En este año 2007 (el año del delfín, según el PNUMA), el delfín lacustre chino o baiji es una de las últimas especies biológicas declarada extinguida, desde hace años ya no se ha logrado ver un ejemplar vivo en su hábitat natural de la cuenca del río Yangtsé, China, y el último ejemplar en cautividad murió en el 2002.
El baiji (Lipotes vexillifer) es, mejor dicho, fue una especie de cetáceo de agua dulce que no fue conocida por los zoólogos occidentales hasta 1914, forma parte del grupo de los delfines fluviales (familia taxonómica Platanistidae o superfamilia Platanistoidea, según los expertos,) que comparten características que difieren de los delfines marinos (Delphinidae) que más conocemos. Estas cinco especies (delfín del Indo, delfín del Ganges, delfín amazónico o boto, franciscana y el baiji) adaptadas a los ríos —exceptuando el delfín del Plata o franciscana que también vive en las costas atlánticas de Brasil y Argentina—, están provistos de hocicos largos y finos, ojos muy pequeños (casi ciegos), tienen uno de los sentidos de ecolocación más desarrollados, aleta dorsal pequeña y pueden mover el cuello. Aunque no sean los únicos cetáceos de hábitos dulceacuícolas.
Otra especie biológica más a añadir a la larga lista de animales desaparecidos por la acción humana en los últimos siglos, como lo fue el uro euroasiático, el alca gigante del Atlántico Norte, los moas de Nueva Zelanda, el dodo de isla Mauricio, la paloma migradora norteamericana, la vaca marina de Steller del Pacífico Norte y el tilacino o lobo marsupial australiano, entre otros.
Todos los seres vivos somos el resultado de miles de millones de años de evolución, incluidos los humanos. El ritmo actual de exterminio de especies biológicas es equiparable a las extinciones masivas del pasado geológico. ¿Para qué preocuparse de las extinciones actuales, sí las hubo anteriormente? Es ley de vida. Si todos vamos a morir algún día, ¿por qué ir al médico cuando enfermamos? Porque nuestro planeta es como una gran factoría, la biosfera.
Una fábrica suele estar compuesta de varias secciones o departamentos, éstas tienen su determinada maquinaria y las máquinas están compuestas de piezas con sus determinadas funciones. Sí empezamos a despojar de alguna o varias piezas a una o el resto de las máquinas, llegarán éstas a dejar de funcionar; al fallar las máquinas, afectaran a sus correspondientes departamentos y, por ende, a la fábrica en total. Pues bien, el planeta Tierra es como una gran fábrica, los respectivos biomas sus departamentos, los ecosistemas son las máquinas, y las especies son las piezas. No se sabe cuál es la pieza clave que determinaría nuestra propia extinción, pero cuando lo sepamos, esperemos que no sea tarde. La preocupación por la reducción de la biodiversidad tiene su lógica. No la cagemos.
En la última expedición, del año pasado, en China para localizar a los últimos baijis ha dado resultado nulo. Se cree que pueda quedar algún ejemplar aislado, por eso se ha declarado a la especie «funcionalmente extinguida». Y sólo nos queda el recuerdo del último canto del baiji.
El baiji (Lipotes vexillifer) es, mejor dicho, fue una especie de cetáceo de agua dulce que no fue conocida por los zoólogos occidentales hasta 1914, forma parte del grupo de los delfines fluviales (familia taxonómica Platanistidae o superfamilia Platanistoidea, según los expertos,) que comparten características que difieren de los delfines marinos (Delphinidae) que más conocemos. Estas cinco especies (delfín del Indo, delfín del Ganges, delfín amazónico o boto, franciscana y el baiji) adaptadas a los ríos —exceptuando el delfín del Plata o franciscana que también vive en las costas atlánticas de Brasil y Argentina—, están provistos de hocicos largos y finos, ojos muy pequeños (casi ciegos), tienen uno de los sentidos de ecolocación más desarrollados, aleta dorsal pequeña y pueden mover el cuello. Aunque no sean los únicos cetáceos de hábitos dulceacuícolas.
Otra especie biológica más a añadir a la larga lista de animales desaparecidos por la acción humana en los últimos siglos, como lo fue el uro euroasiático, el alca gigante del Atlántico Norte, los moas de Nueva Zelanda, el dodo de isla Mauricio, la paloma migradora norteamericana, la vaca marina de Steller del Pacífico Norte y el tilacino o lobo marsupial australiano, entre otros.
Todos los seres vivos somos el resultado de miles de millones de años de evolución, incluidos los humanos. El ritmo actual de exterminio de especies biológicas es equiparable a las extinciones masivas del pasado geológico. ¿Para qué preocuparse de las extinciones actuales, sí las hubo anteriormente? Es ley de vida. Si todos vamos a morir algún día, ¿por qué ir al médico cuando enfermamos? Porque nuestro planeta es como una gran factoría, la biosfera.
Una fábrica suele estar compuesta de varias secciones o departamentos, éstas tienen su determinada maquinaria y las máquinas están compuestas de piezas con sus determinadas funciones. Sí empezamos a despojar de alguna o varias piezas a una o el resto de las máquinas, llegarán éstas a dejar de funcionar; al fallar las máquinas, afectaran a sus correspondientes departamentos y, por ende, a la fábrica en total. Pues bien, el planeta Tierra es como una gran fábrica, los respectivos biomas sus departamentos, los ecosistemas son las máquinas, y las especies son las piezas. No se sabe cuál es la pieza clave que determinaría nuestra propia extinción, pero cuando lo sepamos, esperemos que no sea tarde. La preocupación por la reducción de la biodiversidad tiene su lógica. No la cagemos.
En la última expedición, del año pasado, en China para localizar a los últimos baijis ha dado resultado nulo. Se cree que pueda quedar algún ejemplar aislado, por eso se ha declarado a la especie «funcionalmente extinguida». Y sólo nos queda el recuerdo del último canto del baiji.
4 comentarios:
Si serán inteligentes estos animales que incluso saben extinguirse en el año en su honor.
En fin, una pena.
Esperemos que no le siga el paso nuestro lince ibérico.
Ufffff, tranquilo, que ese va justo detrás
Se dice en estas fechas del año 2007, en agosto, que se ha observado un ejemplar salvaje y vivo de este delfín chino. La declaración de "funcionalmente extinguida" es válida; porque la existencia de uno o pocos ejemplares vivos, no garantizan la supervivencia de esta especie biológica que está condenada irremediablemente a la extinción (pudiendola haber prevenido con antelación años atras, ahora es tarde).
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