Ateneo Libertario Gregorio Baticón de Valladolid
(11/07/2004)
(11/07/2004)
1. INTRODUCCIÓN
Para empezar cabría preguntarse por qué hemos escogido este tema. Lo cierto es que lo hemos hecho porque tras las protestas contra la guerra imperialista contra Irak nadie parece darse cuenta que la intervención en Haití de la UE (con Francia a la cabeza) y EE.UU. con el beneplácito de la ONU es una operación de naturaleza igualmente imperialista y genocida. Y ya que la mayor parte de la izquierda de este país está vendida a los intereses del llamado eje franco-alemán nos toca a nosotros intentar abrir los ojos de los sectores sociales sensibilizados con estos temas, tal y como lo hicimos durante la agresión de occidente contra Yugoslavia hace cinco años.
2. EL TRASFONDO HISTÓRICO DE LA PENOSA SITUACIÓN DE HAITÍ
A través de los medios de comunicación nos ha llegado una imagen engañosa de Haití. Nos dicen que es el país más pobre del hemisferio oeste, que apenas hay educación ni sanidad, que ha sido machacado por incontables dictaduras, que está permanente sacudido por la violencia, etc. Todo eso es cierto pero presentado así, sin más explicaciones, hace creer a los telespectadores que la culpa es de los haitianos, que son un desastre y no saben organizarse solos, y que necesitan la intervención del mundo desarrollado para protegerlos de sí mismos. Pero este argumento es falso, además de paternalista y racista.
Parece que hay mucha gente empeñada en olvidar que uno de los primeros países del hoy llamado Tercer Mundo en rebelarse contra el imperialismo fue un pequeño país de esclavos llamado Haití. Haití fue una colonia francesa desde 1671 y durante XVIII proporcionaba más ingresos a Francia que las trece colonias a Gran Bretaña. Esto posibilitó que la burguesía francesa acumulara el capital suficiente para convertir a Francia en una potencia imperial. Pero los esclavos se rebelaron en 1791 al darse cuenta que el lema de «libertad, igualdad y fraternidad» proclamado en Francia al parecer no iba con ellos y además vencieron a sus amos.
Esto se convirtió en un ejemplo para todas las colonias administradas por las distintas potencias occidentales. Pero para los colonialistas era, ante todo, un mal ejemplo. El imperialismo francés había sido humillado. No obstante, a EE.UU. tampoco le interesaba que un Haití liberado influyera en los esclavos de sus estados del sur. Pero Haití no rompió con el capitalismo (fue una revolución liberal) y el nuevo gobierno independiente pronto vio que al romper con Francia se había perdido la principal fuente de inversiones. Además las guerras habían dejado al país en la bancarrota. Se busca restablecer el comercio y las relaciones con Francia, pero ésta sigue con su mentalidad colonialista y puso como condición que los haitianos pagaran una compensación a sus antiguos amos, que habían perdido un negocio redondo. La compensación era tan grande que el estado de Haití tuvo que endeudarse con los bancos privados franceses para intentar pagarla. Esto condenó a Haití a una deuda casi eterna y fue la excusa para todo tipo de intervenciones neocoloniales por parte de Francia.
Además en 1915 el presidente norteamericano Wilson aprovechando una intervención militar en contra de la Revolución Mexicana ocupó la isla de Santo Domingo. En Haití, los norteamericanos abolieron la cláusula de la Constitución que impedía a los extranjeros comprar tierras, se adueñaron del Banco Nacional y reorganizaron la economía haitiana con la excusa de garantizar pagos más fiables de la deuda externa. Esto es básicamente lo que hace hoy día el FMI con los países del Tercer Mundo a través de sus programas de «ajuste estructural». Además entrenaron una fuerza militar que se dedicó a reprimir revueltas sociales y huelgas (como las de 1929.) El ejército se mantiene en el poder a través de dictaduras militares hasta que el dictador civil François Duvalier llega al poder y su clan se perpetúa en el poder hasta 1986. Los EE.UU. apoyaron este régimen, que era anticomunista y que exterminaba a cualquier opositor gracias a su terrible policía, los Tonton Macoutes.
