martes, 28 de febrero de 2017

Activismoterapia


La participación política como terapia

Diego Díaz

En un documental sobre los indignados de la Plaza Syntagma de Atenas una mujer que participa en el movimiento dice a la cámara que, aunque suene mal decirlo, nunca ha sido tan feliz como desde el estallido de la crisis. Pese a la precariedad y las estrecheces económicas, ahora ya no está sola frente al televisor contemplando cómo todo se desmorona, sino que participa, se siente útil y ha multiplicado sus relaciones sociales.

Creo que algo parecido le ha pasado en España a mucha gente desde el 15-M. Muchos ciudadanos han descubierto que acudir a las asambleas, las charlas políticas y las manifestaciones puede ser tan gratificante como el gimnasio, el yoga o las clases de inglés. A pesar de los sinsabores de los inevitables conflictos internos, de la sensación de que nunca somos suficientes para la que está cayendo y de lo tediosas que pueden llegar a ser las interminables reuniones semanales, la «activismoterapia» rebaja la sensación de impotencia. Desahoga, canaliza la frustración y nos conecta con otros seres humanos con las mismas preocupaciones, esperanzas e ilusiones que nosotros. Puede unir a las parejas que la practican juntos más que un crucero romántico por el Mediterráneo y permite reencontrarse en la lucha a padres e hijos que hacía tiempo que no tenían mucho que decirse en las comidas y cenas familiares.

Quizá desde los tiempos de la Transición no había tantas personas dedicadas al activismo en nuestro país. El maestro Guillermo Rendueles suele decir que uno de los mayores éxitos del neoliberalismo en sus décadas de mayor apogeo cultural fue precisamente despolitizar a la sociedad y aislar los problemas colectivos, convirtiéndolos en problemas individuales que allá cada uno se apañase en la consulta del médico y con una buena dosis de antidepresivos.

Frente a la interiorización de la culpa y de la condición de perdedor como algo natural, la resistencia de los de abajo siempre ha pasado por romper el aislamiento que nos separa de nuestros iguales y convertir el sufrimiento individual en fuerza colectiva que impugne el relato oficial de los gobernantes. Recordemos que en inglés sindicato es sencillamente union. Y es que unirse a otros semejantes para luchar puede ser mucho más terapéutico que los consejos del mejor psicólogo, psiquiatra, coach o maestro yogui. En un espléndido libro sobre las trabajadoras de IKE en el Gijón de la desindustrialización, Rendueles se refiere a ellas como un grupo de terapeutas silvestres, y apunta los indudables beneficios de la lucha sindical para la salud mental, frente a aquellas otras muchas obreras de la fábrica que optando por la salida, teóricamente más racional, de aceptar la indemnización y marcharse a sus casas, terminaron entrando en un itinerario de depresión y medicalización.

El apoyo mutuo, no solo material, sino también psicológico y emocional, está en el ADN de todos los movimientos sociales: desde los colectivos de gays y lesbianas al movimiento obrero. Nos quieren en soledad, como dice la canción de Nacho Vegas, pero además avergonzados por pecados que no son nuestros. En los años noventa el colectivo Madres unidas contra la Droga politizó el sufrimiento de muchas mujeres que padecían en solitario la adicción de sus hijos y el estigma de «malas madres». Las madres contra la droga comenzaron pidiendo más medios sanitarios para atender a sus hijos y menos policías para reprimirlos, y terminaron denunciando que la situación de los toxicómanos tenía unos claros culpables políticos y económicos que al contrario que sus hijos nunca terminaban en prisión.

Hoy las asambleas de parados, de afectados por las preferentes o las de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca representan esa mezcla de espacio de lucha y de terapia colectiva que históricamente han sido los movimientos populares. Frente a la vergüenza y la culpabilidad, la PAH ha venido politizando el sufrimiento individual de miles de familias, salvándoles no solo de perder su casa, sino también su cordura e incluso su vida. Ante un relato oficial de la crisis en el que no hay más culpables que unos ciudadanos irresponsables y derrochadores que han «vivido por encima de las posibilidades», la PAH nos ha explicado que el origen del problema no está en una suma de decisiones erróneas, sino en todo un sistema económico que hizo de un derecho básico como la vivienda un negocio más.

En un contexto marcado por la demolición de los derechos sociales más básicos y la desfachatez de unos líderes que han saqueado lo público, y encima nos toman por estúpidos, el sistema está haciendo de la activismoterapia no ya una opción más, sino la única alternativa que nos queda para no caer en la resignación, el cinismo o la emigración, vete tú a saber dónde.

20/01/15

jueves, 23 de febrero de 2017

Habitabilidad no implica vida


El descubrimiento de siete planetas del tamaño de la Tierra orbitando alrededor de la estrella TRAPPIST-1 –tres de ellos situados en la zona de habitabilidad– nos confirma, una vez más, que la astrobiología tiene conexiones con la habitabilidad planetaria. El hallazgo ha abierto todas las puertas a la imaginación y a la especulación sobre la existencia de vida. Como expertos en astrobiología tenemos que ser cautos y no conjeturar hasta que no tengamos evidencias palpables de que alguno de los planetas tiene vida.

Agencia SINC

Uno de los aspectos fundamentales que debemos tener en cuenta ante este tipo de hallazgos, aunque parezca paradójico, es determinar exactamente qué es un planeta. Esto no parece tan claro. Hace unos años, la Unión Astronómica Internacional decidió, en una declaración muy controvertida, cambiar el concepto de planeta. La decisión ha sido muy contestada en el ámbito de las ciencias planetarias ya que restringe la definición a la dinámica del cuerpo más que a sus características específicas.

