Piotr Kropotkin escribió «Llamamiento a los jóvenes» para Le Révolté en 1880, que luego fue incluido en Palabras de un rebelde. Iba dirigido para los hijos de las clases privilegiadas, de entonces, que podían acceder a estudios superiores y obtener títulos profesionales, para que pusiesen su talento y preparación al servicio de la revolución social. Este texto que añado forma parte de él, y se lo dedico al compañero libertario: El Gato Negro. Y sin mala intención.
Y tú, joven ingeniero, que sueñas mejorar la condición de los trabajadores aplicando a la industria las invenciones de la ciencia, qué triste desencanto, qué decepciones te esperan. Dedicarás la energía juvenil de tu inteligencia a proyectar el trazado de un ferrocarril que, bordeando precipicios y atravesando el corazón de montañas inmensas, unirá dos países que la naturaleza separó. Pero una vez el trabajo se inicie, verás regimientos completos de trabajadores diezmados por las privaciones y la enfermedad en el lóbrego túnel, verás que otros vuelven a casa llevando consigo sólo unas monedas y las semillas de la enfermedad, verás cada metro de la línea férrea marcado por cadáveres de seres humanos, por la rapaz codicia, y finalmente, cuando la línea se abra al fin, verás que la utilizan para transportar la artillería de un ejército invasor.
Has dedicado tu juventud a hacer un descubrimiento que simplificará la producción, y tras muchos trabajos y muchas noches en vela, tienes al fin el valioso invento. Lo pones en práctica. El resultado supera tus esperanzas. ¡Diez, veinte mil seres humanos se quedan sin trabajo y los que quedan, niños la mayoría, reducidos a la condición de simples máquinas! Tres, cuatro o quizás diez capitalistas harán una fortuna y beberán champán a raudales. ¿Era éste tu sueño?
Por último, estudias los recientes avances industriales y ves que las costureras no han ganado nada, absolutamente nada, con el invento de la máquina de coser; que el trabajador del túnel del San Gotardo muere de anquilostomiasis, pese a las perforadoras de punta de diamante; que el albañil y el jornalero están tan sin trabajo como antes. Si analizas los problemas sociales con la misma independencia de espíritu que te ha guiado en tus investigaciones mecánicas, llegarás inevitablemente a la conclusión de que bajo el dominio de la propiedad privada y la esclavitud salarial, todo nuevo invento, lejos de aumentar el bienestar del trabajador, sólo hace más pesada su esclavitud, más degradante su trabajo, más frecuentes los períodos de paro, más aguda la crisis, y sólo se aprovechan de él quienes disponen ya de todos los placeres imaginables.
¿Qué harás tú cuando llegues a esta conclusión? O empezarás a silenciar tu conciencia con sofismas, hasta que un buen día digas adiós a los honrados sueños de tu juventud e intentes obtener, para ti mismo, lo que proporcione placer y gozo y te unas a las filas de los explotadores; o, si tienes corazón, te dirás: No, no es tiempo para inventos. Transformemos primero la producción. Cuando desaparezca la propiedad privada, entonces, todo nuevo avance de la industria será en beneficio de la especie, y toda esta masa de trabajadores, hoy meras máquinas, serán entonces seres pensantes que aplicarán a la industria su inteligencia, fortalecida por el estudio y adiestrada por el trabajo manual, y el progreso mecánico dará así un salto adelante que traerá en cincuenta años lo que hoy ni siquiera podemos soñar.
1880
5 comentarios:
Me gustó mucho más el llamamiento que hace a los médicos. Es mucho más profundo.
Pues..., ya que me la pides, en vez de añadirla aquí como comentario, la pongo en otra entrada: la siguiente.
Jeje, gracias.
Salud compañero Krates! Cuanta verdad encierran las palabras de Kropotkin... cuanto más "avances tecnológicos" contradictoriamente más decpcionante resulta el panorama; fabrican armamento aún más destructivo si cabe, nos vemos obligados a trabajar jornadas aun más largas y agotadoras fabricando multitud de productos inútiles o enfocados a la propiedad, a la acumulación sin uso y al consumo individual en lugar de a la explotación colectiva de dichos bienes de consumo, mayor es el despilfarro energético y aún mayor los daños ecológicos y la explotación del hombre por el hombre...en fin una locura totalmente ineficiente incluso desde un punto de vista ingenieril, pero no desde el punto de vista del mercado capitalista y de la sociedad fundamentada en la división de clases... Por otro lado lamentablemente cuando aún andaba por la escuela de ingenieros pocos eran los que tan nobles y altrusitas sentimientos mostraban al respecto de las posibilidades de la tecnología e incluso el propio interes personal en el aprendizaje...les podía más la promesa de un supuesto estatus social más elevado (desagradable sorpresa se habran llevado muchos jajaja...), es decir más asqueroso dinero, más coches caros y más juguetitos caros modernillos de los que presumir.
No obstante como bien sabes soy un firme partidario del eslogan: QUE TRABAJEN LAS MÁQUINAS (y los jodidos explotadores también). Mis escasos pero posiblemente muy útiles conocimientos están al servicio de la revolución social, y si se nos presenta la oportunidad de destruir este asqueroso e injusto sistema, habremos de construir un modelo alternativo donde nuestro bienestar quede facilitado y garantizado por la tecnología entendida esta desde un punto de vista racional, eficiente y solidario...y en el que no estaría de más no sólo no trabajar más de 4 ó 6 horas sino el compatibilizar también tareas manuales e intelectuales demoliendo también esa barrera que nos separa y diferencia a unos trabajadores de otros en beneficio de los planes de las élites, lo cual por otro lado seguramente nos reportase una mayor realización personal aún a costa de un abandono de la idea de especialización que sólo obedece a intereses de elevada productividad sin lógica alguna como ya hemos visto.
Un saludo libertario compas!!!
VIVAN LAS MÁQUINAS!!
EL GATO NEGRO
¡Si es que a uno le dan ganas de salir a la calle y liarse a tiros, con los ricos de mierda! No hay más.
Y también «dar algunos toquecitos» a esos técnicos superiores que utilizan sus títulos para medrar a costa del esfuerzo de otros, y a aquellos que nos quieran imponer las 65 horas semanales. O bajarlos a golpes de esos supuestos pedestales en los que se han subido...
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