3. ARISTIDE Y EL FANMI LAVALAS
En los 80 surge la figura de Aristide. Aristide, estudió lingüística, psicología y filosofía en seminarios salesianos y en la universidad pública haitiana y se ordenó sacerdote. Estuvo influenciado por la Teología de la Liberación. Predicó en los barrios chabolistas de Puerto Príncipe contra la dictadura, y la iglesia católica lo mandó bien lejos, a estudiar arqueología en Oriente Medio y luego lo ubicó en Canadá. En 1985 vuelve a Haití y se unió al movimiento popular contra la dictadura de Baby Doc, el hijo de Duvalier. En 1986 Baby Doc sale huyendo a Francia por la presión popular pero el general Namphy da un golpe de estado e impone de nuevo una dictadura militar. Las elecciones de 1987 se suspenden. En 1989 la oleada de huelgas y movilizaciones unidas a una rebelión de soldados contra oficiales derrocan a Namphy, pero otro general, Avril, da un contragolpe y reprime a los rebeldes. Mientras tanto la oposición se organiza entorno al partido Fanmi Lavalas, el partido de Aristide, y los macoutes siguen reprimiendo cualquier tipo de avance de la izquierda.
En 1990 el general Avril fue derrocado por la presión popular y se convocan por fin elecciones. En ellas Aristide saca el 67% de los votos frente al 14% del candidato favorito de EE.UU., Marc Bazin, economista del Banco Mundial y ex ministro del dictador Duvalier. La élite de Haití se apresuró a desestabilizar la situación con otro golpe pero fracasó. De todas formas el poder de Aristide era limitado porque su partido era minoritario en el parlamento. Aun así llevó a cabo algunas reformas (en el campo de la agricultura, la educación y de los derechos humanos) que, aunque tímidas no gustaron a la burguesía local. Y todo ello mientras seguía actuando el terror de los macoutes entrenados por la CIA.
4. LA DICTADURA MILITAR DE 1991-1994
En 1991 el general Cédras da un golpe de estado y se dedica a ejercer una brutal represión para desmantelar el tejido social generado por el Lavalas en los barrios más pobres de Haití (matanza de Raboteau en la ciudad de Gonaïves 1994.) En lo económico se sigue a pies juntillas el programa ideado por el FMI para Haití, puramente neoliberal. Bazin, llamado por la Junta Militar, se encargó de ello. Según Peter Hallward «las recetas del FMI para la desesperada pobreza de Haití suponían nuevos recortes en unos salarios que ya se habían hundido a niveles de hambre, la privatización del sector público, la reorientación de la producción doméstica hacia los cultivos populares en los supermercados estadounidenses y la eliminación de aranceles a las importaciones.»
Además, Haití, uno de los más grandes productores de arroz se vio inundado de arroz norteamericano subvencionado contra el que no podía competir porque el programa del FMI había eliminado las subvenciones a la agricultura haitiana. Ni que decir tiene que la producción nacional de arroz prácticamente desapareció. Algo parecido le pasó a la cabaña de cerdos haitiana que se sacrificó para disipar los temores estadounidenses ante un brote de peste porcina.
Todo ello, unido a la feroz represión de la dictadura contra el sindicalismo hace que se asienten empresas textiles norteamericanas que hacen trabajar a los haitianos por 11 centavos a la hora en condiciones infrahumanas, aunque la mayoría de ellos sigue en el paro, es decir, rebuscando entre las basuras. A medida que se incrementa la pobreza y la represión en Haití se incrementa, mayor número de haitianos quiere escapar hacia EE.UU. Pero estos balseros, como los de la República Dominicana, y a diferencia de los de Cuba, no salen por televisión.
Otro aspecto poco comentado de la dictadura militar (1991-1994) fue la implicación de las huestes de Cedras en el tráfico de droga. Según M. Chossudovsky, «bajo la dictadura militar, el tráfico de narcóticos, fue protegido por la junta militar, que a su vez estaba apoyada por la CIA». Más concretamente, Haití es un paso intermedio para la cocaína que viaja desde Colombia a los EE.UU. (y especialmente a Miami) donde la droga financia al crimen organizado y a las instituciones financieras que se dedican a lavar el dinero procedente del narcotráfico. Y esto es algo que reconoce la propia DEA norteamericana y que además está recogido en un informe redactado por un senador llamado John Kerry [1].