Desde la geología planetaria pensamos que un objeto, un planeta o cualquier otro, debe estar definido por sus propias características más que por las relaciones dinámicas que los conectan con otros objetos, sobre todo teniendo en cuenta que existen objetos aparentemente pequeños como Plutón con una geología, dinámica y características mucho más propias de un planeta que otros que sí están definidos como tales.

Lo que nos está diciendo este descubrimiento constante recordemos que ya llevamos miles de planetas hallados fuera de nuestro sistema solar es que la diversidad planetaria es enorme y no podemos clasificar o realizar tipologías en base a lo que nosotros encontramos en nuestro sistema.

Tenemos que tener una mente mucho más abierta y ser capaces de decir que, tal vez, simplemente no necesitemos una definición de planeta porque la variedad de objetos con estas características es tal que se saldría de lo que sería nuestro concepto. Alan Stern y otros colegas han propuesto que dentro de nuestro sistema solar este concepto se base en aspectos geofísicos más que en aspectos dinámicos u orbitales.

Evitemos especular sobre la presencia de vida

Respecto a los siete exoplanetas, se han abierto todas las puertas a la imaginación y a la especulación sobre la posible existencia de vida. Nosotros tenemos que ser especialmente cautos, sobre todo los que trabajamos en astrobiología ya que no debemos especular hasta que no tengamos evidencias palpables de que el planeta tiene vida.


Obviamente somos los primeros que deseamos encontrar vida fuera de la Tierra. El universo, como decía Carl Sagan, es inmenso y sería absurdo pensar que estamos solos pero es cierto que no tenemos ninguna evidencia de la existencia de vida en ningún otro lugar de nuestro sistema solar ni más allá. Al menos hasta el momento.

Por el momento, los únicos que somos capaces de trasladarnos de un planeta a otro aunque todavía no hemos ido a Marte pero sí a la Luna somos nosotros, los que vivimos en la Tierra. En este sentido es muy importante en el estudio de los planetas extrasolares diferenciar lo que es vida de lo que es habitabilidad, algo que estamos viendo con la exploración de Marte en la que, desde España estamos teniendo una implicación y una responsabilidad importantes. No se deben confundir ambos conceptos porque son distintos.

La habitabilidad es lo que hace que un planeta tenga las características para ser habitable, en su concepto más amplio, desde los microorganismos extremófilos más singulares e inusuales hasta seres parecidos a nosotros o, tal vez, incluso más complejos. No lo sabemos todavía.

Que un planeta tenga características de habitabilidad no significa que por eso vaya a tener vida. Aquí en la Tierra sabemos que la habitabilidad y la vida están relacionadas con la presencia de agua líquida y la química del carbono. Probablemente en otros sitios sea igual. Hasta el momento, las únicas directrices para la búsqueda de vida son estas: el carbono y el agua.

Diferencia entre biomarcadores y geomarcadores

Relacionado con la habitabilidad y con la vida debemos tener presente la conexión entre biomarcardores y geomarcadores. El concepto de biomarcador hay que tenerlo muy en cuenta en la búsqueda de vida en cualquier planeta extrasolar porque, al igual que hablábamos antes de manera genérica con respecto a la vida, tenemos que ser especialmente restrictivos al usar el término biomarcador para únicamente aquello que esté clara e inequívocamente relacionado con la vida.

Como indica Simoneit quien propuso el concepto solamente deben llamarse así aquellos compuestos orgánicos que procedan inequívocamente de la actividad biológica de un organismo. Todo lo demás serían geomarcadores, un concepto que yo mismo propuse hace unos años para hablar de marcadores ambientales y de habitabilidad.

De esta manera, una relación isotópica probablemente relacionada con la actividad biológica sería un geomarcador geoquímico. El agua sería también un geomarcador, ambiental, pero de ninguna manera serían biomarcadores porque no serían compuestos orgánicos. Un cristal de magnetita sería también un geomarcador pero no un biomarcador.

Los descubrimientos que están ocurriendo abren las puertas a nuevos estudios en los que, desde la geología planetaria, tenemos mucho que decir. Se está viendo que para que un planeta pueda tener vida o la vida pueda haberse desarrollado es importante que esté vivo desde el punto de vista geológico ya que la geología, la actividad, la vitalidad geológica de un cuerpo planetario hacen que se estén continuamente creando, destruyendo y modificando sitios donde la vida puede emerger y desarrollarse.

Desde la geología pensamos que este nuevo y sorprendente hallazgo profundiza mucho más en lo que nosotros debemos estudiar, en ampliar el contexto de las geociencias hacia temas aparentemente más lejanos, aunque continuamente estamos viendo que los descubrimientos se están produciendo en nuestro día a día. También nos ayuda a fortalecer las investigaciones que estamos llevando al demostrar que lo que estamos planteando sobre la relevancia de este tipo de estudios es algo real y los geólogos tenemos mucho que decir.

JESÚS MARTÍNEZ FRÍAS
es investigador científico del Instituto de Geociencias (Universida
Complutense de Madrid-CSIC) y Director de la Red Española
de Planetología y Astrobiología (REDESPA).

martes, 21 de febrero de 2017

La Woodwide Web o capitalismo y socialismo en el bosque


Por SUSAN GOLDHOR

Durante mucho tiempo veía el bosque como el ejemplo extremo de los ecosistemas capitalistas, donde el capital era la luz del sol y los árboles que alcanzan el techo del bosque son los plutócratas. O, como les llamaba en privado, los Donald Trunks [juego de palabras relacionado con Donald Trump (AyR)]. En cuanto a los de abajo... bueno, cada sistema tiene sus perdedores, ¿no es cierto? Es la otra cara inevitable de que haya ganadores.

