Sobre el Partido Comunista de las Tierras Vascas

La primera vez que oí el nombre de este partido político vasco, posteriormente ilegalizado, el Partido Comunista de las Tierras Vascas (EHAK), creí que era una broma, algo parecido a Partido Hobbit de la Tierra Media, cosa de frikis. Pero no... es real, y encima nacionalista (qué manía hay con mezclar churras con merinas). Después de la polémica que hemos tenido hace días sobre el nacionalismo denominado de «izquierdas» y, entre las críticas que nos han vertido, una que dice que solamente «copiamos y pegamos», pues aquí copiamos y pegamos otra vez, esta vez un texto de Ignacio de Llorens, publicado en la Revista Polémica (cuyos contenidos están bajo licencia Creative Commons 2.5), en enero del 2006:

Denominación de origen

Suele ser habitual, de un tiempo a esta parte, que los productos alimenticios lleven una etiqueta indicando su procedencia. Así, tenemos jamón extremeño, vino del Penedés... y comunistas de las tierras vascas. No queda claro si esos comunistas son típicos de esas tierras, producidos en ellas o residentes que viven y trabajan en las mismas, según la definición que el ya no honorable Jordi Pujol dio en su momento de la condición de nacionalidad de sus gobernados. Las tierras vascas son plurales a la hora de producir comunistas, quiere decirse que tal vez si uno posee una maceta de tierra vasca en su balcón mediterráneo es posible que le crezca un comunista o varios, en cuyo caso tendría una célula. A diferencia de otros productos de maceta, la planta comunista de las tierras vascas es infumable, advertencia que debería figurar también en la etiqueta. ¿Qué tendrá la tierra cuando la bendicen? A saber: comunistas. Claro que esto empezó al revés, el ideario comunista tenía la pretensión de crear un hombre nuevo para un mundo nuevo. Eran los comunistas los que creaban las tierras, por lo tanto, en buena ortodoxia el partido en cuestión debería llamarse «Tierras vascas de los comunistas». Cerca de cien años de tradición de poder comunista avalarían esta denominación. Como primera providencia Lenin y Trotsky crearon en 1918 los campos comunistas, y no ha habido lugar donde los comunistas detentaran el poder en el que no nacieran campos y archipiélagos. Allí donde ha habido comunistas que gobernaran, las tierras han empezado a producir más comunistas por vía de monocultivo.

Ahora resulta que aplicando el precepto leninista de golpear al capitalismo en su eslabón más débil, esos comunistas terráqueos vascos han decidido ofrecerse a la tropa abertzale para ir golpeando al capitalismo. El nacionalismo fue un invento capitalista que servía para golpear al socialismo universalista y a la gente que vivía en la tierra, que no tenía nacionalidad hasta que sus patrones se la dieron a cambio de seguir quitándoles plusvalía. El capitalismo empezó a fabricar a gente con denominación de origen: obrero vasco, obrero francés... lo cual es mucho mejor que ser simplemente obrero. El obrero ya era igual que el patrón, compartía nacionalidad. La tierra común les unía. En caso de guerra, todos juntos para liberar a la tierra. El obrero, el comunista, el artista, el patrón... dan la vida por la tierra. La vida, el trabajo (por supuesto), el arte, las ideas... al servicio de la tierra. Cada uno en su tierra, pues es la tierra patria a la que se debe la vida. Como la cepa da el vino, así la tierra fabrica a los hombres y a las ideas y al arte... La madre tierra, la madre patría, la madre que a todos los parió. Así resulta que en lugar de haber comunistas en, hay comunistas de. Claro que como es propio del maquiavelismo leninista, el proyecto consiste en que los comunistas de las tierras vascas consigan, a través del apoyo abertzale, que también estos son comunistas, llegar al poder y así el partido podría denominarse ya de una vez con el nombre que le es propio: «Tierras vascas de los comunistas», y ya se sabe que donde manda comunista no manda marinero. Nacerían, así ha sido siempre hasta ahora, nuevos campos y archipiélagos, por supuesto muy vascos. Incluso podrían denominarse, en homenaje a la tradición, pues Archipiélago Gudari, por poner un caso.

Y así como en los países antaño comunistas los miembros dirigentes de El Partido han pasado a ser los patrones burgueses de hoy, bien puede invertirse la táctica, con lo cual se evitaría cierto derramamiento de sangre, y los patrones vascos de hoy podrían ser los miembros de la nomenklatura de mañana. Los ciudadanos de las tierras vascas, ya convencidos de que son indudablemente de las tierras, como lo eran en el feudalismo, vivirían la utopía libre de vasallaje a naciones extranjeras, y tan contentos con sus señores feudales del Partido. «A mi hijo sólo le pego yo» dirá la patria. Ya es sabido que cada producto tiene su denominación de origen, y ya liberados de otra denominación que no les corresponde, los siervos de la nueva gleba podrán vivir reconciliados con su identidad, y tendrán patrones auténticos, vascos, como debe ser. Cuando muriera un ciudadano el obispo de la tierra le recomendará al Dios del cielo por haber honrado a su padre y a su madre, a la madre-patria, y al no creyente se le podría decir aquello de «que la tierra te sea leve»... ¡A buenas horas!

Ignacio de Llorens