Mientras tanto Aristide está en una especie de exilio-secuestro en Washington. Al ganar las elecciones los demócratas de Clinton, éstos intentan un acuerdo con Aristide. La oleada de refugiados era muy molesta para EE.UU. y mandan de vuelta a Aristide a Haití con la condición de que siga los dictados del FMI y que no toque un pelo a los golpistas. Aristide, sabedor de lo que implica gobernar Haití de espaldas a EE.UU., acepta las desorbitadas exigencias de la superpotencia. Un enviado de la ONU a Haití, Lakhdar Brahimi, lo dijo claro: ni EE.UU. ni la ONU tolerarían que Aristide acabara con el monopolio que mantenía la élite sobre el poder económico.
5. EL RETORNO DE ARISTIDE
En 1994 Aristide vuelve a Haití y en 1995 vuelve a ganar con el 87% de los votos en unas elecciones. Aristide viene acompañado de 20.000 soldados americanos cuya misión era, según los medios de comunicación occidentales, proteger al líder haitiano, pero en realidad venían a evitar una más que probable rebelión popular contra la junta militar y su política neoliberal. El gobierno de Aristide se restablece pero en él el FMI introduce a gran número de sus peones que se encargan de obstaculizar cualquier intento de Aristide y los suyos de realizar una política económica progresista.
La aceptación por parte del líder haitiano de este estado de cosas le supuso las críticas de cierta parte de la izquierda. Aún así se produjeron ocasionales ocupaciones de tierras y casas sin que el gobierno lo reprimiera. Por primera vez la propiedad privada era algo vulnerable. Además Aristide disuelve (aunque no desarma) el ejército haitiano, tantas veces implicado en golpes de estado involucionistas. Y lo cierto es que Aristide siguió siendo el líder más apreciado por el pueblo haitiano pero también el más odiado por la élite de este país, cuya única obsesión era acabar con él de una vez por todas.
6. LAS ELECCIONES DE MAYO DE 2000 Y LA «OPCIÓN CERO»
Pese al apoyo popular al Lavalas ni Aristide ni su sucesor en 1996 contó con el apoyo del parlamento copado por elementos derechistas, lo que les hizo gobernar con las manos atadas. Pero en las decisivas elecciones parlamentarias y locales de mayo de 2000 el partido de Aristide se hace con el control del estado a todos los niveles. Tanto la derecha anti-Aristide como cierta parte de la izquierda que le reprochó el no enfrentarse frontalmente con EE.UU. y el FMI se dieron cuenta de que no había posibilidad de derrocar por las urnas al Lavalas en un futuro previsible.
En el verano de ese mismo año la minoritaria oposición a Aristide (la pro-FMI y pro-EE.UU. OPL, grupos evangélicos de extrema derecha, poderosos empresarios y ex duvalieristas) se une en la Convergencia Democrática, abiertamente reaccionaria, y hace campaña por la llamada «Opción Cero», a saber, la anulación de las elecciones de 2000 y la inhabilitación de Aristide como futuro candidato en futuras elecciones. Además emprenden una campaña de intoxicación informativa para presentar al Lavalas como un partido corrupto, violento y autoritario. Para ello extendieron la idea de que las elecciones de mayo del 2000 habían sido fraudulentas. Pero lo cierto es que el Center for International Policy, abiertamente anti-Aristide, reconoció que las citadas elecciones eran las mejores hasta el momento en Haití. Además en noviembre de 2000 Aristide gana las elecciones presidenciales con el 92 % de los votos.
Sin embargo, el gobierno de Clinton decide dar crédito a las objeciones de la minoritaria oposición a Aristide y decreta un embargo de la ayuda exterior a Haití. Esto hundió aún más la economía haitiana. El PIB de Haití cae en picado y el paro llega al 70%. La mayoría de los haitianos no tienen acceso a los medicamentos más básicos, ni apenas al agua potable. Aristide vuelve a aceptar exigencias abusivas de la oposición: obligó a senadores electos a dimitir, aceptó la participación de ex duvalieristas en su gobierno y modificó Comité Electoral Provisional para que los resultados electorales fueran más favorables a la oposición. A pesar de todo, una vez hecho esto, EE.UU. se negó a levantar el embargo. Por otra parte la oposición no tenía ningún reparo en pedir públicamente una nueva invasión estadounidense para deshacerse definitivamente de Haití y reconstruir el golpista ejército haitiano.
