del «dictador» Milosevic, hay que admitir que su eficacia ha sido lamentable, puesto que, a lo largo de todos estos años y hasta hoy, uno de cada cinco habitantes de Serbia ni era ni es serbio. En Belgrado siguen viviendo, y sin problemas, numerosas minorías: musulmanes, gitanos, albaneses, macedonios, turcos, húngaros, goranes... En realidad, contrariamente a la imagen que ha dado la prensa, Serbia es hoy el único estado de la ex Yugoslavia, junto con Macedonia, que sigue siendo «multinacional». Por el contrario, todos los estados protegidos por la OTAN —Croacia, Bosnia y Kosovo— han practicado una limpieza étnica prácticamente total. Milosevic desaprobaba los excesos cometidos por las milicias serbias en Bosnia. Su mujer realizó muchas declaraciones virulentas contra ellos. Serbia incluso aplicó un embargo contra Karadzic. Claro es que una parte de la opinión pública serbia se ha inclinado hacia en el nacionalismo racista. Pero es precisamente responsabilidad de Alemania y de las grandes potencias el haber sumergido al país en la guerra civil y por consiguiente en el odio.

¿Informaron correctamente los media sobre Srebrenica?

NO. Primera cuestión. Incluso si se trata de condenar los crímenes abominables, no se sirve a la verdad histórica —imprescindible para la reconciliación— con procedimientos propagandísticos como el uso indiscriminado del término «genocidio», la ocultación del hecho de que una parte de las víctimas murieron en los combates, o la exageración sistemática de las cifras. Las investigaciones han revelado que numerosas «víctimas» fueron encontradas algunos meses más tarde votando en las elecciones siguientes o incluso tomando parte en otros combates con el ejército de Izetbegovic. Esto ha permanecido oculto. No vamos a entrar aquí en esta polémica sobre las cifras, que sólo historiadores rigurosos podrán aclarar definitivamente.

Segunda cuestión. ¿Por qué los medias han ocultado acontecimientos esenciales para poder entender el drama? Al principio, esta región estuvo habitada por musulmanes. Y serbios. Estos últimos habían sido expulsados en 1993 en una limpieza étnica cometida por las tropas nacionalistas musulmanas de Izetbegovic. El general francés Morillon, que dirigía las fuerzas de la ONU en el lugar, acusa: «Durante la Nochebuena ortodoxa, noche sagrada de enero de 1993, Nasser Oric lanzó una incursión sobre los pueblos serbios... Se cortaron cabezas, hubo masacres abominables cometidas por las fuerzas de Nasser Oric en todos los pueblos de la vecindad» (Documentos de información de la Asamblea Nacional, Srebrenica, t. 2, pp. 140-154). El deseo de venganza no justifica los crímenes cometidos después. 

Pero, ¿por qué ocultar sistemáticamente los crímenes de «nuestros amigos»? Tercera cuestión. Como otros «enclaves» llamados desmilitarizados, en realidad Srebrenica era una zona en la que las fuerzas de Izetbegovic se estaban reagrupando, y la ONU les protegió de una derrota total. Sorprendente: las tropas de Oric se retiraron de Srebrenica justo una semana antes de la masacre. El general francés Germanos manifiesta: «Oric ha declarado profusamente que le hicieron abandonar Srebrenica, ya que querían que cayera la ciudad. El "querían" era Izetbegovic.» Y, ¿por qué? Sería interesante retomar un curioso informe de la ONU, redactado un año y medio antes por Kofi Annan: «Izetbegovic sabía que era posible una intervención de la OTAN en Bosnia-Herzegovina. Pero ésta no tendría lugar salvo que los serbios se introdujeran a la fuerza en Srebrenica y masacraran al menos a 5.000 personas (sic).» ¡Una masacre anunciada año y medio antes! (Informe de la ONU, 28-29 de noviembre). El general Morillon nos muestra también que «Fueron las autoridades de Izetbegovic las que se opusieron a que se evacuara a quienes lo pedían, y eran muchos.» Su conclusión: «Mladic cayó en una trampa en Srebrenica.»

¿Las primeras víctimas de la guerra fueron asesinadas por los serbios?

NO. El 28 de junio de 1991, la policía eslovena ejecutó (al menos) a dos soldados desarmados del Ejército Nacional Yugoslavo que acababan de rendirse en el puesto fronterizo (con Austria) de Holmec. Esto fue reconocido por el periódico Slovenske Novice. Igualmente «se estableció desde el principio» que tres soldados de este mismo ejército yugoslavo fueron ejecutados en un puesto fronterizo con Italia después de haberse rendido (hechos y testimonios comunicados al Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya).

¿Era falso el célebre anuncio de los «campos de concentración»?