Tal vez todo el mundo veía el bosque de esta manera hasta que los investigadores que miraban el suelo descubrieron que el capitalismo del bosque tiene servicios sociales subterráneos, con complejas redes de hongos que conectan las plantas entre sí mediante sus raíces, tomando de los ricos para dárselo a los pobres. ¡Una red de seguridad social de hongos! ¡Los hongos jugando el papel de Robin Hood! ¡La Woodwide Web! Y este fue el punto en el cual el capitalismo, rojo [por sangriento] en dientes y garras, mostró su parte más vulnerable y —al menos en las mentes de aquellos de nosotros en sintonía con estos temas— se transformó en una red de seguridad, de prestación de servicios sociales. O más bien una asociación (que podría ser una mejor manera de mirar a la relación entre el Gobierno y sus ciudadanos). Como dijeron tan brillantemente Bonfante y Genre en su comentario: «como muestran claramente los líquenes, combinar un organismo que pueda explotar luz y CO2 atmosférico con otro que pueda explotar eficientemente los nutrientes del suelo da lugar a una adaptación fructífera a los hábitats en la interfase suelo-atmósfera». Incluyamos «comunidades» en esta frase y se puede ver qué pensaba mi cerebro.

¿En qué estábamos pensando todos cuando nos imaginamos a los grandes árboles como señores ladrones? ¿Cómo pensamos que sobrevivía el resto del bosque? En algunos cálculos, se estima que los árboles grandes donan como mínimo el 40% de sus azúcares a través de sus raíces y, aunque algunos van a otros habitantes del subsuelo, la mayor parte se destina directamente a alimentar a los hongos, socios de los árboles. Estos socios (y un árbol puede estar asociado a más de una veintena de hongos diferentes) están asociados a las raíces tan densamente como para cubrirlas, pero también para mantener conexiones con otros de la misma especie y con otras plantas. Es esta red, que alguna persona inteligente ha denominado la «woodwide web» ['la red de información forestal' (WWW)], la que mantiene vivas a las plantas del sector inferior del bosque y a los brotes privados de luz en el suelo del bosque. Esta pequeña tuya que no llega ni a la rodilla y tiene un tallo delgado como un lápiz podría tener 100 años de antigüedad. Gracias al apoyo de la WWW, puede estar a la espera de una tormenta, un huracán o un leñador para abrir el dosel y darle sol y espacio para crecer. Además, ¿cómo creemos que sobrevivieron los grandes árboles sin esa fuente subterránea de apoyo físico que es un suelo saludable y el suministro de nutrientes de sus socios los hongos? Ningún árbol es una isla. Ningún árbol vive sólo de la luz solar y el dióxido de carbono. Las raíces de los árboles existen para el apoyo físico. En realidad, no son muy buenas en acceder al agua y nutrientes; el N-P-K (nitrógeno, fósforo y potasio) que suministran los jardineros como fertilizante. Esta red de hongos es lo que les permite encontrar fuentes de suministro distantes de agua; pueden filtrar el fósforo a diminutas partículas minerales; así como pudrir desechos y matar a los insectos para obtener nitrógeno, y luego compartir todo esto con los grandes árboles a cambio de azúcares.

¿Qué hay algunos que hacen trampas con este sistema de bienestar? Por supuesto. Tomemos por ejemplo al espárrago borde o chupapinos (Monotropa hypopitys) u otras monotropáceas. Estas pequeñas plantas no producen clorofila propia, y sólo pueden obtener los azúcares de sus socios los hongos que, a su vez, lo obtienen de los árboles que (presumiblemente) no saben nada de estos pequeños parásitos. O tal vez los saben y, o bien no les importa, o no pueden encontrar la manera de cortar el suministro sin privarse de los beneficios mucho mayores de los micorrizas [las simbiosis entre los micelios de los hongos con las raíces de las plantas (AyR)] (hipótesis sugerida originalmente por Bidartondo y Bruns en 2001). Una gran cantidad de energía se ha empleado en averiguar qué dan las monotropáceas a sus socios y, hasta ahora, parecen ser como los lirios del campo, que ni trabajan ni hilan.

Chupapinos o espárragos bordes.

Por muy marginales que puedan ser las monotropáceas para la visión en conjunto del bosque, fue un estudio de los espárragos bordes (Monotropa hypopitys) y sus hongos asociados (del género Tricholoma) lo que llevó al primer indicio de la existencia de la WWW. Hace más de medio siglo, E. Bjorkman inyectó glucosa radioactiva y fósforo en el floema de pinos y abetos en los que crecía el parásito, y así descubrió que la radiactividad pasaba de los árboles a los hongos y de estos a las monotropáceas y que separar los espárragos bordes de los árboles ralentizaba su crecimiento. (Si bien el trabajo de 1960 de Bjorkman puede haber proporcionado la prueba de transferencia de carbono, es sorprendente —al menos para mí— darse cuenta de que Franz Kamienski llegó a la conclusión de que las monotropáceas se nutren de los hongos conectados a las raíces del árbol a comienzo de la década de 1880, lo que destacó la afirmación de Martin Bidartondo «examinar la historia temprana de la investigación de las micorrizas es sumergirse en la biología de las plantas micoheterótrofas».)

Cerca de un cuarto de siglo más tarde, David Read, junto con sus colegas y estudiantes graduados de la Universidad de Sheffield fueron, al menos por lo que yo sé, los primeros en mostrar el flujo unidireccional de carbono entre las plantas clorofílicas. Pero no fue hasta el 7 de agosto de 1997 cuando se imprimieron en Nature (casi cuarenta años después de la obra de Bjorkman) las palabras «wood-wide web», señalando el primer documento (de Simard et al.) para demostrar que el flujo de carbono entre las plantas en el campo es bidireccional, a través de la red ectomicorrícica. A pesar de que yo había asumido que Suzanne Simard o uno de sus coautores habían inventado esta frase pegadiza, no aparece en el documento. Fueron Melanie Jones y Dan Durall los que me dieron un indicio de que fue la idea de uno de los (anónimos) editores de Nature, que lo empleó en la portada de la revista para indicar la importancia de lo que había dentro.