7. EL PAPEL DE FRANCIA
La desesperada situación económica lleva a Aristide a dirigirse al gobierno francés. El día del Bicentenario de la Independencia de Haití Aristide propone a Francia que reembolse a Haití los 90 millones de francos que la metrópoli hizo pagar a su colonia por la pérdida de los pingües beneficios obtenidos del trabajo esclavo. Esta demanda fue apoyada por la mayoría de la población de Haití, Latinoamérica y África. El gobierno francés primero se mostró irónico ante el atrevimiento pero luego se puso nervioso: de nuevo Haití estaba dando mal ejemplo al Tercer Mundo, en especial a las empobrecidas ex colonias francesas, atrapadas por la deuda externa.
Ante tamaño descaro por parte de un país pequeño, el gobierno francés y la práctica totalidad de los medios de comunicación franceses se unieron a la campaña de intoxicación mediática llevada a cabo por los EE.UU. y sus títeres del movimiento anti-Lavalas de Haití. Así Chirac llega a decir que Francia no admite peticiones de un gobierno «corrupto» y «autoritario» al tiempo que se alegra de que la oposición a Aristide no apoye la petición del reembolso de la deuda.
Inmediatamente el Ministerio de Asuntos Exteriores francés crea una comisión que elabora un informe en el que se afirma que la situación de Haití es crítica y que Francia se sumará a los esfuerzos de la administración Bush por normalizar el país. Es decir, que veladamente Francia le dice a EE.UU. que una intervención por su parte contará con el apoyo francés y que tal intervención tendrá que ser de carácter militar, porque, según se reconoce en el informe Aristide cuenta con la simpatía de la mayor parte del pueblo haitiano.
8. EL GOLPE DEFINITIVO
Las primeras tentativas armadas de derrocar a Aristide y al gobierno de Lavalas datan del verano de 2001 al poco tiempo de que ciertas facciones de la oposición entraran en conversaciones con Aristide para acabar con el clima de enfrentamiento en Haití. Fue entonces cuando, desde el otro lado de la frontera con la República Dominicana, comandos de mercenarios entrenados por la CIA y dirigidos por antiguos militares golpistas haitianos exiliados en el país vecino empiezan a atacar cuarteles de la policía en Haití. El gobierno haitiano detuvo a 35 sospechosos de estar implicados en los hechos, y como algunos de ellos eran seguidores de la oposición, ésta enseguida interrumpió las conversaciones con el gobierno de Aristide. Y eso era precisamente lo que buscaba EE.UU. A partir de entonces los ataques de ex golpistas y mercenarios entrenados por Washington contra simpatizantes del Lavalas fueron constantes. Y al defenderse estos últimos la violencia se generalizó. Por un lado, estaban las guerrillas procedentes de la frontera dominicana encabezada por el ex militar golpista Guy Philippe (que formó parte de la junta militar de 1990-1994 y fue entrenado por fuerzas especiales de EE.UU. en Ecuador) y el criminal Jodel Chamblain, antiguo miembro de los sanguinarios Tonton Macoutes. Y por otro en lado, desde Gonaives en el interior de Haití, se alza en armas Jean Tatoune, uno de los implicados en la matanza de Raboteau en 1994, ahora al frente de una banda paramilitar llamada «ejercito caníbal».
Todo este clima de violencia ha servido de excusa al imperialismo norteamericano y francés para disfrazar su intervención de «humanitaria», a pesar de que esta violencia es fruto, precisamente, del imperialismo. Y como una pequeña nación como Haití les importa un bledo a las potencias que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, ésta ha plantado su banderita azul al frente de las tropas ocupación franco-americanas. Unas tropas de ocupación que está operando casi exclusivamente en localidades pro-Aristide y que sólo disparan contra seguidores de Lavalas. Unas tropas que han apoyado un «gobierno de unidad nacional» que está mayoritariamente compuesto por miembros de la élite tradicional. Unas tropas que se han comprometido a ayudar al nuevo gobierno-títere a reconstruir el ejército golpista disuelto por Aristide. Unas tropas a las que se han unido soldados y guardias civiles españoles por decisión del PSOE, que tanto protestó contra la guerra de Irak, y lo que es más curioso aún, con el apoyo de Izquierda Unida y de Ezquerra Republicana de Cataluña, que también gritaban a voz en cuello eso de «No a la guerra». Pero, claro está, eso no se aplica a las guerras «humanitarias» en las que participa Francia.