SÍ. Fabricado por Bernard Kouchner y Médicos del Mundo, este anuncio mostraba a los «prisioneros» detenidos, parecía, tras una alambrada de espino. Uno de ellos tenía las costillas terriblemente demacradas. Kouchner había pegado sobre la foto una torre de observación de Auschwitz y la acusación «exterminios masivos». Para recalcar el mensaje: «Serbios nazis». Además volvía a sacar una campaña de demonización lanzada por la agencia estadounidense de «relaciones públicas» Ruder Finn. Pero todo era falso en esta imagen, sacada de un reportaje de la TV británica ITN. La trampa es evidente cuando se ven las imágenes rodadas en el mismo instante por un equipo de TV local. En realidad, la cámara británica se colocó deliberadamente detrás de los dos únicos alambres de espinos que sujetaban un viejo cercado agrícola que aún se sostenía en pie. Y los «prisioneros» estaban en el «lado adecuado» de los alambres de espino. Libres, puesto que ellos mismos eran refugiados en ese campo para escapar de la guerra y de las milicias que los alistaba a la fuerza. En las imágenes completas, el único prisionero que hablaba inglés declaraba, además, por tres veces a la periodista de la ITN que estaban bien tratados y «a salvo». Al hombre demacrado de las costillas salientes (gravemente enfermo) le habían destinado a un primer plano puesto que todos sus compañeros gozaban de buena salud. El montaje de Kouchner era una burda mentira. Es cierto que existían algunos campos en Bosnia. No eran campos de exterminio, sino más bien campos para preparar los intercambios de prisioneros. Allí se cometieron violaciones de los derechos humanos. Pero, ¿por qué se nos han ocultado los informes de la ONU sobre este tema? Estos informes mencionaban seis campos croatas, dos serbios y uno musulmán.

¿Nos informaron de la verdad sobre las tres grandes masacres de Sarajevo?

NO. En tres ocasiones la opinión pública occidental se vio conmocionada por imágenes terribles: decenas de víctimas despedazadas ante una panadería o en el mercado de Sarajevo. Inmediatamente, los serbios fueron acusados de haber asesinado deliberadamente bombardeando la ciudad. A pesar de las numerosas contradicciones en los comunicados oficiales. Pero la opinión pública nunca fue informada de los resultados de las ulteriores investigaciones de la ONU. Estos informes acusaban a las fuerzas del presidente Izetbegovic. Además, los máximos responsables occidentales lo sabían, pero lo han ocultaron cuidadosamente. Solo mucho más tarde el redactor en jefe del Nouvel Observateur, Jean Daniel, admitó: «Tengo que decirlo hoy. He escuchado, uno tras otro, a Edouard Balladur (primer ministro francés del momento), François Léotard (ministro del Ejército), Alain Juppé (de Asuntos Exteriores) y a dos generales «muy responsables», cuya confianza no traicionaré (...) decirme que el obús que se lanzó sobre el mercado ¡también era musulmán! ¡Provocaron una masacre entre los suyos! Observé con espanto. Sí, me contestó el primer ministro sin dudar...» (Nouvel Observateur, 21 de agosto de 1995). ¿Por qué estas manipulaciones? Como por casualidad, cada masacre sobrevenía justo antes de una reunión decisiva para justificar una medida occidental: embargo contre los serbios (1992), bombardeos de la OTAN (1994) ofensiva final (1995). La OTAN y Izetbegovic aplicaron un principio fundamental de la propaganda de guerra: justificar su ofensiva con una mentira mediática, una «masacre» que conmocionara a la opinión pública. 

La versión oficial del sitio de Sarajevo oculta varios puntos: 1) Las fuerzas serbias han cometido, ciertamente, crímenes tremendos. Pero a los civiles que quisieron huir por un túnel que permitía abandonar la ciudad se lo impidió el régimen de Izetbegovic. Éste quería mantener el máximo número de clientes de su mercado negro, producto del desvío de la ayuda internacional.

2) Necesitaba sobre todo presentar una imagen en blanco y negro de un pueblo víctima de sus agresores. En realidad, en el propio Sarajevo, los francotiradores de Izetbegovic asesinaban regularmente a los habitantes de los barrios serbios de la ciudad, sin que jamás se haya hablado de ello.

3) Atrocidades igualmente terribles se cometieron, por ejemplo, en Mostar. Pero allí estaban luchando las fuerzas croatas y musulmanas («nuestros amigos»), que desde hacía mucho tiempo habían expulsado a todos los serbios.

¿La mayor limpieza étnica de la guerra fue cometida por el ejército croata?