Ninguna idea revolucionaria es aceptada de manera inmediata, y este papel desafiante recayó en dos micólogos escoceses, Robinson y Fitter, que señalaron que, aunque el carbono marcado se podía detectar en las raíces de la planta receptora, no se detectaba en los brotes. Por tanto, sugirieron que probablemente el carbono en cuestión se acumulaba en las estructuras de hongos dentro de las raíces, no estando disponible para las plantas, y estando separada sólo por unas membranas, ¡el suplicio de Tántalo! Además, dado que no hay filtro de malla fina que separe las plantas donantes de las receptoras, transferirlo a través del suelo era posible. «La transferencia de carbono a través de una red AM [micorriza arbuscular]», afirmaron, «no permite» compartir recursos ‘entre las plantas enlazadas’», queriendo decir con esto que si las plantas realmente podían compartir carbono, «las interacciones entre las vecinas sería entonces tendría menos de una lucha por un recurso escaso que una explotación comunal en la que todos (al menos los que forman parte de la red de micorrizas) reciben su parte». Esto cambiaría fundamentalmente nuestra visión de una importante influencia sobre la estructura y dinámica de las comunidades vegetales. Así que supongo que no era la única que comparaba las comunidades vegetales con el sistema capitalista.

Este trabajo, como en todos los buenos desafíos, depende en gran parte tanto de los micólogos izquierdistas como de los experimentos por hacer; es decir, eliminó la posibilidad de una transferencia significativa del suelo, y demuestra que el carbono iba efectivamente a los brotes y hojas. Al cabo de par de años, Sylvain Lerat y sus colegas de Quebec había llevado a cabo un muy ingenioso (y, para mí, muy sorprendente) experimento que demostró que no sólo se transfería carbono entre diferentes tipos de plantas a través de la red AM, sino también que la transferencia era bidireccional, dependiendo de quién realizaba la fotosíntesis en cada momento, de acuerdo a lo que se ha venido a llamar una relación origen-destino. Los socios en este caso (plantados en macetas grandes en un bosque local de arces) eran lirios amarillos (Erythronium americanum) y arces azucareros (Acer saccharum), dos plantas muy diferentes, pero que cumplían cuatro requisitos: crecían en la misma zona; se las encuentra juntas en la naturaleza; ambas son colonizadas por MA (micorrizas arbusculares) de hongos y podían compartir una red; y los efímeros lirios ponían sus hojas hacia fuera y realizaban la fotosíntesis a principios de la primavera, cuando las copas de los arbolitos carecían de hojas, pero engordaban sus cormos [o bulbos] subterráneos según avanzaba la estación, aunque estando a la sombra llevaban activamente a cabo la fotosíntesis.

Bosque de arces del azúcar.

Estoy segura de que has adivinado el resultado. Los lirios suministraban carbono a las plántulas de arce durante el crecimiento de sus hojas, y los arces transferían carbono a los lirios al final de temporada, cuando almacenaban nutrientes en sus cormos. Esto es bastante sorprendente. Una cosa es pensar que la WWW permite a los árboles alimentar las plántulas de la misma especie; brotes que pueden llevar incluso sus propios genes, pero éstas eran dos especies de plantas muy diferentes que se ayudaban mutuamente a superar los momentos difíciles. Y, a diferencia de los trabajos sobre la reciprocidad entre plantas y hongos («te paso azúcares si me das fósforo y nitrógeno»), esta reciprocidad tenía lugar con grandes espacios de tiempo entre transferencia y transferencia. Así que tiene una implicación interesante. Por cierto, mientras estaban analizándolo, el grupo quebequés comprobó que no tenía lugar la transferencia de carbono en el suelo al sembrar ectomicorrizas de brotes de abedul en las mismas macetas. Como los abedules no se introducen en la red AM, no recibieron carbono.

Desde entonces, se han realizado más trabajos sobre las redes ectomicorrícicas que han demostrado redes naturales más complejas con centros de conexiones de los árboles grandes con plántulas y árboles más pequeños. (Este trabajo sólo puede llevarse a cabo con ectomicorrizas debido a que sólo los ectomicorrizas pueden ser identificados genéticamente. Las redes de micorrizas arbusculares, con su citoplasma mezclado y su incomprensible —para nosotros— sexualidad, simplemente no se pueden identificar claramente.) Los ejemplos de este trabajo de EM (ectomicorrizas), como el de Teste y Beiler (ambos del laboratorio de Simard) se han concentrado en el abeto de Douglas (Pseudotsuga menziesii), con todos los árboles (aunque no todos los hongos) de una misma especie. Esto se ha ajustado más a nuestra visión de la WWW permitiendo a árboles más grandes y viejos alimentar a sus semillas (y proporcionar una razón más de por qué es una mala práctica forestal eliminar los árboles más grandes o pensar que una plantación de semillas es un bosque saludable), aunque parece probable que la red mantenga no obstante la mayor parte de las relaciones de vegetación bajo la superficie del bosque.

