COOPERACIÓN SOCIAL
La cooperación es un hábito frecuente en el mundo animal. Las hembras de los grandes delfines forman asociaciones con el objetivo de liberar a algunas de ellas cuando son secuestradas por un grupo de machos solteros. En cualquier sociedad, es muy habitual observar comportamientos de ayuda mutua, principalmente para favorecer a los más jóvenes. Al igual que los pingüinos emperador, los flamencos rosados disfrutan de guarderías colectivas, mientras que los cachorros de elefante, león, macaco y chacal quedan al cuidado de familiares que ayudan a las madres. El explorador Peter Freuchen fue testigo de la obstinación de una familia de seis lobos por liberar a un lobezno atrapado en un cepo. En situaciones de peligro, los bueyes almizcleros forman un círculo y reúnen en el centro a los pequeños.
Las avocetas, aves zancudas de largo pico curvado, muestran otra variante comportamiento altruista. Cuando se aproxima un peligro, el macho cojea ligeramente e incluso deja caer un ala para llamar la atención del predador sobre sí mismo y salvar así la vida de su nidada. Sin embargo, la ayuda mutua también incluye a los individuos adultos. El biólogo canadiense Paul Paquet ha podido observar la vida cotidiana de un viejo lobo, demasiado débil para cazar, que era alimentado por los miembros de la jauría de su comunidad a cambio de la vigilancia de los pequeños. Los delfines rasgan la malla de una red de pesca para liberar a un congénere capturado y llevarlo después a la superficie para que recobre el aliento. Cachalotes y ballenas rodean a las víctimas arponeadas, a riesgo de perder sus propias vidas.
SOLIDARIDAD
Brigitte Picquetpellorce, responsable de una organización que lucha contra el tráfico de animales de compañía, narra un hecho que observó en Tahití, donde los perros abandonados invaden las calles: «Uno es joven, bastante bonito, parece un pequeño grifón beige. El otro es más viejo, bastardo, blanco con una mancha negra en la espalda. Cruzan las calles con el semáforo en rojo por los pasos de cebra. El joven sale primero, se para en medio de la calle, deja pasar al mayor y se coloca detrás. Cuando mendigan alimento, siempre delante del mismo restaurante de donde saben que no les echarán, el joven limpio y guapo pide comida y la lleva a su compañero, que espera en la retaguardia». Remy Chauvin explica cómo el pájaro carbonero, que siempre responde cuando sus polluelos piden alimento, se muestra particularmente brusco cuando un pequeño ajeno a su nidada hace lo mismo. «Sin embargo —puntualiza Chauvin―, lo extraordinario es que la rigidez de su comportamiento es tan sólo aparente, puesto que el mismo polluelo extranjero, recibido a golpes mientras tenía padres, puede ser adoptado inmediatamente si es huérfano o se encuentra perdido.».
Para protegerse del ataque de los lobos, los bueyes almizcleros se agrupan en un círculo o un cuadrado defensivo y sitúan a los más jóvenes en el centro. El astrofísico Carl Sagan relata una experiencia de laboratorio que consiste en obligar a los simios a escoger entre administrar shocks eléctricos a sus congéneres o ser privados de la comida. Casi todos los simios se negaron a hacer sufrir a los suyos, hasta el punto de privarse de comida durante dos semanas.
Los especialistas de la evolución ven en los comportamientos altruistas una manifestación instintiva de supervivencia. Dicho de otro modo, según el genetista Richard Dawkins, la amistad en los animales se explicaría, genéticamente hablando, mediante el interés de éstos por preservar a los individuos de su propia especie. Pero, entonces, ¿cómo se interpretaría la ayuda mutua entre individuos de especies diferentes?
Karine Lou Matignon.
Emociones animales, RBA Libros, 2006.
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