Sir James Frazer, en su clásico texto sobre magia y religión [La rama dorada], describe varios tipos de pensamiento mágico. Uno de los fundamentales es la «ley del contagio». Según la teoría, una vez que un objeto ha estado en contacto con una persona, el objeto de alguna manera posee la «esencia» de ese individuo. En ciertos rituales mágicos, cuando alguien trata de hechizar a otro, tratará de obtener cabellos o recortes de uñas de su potencial víctima y utilizarlos para ejercer algún tipo de influencia (generalmente negativa) sobre ella.
El psicólogo Paul Rozin y sus colegas de la Universidad de Pensilvania quisieron saber si esta forma de pensar aún estaba vigente en la sociedad occidental moderna, y si acaso servía de sustento a cierta clase de prejuicios y de irracionalidad. Para averiguarlo, realizaron una serie de experimentos inusitados pero esclarecedores. Los investigadores les pidieron a los participantes:
«Indique cómo se sentiría usando un bonito y suave jersey azul, grande y voluminoso, modelo unisex. Se lavó hace unos pocos días, pero es nuevo, nunca ha sido usado ni es propiedad de persona alguna.»
Como era de esperar, las personas consultadas dijeron que no tendrían ningún problema en ponerse ese jersey. Posteriormente, los investigadores les pidieron que imaginasen que la prenda había sido utilizada por alguien que había contraído el SIDA debido a una transfusión de sangre. Les dijeron que el jersey había sido lavado pocos días atrás y que la persona con SIDA lo había usado apenas treinta minutos, pero entonces la gente ya no quiso usarlo. A pesar de que sabían que no había ningún riesgo de higiene ni de salud, la teoría supersticiosa del contagio entró en juego y ya no desearon ponérselo. Rozin y sus colegas variaron las características de los imaginarios dueños del jersey y descubrieron que la idea de que hubiese pertenecido a alguien que personificaba la maldad, tal como un asesino en serie o un líder fanático, provocaba un rechazo aún mayor en las personas. De hecho, los resultados de Rozin revelaron que la gente se pondría un jersey sin lavar que hubiese caído sobre heces de perro (dando lugar a una genuina preocupación por la salud), antes que una prenda lavada que alguna vez perteneció a un asesino en serie.
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