El artículo de Beiler, titulado «Arquitectura de la Woodwide Web», amplió nuestra comprensión de la estructura de las redes naturales, examinado dos especies de hongos del género Rhizopogon; cada uno de los cuales exhibieron una estructura de la red ligeramente diferente, con R. vesiculosus conectando un mayor número de árboles y habitando una profundidad mayor que el R. vinicolor. La posibilidad de acceder a estratos más profundos podría ser útil cuando los recursos son escasos. Y el artículo de Teste mostró la complejidad de la red en la naturaleza, encontrando un total de 32 tipos de hongos vinculados a los árboles adultos y plántulas del estudio; la vinculación con la web y el intercambio de carbono fue muy útil para la supervivencia y el desarrollo de las semillas plantadas en el sector del bosque analizado, pero no parece ayudar a las semillas trasplantadas. (Teste et al. concluyen que en la relación origen-destino la fuerza del destinatario es mayor que la de la fuente). Y, para complicar aún más el cuadro general, cuanto mayor sea el donante en esta parcela de abeto de Douglas, menos carbono se comparte (llegados a este punto, vuelta al capitalismo o, como dicen los italianos: «Si necesitas dinero, pregunta a los pobres».)

Edwin Hubble dijo una vez que la historia de la astronomía es una historia de horizontes que retroceden. Por supuesto, eso es cierto para todos los conocimientos científicos. Pero me sorprende que el horizonte del espacio exterior haya retrocedido en pársecs, mientras que el de la tierra sólo retrocede muy lentamente y de manera incompleta, pulgada a pulgada.

También me ha impresionado el predominio de investigadores canadienses en este campo. Esto podría ser simplemente el efecto debido a una serie de laboratorios que casualmente están en Canadá. Pero no puedo dejar de preguntarme si esto tiene que ver con el hecho de que Canadá tiene una fuerte red de Seguridad Social para sus ciudadanos, y los EEUU no. Si decidiésemos que hacerse cargo del cuidado de los débiles y de los jóvenes fuera una prioridad nacional, ¿habría más investigación en EEUU sobre la interconexión de los ecosistemas y los beneficios de la distribución de los recursos? Bromeando a medias compartí este pensamiento con un viejo amigo, John Klironomos, un micólogo canadiense que acababa de regresar de la Conferencia Internacional de Micorrizas en la India, y me respondió en un correo electrónico: «Tiene usted un agudo sentido de la observación. En las reuniones, los mayores críticos de la distribución de los recursos a través de redes de micorrizas aparentemente son unos cuantos estadounidenses... ¡hmmm…!»




REFERENCIAS:

Bidartondo, M. and T. Bruns. 2001. «Extreme specifi city in epiparasitic Monotropoideae (Ericaceae): widespread phylogenetic and geographical structure». Molecular Ecology 10: 2285-2295.

Björkman, E. 1960. «Monotropa hypopitys L.–an epiparasite on tree roots». Physiologia Plantarum 13: 308-327.

Bonfante, P., and A. Genre. 2010. «Mechanisms underlying benefi cial plant–fungus interactions in mycorrhizal symbiosis». Nature Communications 1:48 doi: 10.1038/ ncomms1046.

Kaminski, F. 1881. «Die Vegetationsorgane der Monotropa hypopitys L.». Botanische Zeitung 29: 457-461.

Lerat, S., R. Gauci, J.G. Catford, H. Bierheilig, Y. Piche, and L. Lapointe. 2002. «14C transfer between the spring ephemeral Erythronium americanum and sugar maple saplings via arbuscular mycorrhizal fungi in natural stands». Oecologia 132: 181-187.

Read, D.J. 1984. «The structure and function of vegetative mycelium of mycorrhizalroots». p. 215-240. In: D.H. Jennings and A.D.M. Rayner (eds.) The Ecology and Physiology of the Fungal Mycelium. Cambridge U. Press, New York.

Robinson, D., and A. Fitter. 1999. «The magnitude and control of carbon transfer between plants linked by a common mycorrhizal network». Journal of Experimental Botany 50 (330): 9-13.

Simard, S.W., D.A. Perry, M.D. Jones, D.D. Myrold, D.M. Durall, and R. Molina. 1997. «Net transfer of carbon between tree species with shared ectomycorrhizal fungi». Nature 388:579-582.

Teste, F.P., S.W. Simard, D.M. Durall, R. Guy, M.D. Jones, and A.L.Shoonmaker. 2009. «Access to mycorrhizal networks and tree roots: importance for seedling survival & resource transfer». Ecology 90: 2808-2822.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Prepárate para odiar a los estibadores


Cada vez que un colectivo «privilegiado» pierde derechos, el efecto mariposa laboral nos acaba golpeando a todos

ISAAC ROSA

Hacía ya tiempo que no teníamos un colectivo de trabajadores al que odiar con todas nuestras fuerzas y poder gritarles «¡privilegiados!». Hemos odiado a funcionarios (¡parásitos!), mineros (¡subvencionados!), profesores (¡vagos, todo el día de vacaciones!), y por supuesto a los más odiables de entre los odiosos: los controladores aéreos, que tan buenos ratitos de odio nos dieron un verano.

Pero estamos de enhorabuena, porque en los próximos días nos van a echar un nuevo hueso: los estibadores de puerto. No sabíamos nada de ellos hasta ahora, solo que son los que cargan y descargan barcos; pero resulta que también son unos privilegiados. Ahora el Gobierno prepara un decreto para liberalizar la actividad, y los trabajadores están dispuestos a ir a la huelga para defender sus derechos. Perdón, quiero decir que «los privilegiados están dispuestos a chantajearnos para defender sus privilegios».

La secuencia es la habitual, la hemos visto muchas veces:

1.- Cogemos un colectivo que todavía no haya sucumbido a reformas laborales y precarización.

2.- Anunciamos recortes de sueldos y derechos, porque «lo manda Europa», y con el argumentario habitual: liberalizar, ganar competitividad, modernizar, crear empleo…

3.- Señalamos a los trabajadores como «privilegiados», «restos de un modelo anacrónico» (a ser posible del franquismo, para odiarlos más), y por supuesto «aristocracia sindical».

4.- Informamos a la ciudadanía de los privilegios (sueldos altos, eso lo primero).

5.- Rompemos la negociación, por muy avanzada que esté, y no les dejamos más salida que la huelga.

