domingo, 10 de enero de 2021

El talón de Aquiles de la biosfera

Los hongos saprófitos son de vital
importancia para nuestros bosques.

Por LYNN MARGULIS y DORION SAGAN

Los hongos se parecen a los animales en que, al no ser capaces de producir alimento, dependen para su nutrición de las 'donaciones' de otros. Desde el punto de vista ecológico, sin embargo, ambos reinos son marcadamente distintos. Los hongos son indispensables para la formación del suelo al descomponer la roca intratable. Contribuyen al asentamiento del manto de vida en expansión. Son el talón de Aquiles de la biosfera.

Sin los hongos, las plantas y en última instancia todos los animales se quedarían sin suministro de fósforo (componente esencial del ADN, ARN y el ATP). También hacen de mediadores en los intersticios de las redes tróficas. Los sabios árabes que clasificaron los hongos entre los reinos vegetal y mineral no iban del todo desencaminados. Cuando los hongos toman posesión de un cuerpo, enseguida se pone de manifiesto su naturaleza material. Los cuerpos se convierten en humus rico en carbono. Los hongos descomponen cadáveres y se alimentan de tejidos vivos, como la piel de los pies sudorosos. Durante más de 400 millones de años sus esporas han estado dispersando micelios por una despensa a escala planetaria. Son los basureros de la biosfera, responsables de reciclar lo muerto.

Descomponen pan, frutas, cortezas, exoesqueletos de insectos, pelo, cuerno, monturas de lentes, celuloide, vigas, algodón, plumas, cabellos y uñas. Como equipos de limpieza portátiles, los hongos viajan alrededor del mundo en forma de esporas transportadas por el aire. Casi nada está exento de sus prestaciones gastronómicas. De hecho, su celo reciclador es tan grande que muchos comienzan a actuar aun antes de que el organismo haya muerto. En enfermedades como el pie de atleta o la tiña, los hongos se adelantan en su labor de redistribución de elementos en el seno de la biosfera.

Ya crezcan sobre la epidermis humana, ya descompongan las fibras de celulosa de la ropa o cubran de esporas grises los granos de uva, los hongos digieren las sobras de otros. Lo que para nosotros es «descomposición» para los hongos es el saludable crecimiento de una nueva generación. Sin hongos ni bacterias que descompongan las macromoléculas complejas, los cadáveres de plantas y animales se acumularían dejando el fósforo y el nitrógeno fuera de circulación.

En tierra, son los hongos los que se encargan de la mayor parte del tratamiento de desechos en la biosfera. A diferencia de los grupos humanos, que han sobrevivido como nómadas contaminadores durante generaciones, desplazándose y dejando atrás montones de basura, biosfera simplemente no puede arrojar sus desechos fuera de los confines planetarios. En la Tierra, la basura sólo se traslada de un sitio a otro. La especie humana se está aproximando ahora al grado de eficiencia sanitaria alcanzado hace 400 millones de años por los hongos, que no sólo eliminan la basura, también la reciclan. Así, suplementando la acción de las bacterias, reciclan carbono, nitrógeno, fósforo y demás; en un paisaje continental dominado por las plantas —y los animales— amplían la autopoyesis planetaria hasta la tierra seca, modificando permanentemente la superficie terrestre.

¿Qué es la vida?

(1996)

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