El pasado mes de mayo murió Jesús, compañero desde los inicios del renacer del Movimiento Libertario vallisoletano.
Discreto, trabajador, autodidacta y reflexivo como pocos, Jesús era todo eso y mucho más. Miembro activo del movimiento antimilitarista vallisoletano, Jesús fue uno de los primeros partidarios de la insumisión total en Valladolid, participando de manera activa en todas las acciones antimilitaristas que marcarían la ciudad durante los 90. Como el antimilitarismo era para él tan solo un aspecto a combatir de esta sociedad enloquecida que nos ha tocado vivir, en esta nueva era de los asesinos, a su iniciativa se debe la creación en 1991, a la sombra del final de la Guerra Fría y la Guerra del Golfo, del grupo Jóvenes Contra la Estupidez, que poco después se integró en el grupo Despertar Libertario (las Juventudes Libertarias de Valladolid, JJLL), formado por buena parte de la (ex)militancia del MOC de Valladolid.
La difusión de las ideas era algo fundamental para él, y a su iniciativa se debe que el primer cartel de las JJLL de Valladolid se dedicase a denunciar el racismo, siendo utilizado por inmigrantes marroquíes es su primera manifestación, en Madrid; o el cartel Rompe la Cadena, el primero de una serie de carteles de agitación de tamaño mural que marcarían Valladolid en su momento. Más importante aún fue su participación en el resurgir de la prensa anarquista en Valladolid: a iniciativa suya y de su hermano se debe la puesta en marcha del órgano de las JJLL de Valladolid (En la Línea del Frente) y, más tarde, de El Aullido. Esta labor pionera hizo posible que otros nos animásemos a poner en marcha Amor y Rabia a (tras nueve números de El Aullido), y continuó con la aparición de Internet, donde rápidamente Jesús y otros pusieron en marcha el Blog Los de Abajo a la Izquierda (más de 500.000 visitas a día de hoy), siendo —nuevamente pionero en la prensa anarquista vallisoletana (suya es la primera entrada del blog)—. Con el paso del tiempo se fue aproximando al marxismo, un marxismo primigenio e internacionalista, manteniendo al mismo tiempo el respeto hacia el anarquismo. Defensor de la Primera Internacional, para él la única institución internacional válida, despreciaba todo tipo de nacionalismo, tanto periférico como centralista, ofensivo o defensivo, todos, al contrario del algunos marxistas de hoy en día.
La pérdida de Jesús es, por todo esto y mucho más que no puede expresarse con palabras, un desastre y una advertencia. Un desastre, porque en cada generación surgen —desgraciadamente— pocas personas con iniciativa para luchar por un mundo mejor, y Jesús era una de ellas. Y una advertencia, porque aunque Jesús murió por propia decisión, sin duda jugó un papel importante su última lucha, con la empresa para la que trabajaba, que ni le pagó sus sueldos del año 2012 en su totalidad, ni completó todos los trámites tras despedirle, de manera que ni cobraba un sueldo ni podía cobrar el paro. Desgraciadamente, buena parte de la gente combativa de la generación de los 90 se ha dispersado, pese a que ahora es más cierto que nunca que la unión hace la fuerza. La muerte de Jesús debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de (re)organizarnos, y de (re)tomar la lucha contra el Estado, esa administración de la muerte que nunca ha dejado de combatirnos.
El mejor homenaje a Jesús es continuar la lucha de las ideas contra el poder. Por ello su muerte, que ha atravesado nuestro corazón como un cuchillo
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