6.- Acusamos a los huelguistas de dañar un «sector estratégico».

7.- Lanzamos una campaña de desprestigio por tierra, mar y aire.

Además, hay que asegurarse de que los representantes sindicales no tengan voz, que ya sabemos lo manipuladores que son: si les dejamos, dirán que lo suyo no son privilegios sino derechos ganados en décadas de lucha, que la suya es una profesión especialmente dura y con alta siniestralidad, que hay otras opciones para cumplir con Europa, que los puertos son rentables y lo único que buscan gobierno y patronal es abaratar costes laborales (rebaja salarial ¡del 60%!, más horas de trabajo, flexibilidad laboral…).

Nada, ni caso. No escuchen a los trabajadores, que son capaces de convencernos. Yo ayer lo hice, atendí a sus razones, y me entraron dudas: a ver si van a tener razón… A ver si en realidad no son unos privilegiados… A ver si es que el único «privilegio» que tienen (el mismo «privilegio» que controladores, mineros o funcionarios; el mismo «privilegio» que hemos perdido la mayoría; el que les quieren quitar) es el «privilegio» de ser capaces de defender sus derechos, de tener conciencia de clase, organización y capacidad de lucha.

Tantas dudas me entraron que miré a ver qué sindicato es ese de los estibadores y descubrí que tiene unos principios que no parecen los propios de una mafia ni de una aristocracia insolidaria: una coordinadora que se define de clase, democrática, asamblearia, internacionalista y que defiende la solidaridad con toda la clase trabajadora (como demuestra su participación en sucesivas huelgas generales).

Uf, me ablandé, lo reconozco. Empecé a pensar que deberíamos apoyar la lucha de los estibadores. No por ellos, sino por nosotros: porque cada vez que un colectivo «privilegiado» pierde derechos, el efecto mariposa laboral nos acaba golpeando a todos. No ganamos nada y, a cambio, perdemos espacios de organización sindical que todavía resisten y que sirven como ejemplo.

Nada, un día tonto, en seguida se me pasa. En cuanto vea dos telediarios recordándome el sueldazo de los estibadores me sumaré otra vez al pelotón de odiadores. Hacedme sitio, que voy.

 09/02/2017


sábado, 11 de febrero de 2017

Carta pública a Errejón: las mujeres no somos vientres de alquiler


PÚBLICO
9 febrero, 2017

Iñigo Errejón en el programa Hoy por Hoy de la mañana de la SER del 8 de febrero se pronunció a favor de permitir el alquiler de vientres de mujer para satisfacer los deseos de aquellos padres que quieren tener hijos fabricados con su propio semen.

Añadió que habría que adoptar correctivos y vigilancia para que esa práctica que llama «maternidad subrogada» no signifique la explotación de mujeres pobres, manifestando con ello su compasión hacia tales sujetos.

En el curso de la entrevista Iñigo Errejón se autocriticó porque su partido esté inmerso más en la discusión de los problemas organizativos y de competencia entre las diversas facciones que se disputan el poder, que en resolver las carencias de la gente. De la gente que no son mujeres, ya que ninguna de las explotaciones y amenazas que las afectan, y hasta las matan, estuvo presente en su discurso. Incluso la locutora tuvo que hacerle notar que cuando hablaba de la gestación subrogada no había pronunciado ni una sola vez la palabra mujer, como si el tema atañera de igual manera a los hombres o fuese un asunto al margen de la especie humana.

El señor Errejón comenzó su reflexión diciendo que todo el mundo tiene derecho a tener hijos. Sin más, lo que para un profesor de Ciencia Política resulta un análisis enormemente pobre como explicación de un tema que afecta a miles de mujeres, en su vida más íntima. Porque como experto que es en relaciones humanas tendría que saber que los derechos de unos no se pueden ejercer contra los derechos de los demás. El derecho a la paternidad no significa que para ejercerlo se pueda disponer del cuerpo de una mujer, bombardeándolo con hormonas, insertándole un óvulo propio o ajenofertilizado, y esperando que la gestación llegue a término para arrebatarle después el hijo, irreversiblemente. Y todo ello por dinero. Este profesor de política que clama diariamente contra la explotación de los trabajadores por los poderes económicos, no le afecta la explotación de las mujeres por todos los poderes: el capitalista y el patriarcal.

Si Errejón recordara la máxima de que la libertad de cada uno acaba donde comienza la de los demás, y se hubiera formado más en feminismo que en su indigesto mentor Laclau, no se pronunciaría con esa ligereza sobre el terrible drama que está ahora asediando a las mujeres pobres de varias áreas del mundo. Aquellas gobernadas por políticos que se han puesto al servicio de las grandes compañías farmacéuticas; de las agencias que buscan muchachas en las zonas rurales de la India, de Pakistán, de Bangladesh, de Ucrania, para contratar, por una aportación miserable que le entregan a la familia, sus ovarios, su matriz, su resistencia física, despreciando su dignidad como ser humano, sus sentimientos y emociones; de los machitos que quieren ser padres a costa de arrancarle el hijo a la mujer que lo ha gestado y parido.