SÍ. El 4 de agosto de 1995, cien mil soldados croatas, ciento cincuenta carros de combate, doscientos transportadores, más de trescientas unidades de artillería, cuarenta lanzaderas de misiles atacaron a la población serbia de Krajina. Más de 150.000 serbios fueron así forzados a abandonar esta región, que habitaban desde hacía siglos. Se cometieron las peores atrocidades: las fuerzas croatas abatieron a los ancianos que no pudieron huir, quemaron el 85 % de las casas abandonadas. Clinton juzga la ofensiva «útil». Su secretario de Estado también: «La reconquista de Krajina puede conducir a una nueva situación estratégica, que puede sernos favorable.» Peor aún: Estados Unidos aconsejó a Croacia para llevar a cabo su ofensiva, según la confesión del ministro croata de Asuntos Exteriores. Además, fue Washington quien se encargó de la formación «democrática» de este ejército.

¿Utilizó Estados Unidos bombas de uranio también en Bosnia?

SÍ. En el coloquio internacional «Uranio, las víctimas hablan», organizado en Bruselas en marzo de 2001, un médico de Bosnia presentó a un guardabosques serbio de Bosnia, víctima como otros de «cánceres múltiples» atípicos y fulminantes después de haber estado expuesto en las zonas de bombardeos de Estados Unidos. Un responsable de la sanidad en Bosnia ha confeccionado estadísticas: los habitantes de un barrio serbio de Sarajevo, bombardeado por los aviones estadounidenses en 1995 (habitantes expulsados inmediatamente de esta ciudad), han visto multiplicado por cinco los diversos tipos de cánceres. Las armas del uranio denominado empobrecido permiten a Estados Unidos —pero también a Francia y a Reino Unido— desembarazarse de desechos tóxicos de sus centrales nucleares. Los residuos contaminan seriamente el suelo y la capa freática, provocando cánceres, leucemias y mutaciones genéticas monstruosas (lo que incluye niños nacidos de soldados estadounidenses contaminados). En resumen, las armas de uranio convierten a numerosos países en cubos de basura para la eternidad.

La guerra contra Yugoslavia, ¿ha sido la «única guerra buena» de Estados Unidos?

NO. Estados Unidos ha intentado hacer creer que llevaban a cabo una guerra humanitaria, y presentarse como los defensores, por una vez, de los musulmanes. Pero en realidad Washington y Berlín provocaron esta guerra. Deliberadamente. Con el interés egoísta de conquistar objetivos estratégicos: colonización económica de los Balcanes, control de rutas de petróleo, lucha por la supremacía mundial. Estados Unidos jamás ha hecho ninguna guerra humanitaria. Este país no es el bombero de esta guerra en Yugoslavia, es el pirómano. Es el primer culpable del sufrimiento infligido a toda la población. Estados Unidos no es por un lado amigo de los musulmanes en los Balcanes y por otro lado su peor enemigo en Palestina e Irak. Es su peor enemigo en todas partes. Y el enemigo más peligroso de todos los pueblos del mundo. Amenaza a Siria, Irán, Corea, Cuba, y un día incluso a China. Porque su estrategia de guerra tiene como único objetivo mantener el orden económico injusto, dominar y explotar a todos los países del globo a fin de enriquecer aún más a un puñado de supermillonarios. Por esa razón es importante desenmascarar todas las mentiras mediáticas y dar a conocer la verdad sobre la guerra contra Yugoslavia: fue una guerra de agresión.

Para terminar, un llamamiento. No les vamos a dar una «nota» para evaluar el grado de manipulación mediática que han sufrido. Sería indecente. Durante este decenio, demasiados inocentes han sufrido y aún sufren a causa de la desinformación orquestada por las grandes potencias con fines de dominación imperialista. Y otras personas, más cercanas a ustedes, e incluso quizá ustedes mismos, han padecido otro sufrimiento: saber qué se tramaba exactamente detrás de esas mentiras orquestadas, pero sin poder hacer nada. Tan fuerte era el adoctrinamiento de la opinión pública. Las respuestas que avanzamos aquí son el resultado de largas investigaciones, que nos han tomado mucho tiempo y la necesidad de investigaciones minuciosas para hacer resplandecer la verdad. Nuestro deseo era únicamente mostrarles que cada uno de nosotros tiene la posibilidad de escapar de la hipnosis mediática que termina siempre por hacernos aceptar lo inaceptable. ¿Qué hacer? No basta con decir, después de las mentiras mediáticas de cada conflicto: «¡Nunca más!» Es necesario tratar constantemente de comprender los verdaderos retos económicos y estratégicos en juego de cada guerra. Desenmascarar a los actores que mueven los hilos entre bastidores. Organizarnos colectivamente para investigar lo más rápidamente posible. Y difundir lo más posible los resultados de estos «test media». Para reforzar este trabajo de test media, pueden ayudarnos contactando con nosotros. Porque jamás nos acostumbraremos al horror y al cinismo. 

(1998)

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