No, señor Errejón, las mujeres no somos vasijas, ni probetas ni conejillos de Indias para hacer experimentos con nosotras ni tenemos nuestros vientres únicamente como fábrica de niños. Las mujeres no sólo invertimos en la maternidad los óvulos y las hormonas que fabrican nuestros ovarios, el calcio, los minerales y los nutrientes que van construyendo el feto; no sólo soportamos durante nueve meses que nuestra anatomía vaya cambiando hasta hacer casi irreconocible la persona que éramos antes de la fecundación; no sólo perdemos la turgencia de los pechos y la firmeza de los músculos en esa ímproba tarea de dar vida a otro ser humano, tan lentamente; no sólo perdemos la capacidad de movernos con agilidad, de realizar tareas pesadas y de realizar ejercicio durante nueve meses; no sólo padecemos dolores, desgarros, cesáreas, y a veces infecciones, en el gran trabajo del parto y necesitamos días para recuperarnos de tanto sufrimiento, sino que como seres conscientes de lo que nos está sucediendo invertimos sentimientos y emociones, esperanzas y temores, alegrías y miedos, en esa etapa trascendental de nuestra vida. Y de la misma manera que en la esclavitud no solamente se utiliza la capacidad laboral del trabajador sino la persona misma, y por eso es infame, manipular el cuerpo femenino para fertilizarlo, embarazarlo y después sustraerle el «producto», como si se tratara de que hubiera fabricado unos zapatos, es también infame.

Por ello es infame que políticos que pretenden trabajar por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, que denuncian las explotaciones y opresiones que sufren los trabajadores, que escriben largos manifiestos contra un sistema económico y político que condena a la miseria, a la ignorancia, a la tristeza y al dolor a millones de personas, sean tan crueles con las mujeres, para satisfacer los deseos que no las necesidades de unos cuantos hombres ricos.

Porque ser padre, o madre, es un derecho, pero no es una necesidad. Millones de hombres y de mujeres no tienen hijos por diversas circunstancias, ahora cada vez más voluntarias, y no les pasa nada. Las mujeres no somos vasijas ni probetas ni conejillos de Indias para ensayar experimentos científicos. Y añado: los hombres tampoco son sementales. Los hombres, aquellos que pueden enorgullecerse de serlo, tampoco deben aprovecharse de la miseria, de la indefensión, de la inmadurez de pobres muchachitas para satisfacer ese supuesto deseo de paternidad. Porque si realmente lo que les impulsa es la generosidad de cuidar a un niño, en el mundo existen millones de criaturas que necesitan padres y madres.

Pero esos cariñosos hombres que no adoptarían a los menores que lo necesitan lo que quieren es perpetuar su semen, del mismo modo que los patriarcas bíblicos. Por ellos no han pasado siglos de avances sociales y humanos que tienen que hacer respetar a las mujeres como seres humanos. Para ellos la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, de 1948, arrancada después de las horribles tragedias de las contiendas de los siglos XIX y XX, no hay que aplicarlas al sexo femenino, porque para ellos las mujeres no son más que eso: sexo y vientre reproductor.

Y tampoco les importan los derechos de los niños. Porque esas criaturas fabricadas a petición de los padres no tendrán nunca conocimiento de sus raíces, de sus antecesores, de la historia, de la cultura, de la biografía de su madre y de la familia de su madre. Privándole a esos nuevos hombres y mujeres el conocimiento de la comunidad humana de la que vienen. Fabricados como el monstruo de Frankenstein para dar satisfacción al deseo de quienes pueden pagarlo.

Y, ahora, en los momentos decisivos de este inmediato Congreso en que dirigentes y militantes de Podemos que tienen que definir y asentar de una vez qué clase de formación política van a ser, qué propósitos sociales tienen, qué programa defienden, qué podemos esperar de ellos y en qué manera confiaremos en que nos defiendan de tantos poderes depredadores y crueles que nos esclavizan, si sus militantes y dirigentes deciden que las mujeres pueden ser tratadas como ovejas o vacas, aprobando lo que llaman «maternidad subrogada», habrá que perder toda esperanza de que ese partido sea progresista y pueda cambiar la sociedad en nuestro beneficio.

Y si después de tantas declaraciones de feminismo como han hecho las mujeres de Podemos votan a favor de semejante infamia, quedará evidente que ni son feministas ni siquiera se han enterado de que son mujeres.

LIDIA FALCÓN

martes, 7 de febrero de 2017

La cooperación es mejor que el conflicto


Por qué comparten su territorio
el tamarino marrón y el tamarino emperador

Las asociaciones entre dos o más especies de monos son comunes en las selvas de África y de la América tropical, pero el motivo de esta unión de fuerzas no ha sido investigado hasta fecha muy reciente. En la región amazónica, cabe observar varios tipos de asociación mixta, uno de los cuales implica a dos miembros de la familia de los calitrícidos: el tamarino marrón (Saguinus fuscicollis) y el tamarino emperador (S. imperator). Estos dos monos, del tamaño de una ardilla, viven en amplios grupos familiares que abarcan de 2 a 10 individuos. En ciertas partes del sudeste del Perú es corriente ver juntos al tamarino marrón y al tamarino emperador, mas para averiguar por qué se asocian estas dos especies es necesario saber cómo se mantiene el contacto entre ambos grupos, y si sólo una o bien las dos especies participan en promover esta asociación. Si cada especie se une o sigue activamente a la otra, ello indica una interacción mutuamente beneficiosa. En cambio, si una se agrega y sigue de manera activa, en tanto la otra se muestra pasiva, evasiva u hostil, demuestra que la parte activa se beneficia, y no su asociada.

Al seguir a los tamarinos a través de la selva, se ha comprobado que los grupos asociados mantienen un contacto frecuente a través de intercambios vocales, y que con ellos pueden coordinar sus movimientos aunque no siempre estén a la vista unos de otros. Después de los períodos de separación, cada una de las especies puede reunirse con la otra, lo que implica que la asociación beneficia a ambos participantes.


Un hallazgo inesperado en el Perú fue el de que los grupos asociados viven dentro de una extensión común de límites territoriales, que defienden conjuntamente. Esta «coterritorialidad» entre especies no había sido observada todavía entre primates sudamericanos, aunque está bien documentada para ciertas especies de cercopitecos en África. Las pruebas disponibles sugieren claramente que esta interacción aporta beneficios a ambos asociados, pero hasta el momento no se sabe nada de la índole de tales beneficios. Las áreas más probables de ventaja mutua recaen en tres categorías: la detección de predadores, la defensa del territorio o bien una recogida más abundante de comida.

Ambas especies se muestran muy vigilantes y cada una responde en el acto a las llamadas de alarma de la otra, por lo que al parecer existe un intercambio más o menos equitativo de beneficios en forma de avisos sobre la presencia de predadores. No obstante, especies muy diferentes suelen responder a las alarmas dadas por otras sin que por ello compartan territorios, de modo que debe haber algún factor adicional que acabe de explicar la coterritorialidad de estas dos especies. Una posibilidad es que las especies asociadas cooperen para defender, o incluso ampliar, los territorios que comparten. Surgió casualmente una oportunidad para poner a prueba esta idea cuando un grupo de tamarinos marrones desapareció, dejando el territorio ocupado tan sólo por tamarinos emperador. La familia de tamarinos marrones que ocupaba el territorio adyacente con un segundo grupo de tamarinos emperador empezó entonces a utilizar ambos territorios, pasando de uno a otro por períodos de varios días. Aunque los dos grupos de tamarinos emperador se enfrentaban regularmente en su frontera común, la familia de tamarinos marrones mostraba relaciones amistosas con ambos grupos de tamarinos emperador, y durante sus pugnas permanecía discretamente neutral. Esta observación parece descartar la posibilidad de un refuerzo mutuo en la defensa territorial.


La tercera posibilidad es que esta asociación conduzca de algún modo a una explotación más eficiente de los recursos alimentarios. Las pruebas de que se dispone parecen apoyar esta idea. Aunque el tamarino marrón demuestre poseer técnicas más avanzadas y comer mayor cantidad de insectos, ambas especies son frugívoras y se alimentan de las mismas plantas, a menudo en la copa de un mismo árbol. Las especies vegetales más importantes en sus dietas son arbustos o trepadoras comunes que maduran gradualmente a lo largo de períodos de semanas o meses. Un territorio puede contener 50 o más plantas de una especie dada, cada una de las cuales será explotada por los tamarinos residentes. Sin embargo, cada planta es visitada tan sólo una vez en varios días. Al compartir un territorio común, viajar juntos y mantener un contacto constante, los grupos de tamarinos pueden regular efectivamente los intervalos entre las visitas, permitiendo que pase el tiempo suficiente para que se acumulen los frutos maduros. Si no compartieran el mismo territorio o si viajaran independientemente a través de él, ninguna de las dos especies sabría cuándo un árbol frutal ha sido ya visitado, y efectuaría frecuentes e infructuosas visitas a unos árboles despojados de sus frutos por la otra especie. Mediante esta cooperación, ambas especies pueden limitar al mínimo el número de visitas a árboles sin frutos, con lo que eluden a posibles predadores.

La relación entre las dos especies de tamarinos conduce, pues, a un tipo de acomodación muy poco frecuente. Al consumir los mismos tipos de fruto son, potencialmente, los competidores más encarnizados, pero al cooperar consiguen un más alto nivel de eficiencia en la recolección de los frutos de su territorio, superando con ello a otras especies que ignoran a sus vecinas.

JOHN W. TERBORGH
Natura. Enciclopedia de los Animales
Ediciones ORBIS, 1986.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Asesores israelíes dirigieron el genocidio de Ríos Montt en Guatemala


Un informe recién publicado señala que Israel proporcionó asesores militares, así como armas, durante la guerra sucia de Guatemala contra agricultores y trabajadores.

27 enero 2017

Un informe de investigación publicado por la Intifada Electrónica se refirió así al bien documentado, pero completamente olvidado, papel de Israel en la guerra sucia de la dictadura guatemalteca contra la población civil en los años ochenta.

Según el informe, Israel proporcionó entrenamiento militar a las tropas del dictador Ríos Montt, un hecho confirmado por el general a un reportero de ABC News, al que dijo que la toma del poder por su régimen fue tan suave «porque muchos de nuestros soldados fueron entrenados por israelíes».

Otros testimonios evocan los beneficios económicos obtenidos por Israel, que tenía unos 300 asesores militares en Guatemala en ese momento. Según el libro titulado Dangerous Liaison, de Andrew y Leslie Cockburn, el teniente coronel Amatzia Shuali dijo: «No me importa lo que hagan los gentiles con las armas. Lo principal es que los judíos se beneficiarán».

Israel vio la oportunidad de sacar dinero de aquella guerra cuando el gobierno de Jimmy Carter en EEUU restringió la ayuda militar a Guatemala después de que hubo un clamor de críticas internacionales por las violaciones a gran escala de los derechos humanos por parte del régimen del evangelista Ríos Montt.

El informe de Gabriel Schivone cita a Yaakov Meridor, entonces ministro israelí de Economía, «Vamos a decir a los estadounidenses: no compitan con nosotros en Taiwán; no compitan con nosotros en Sudáfrica (durante el régimen del apartheid); no compitan con nosotros en el Caribe o en otros lugares donde no se pueden vender armas directamente. Vamos a hacerlo nosotros».

«La cooperación militar entre Israel y Guatemala se remontó a los años sesenta», añadió la investigación. En el momento en que Ríos Montt llegó al poder, «Israel se había convertido en el principal proveedor de armas, entrenamiento militar, tecnología de vigilancia y otra asistencia vital a Guatemala en la guerra del Estado contra los izquierdistas urbanos y los mayas indígenas rurales», dijo el informe.

Más de 30.000 civiles fueron masacrados por los militares guatemaltecos dirigidos por asesores israelíes. Se trató de otro ejemplo de la política israelí de transferencia de la represión llevada a cabo en Palestina a las poblaciones latinoamericanas.