9. OTRA VEZ LA MANIPULACIÓN INFORMATIVA
Aquí el papel de los medios ha sido otra vez fundamental. Si durante la invasión de Irak a manos de los norteamericanos y sus aliados algunos medios afines al núcleo duro de la UE como El País, Telecinco, etc. se dedicaron a filtrar información que ponía en solfa las razones aducidas por EE.UU. para atacar Irak y movilizaban a miles de personas, ahora los medios tanto norteamericanos como europeos silencian los verdaderos motivos de la invasión de Haití y escupen sin parar propaganda imperialista. Al parecer se ha escogido el modelo de intoxicación mediática que se utilizó con éxito contra Milosevic en Yugoslavia o sin éxito contra Chávez en Venezuela. Así se nos presenta una historieta de una oposición que lucha por la libertad frente un gobierno corrupto y dictatorial que, como ha manipulado las elecciones hay que vencerlo a través de una insurrección popular. Este cuento de hadas es un anzuelo que puede morder fácilmente la izquierda superficial y folclórica de nuestro país, pero que no resiste la más mínima crítica de un observador con más de dos dedos de frente. La oposición «democrática» haitiana está dirigida por el grupo G-184, liderado por el Sr. Andy Apaid, un magnate norteamericano de padres haitianos, que es propietario de las mayores plantas industriales de Haití donde la población trabaja en condiciones infrahumanas por salarios de miseria durante 78 horas a la semana. La compañía de Apaid además apoyó el golpe de militar que bañó en sangre el país de 1990 a 1994. Esta oposición «civil» está aliada con los paramilitares comandados por el asesino Guy Philippe, que tomó parte en la matanza de Raboteau durante la dictadura de Raoul Cédras, un gobierno genocida que se lucraba del tráfico de drogas. Esta oposición «civil» y «democrática» además representa los intereses de la oligarquía haitiana y es minoritaria, por lo que no es capaz de ganar las elecciones al movimiento Lavalas y por eso su única vía para llegar el poder es dar un golpe de estado. Los paralelismos con la manipulación en torno a Chávez y a Milosevic son más que evidentes.
Por otra parte la misión de la ONU no es más que la reinstauración de un narcoestado neocolonial como el que administra las Naciones Unidas en Kosovo. Y es que las similitudes con el modelo de Kosovo no pueden ser más acusadas: Si el ELK pasó a ser la policía del Kosovo «liberado» con un simple cambio de nombre y de uniforme, en Haití la ONU hará lo propio con las sanguinarias milicias de Guy Philippe. Si el narcotráfico floreció en Kosovo ante las barbas de las Naciones Unidas aquí también lo hará. Y si los protegidos de los cascos azules se dedican a la cacería del disidente, nadie, una vez más, verá ni oirá cosa alguna. De eso ya se encargan los medios de comunicación del mundo «civilizado».
NOTA:
[1] John Kerry fue candidato demócrata a la presidencia de EE.UU. en las elecciones de noviembre del 2004 en las que venció George W. Bush. La imagen progresista que la prensa dio de él, no pudo ser más falsa.
2 comentarios:
Como ayuda humanitaria yo les mandaría a los haitianos monigotes con las caras de los líderes occidentales y muchas muchas muchas agujas...
Por la «Red de redes» han surgido muchas tonterías sobre las causas del terremoto, que es un hecho natural, aunque catastrófico, que no tiene nada que ver con supuestas conspiraciones.
Este texto es de una charla-conferencia pronunciada por el 2004, en donde se denunciaba y comentaba la intromisión de las potencias occidentales en el país caribeño (uno de los más pobres del mundo), que para nada ha servido de mucho para su prosperidad, como lo ha demostrado la reciente catástrofe natural. Un terremoto que ha devastado más, de lo que estaba, el país. Aunque se le esté enviando ayuda internacional, carece de las infraestructuras y medios necesarios (porque muchas no existían antes), lo que va hacer muy difícil o prácticamente imposible su recuperación, a corto plazo (a pesar de las muy buenas intenciones solidarias de los habitantes de los países desarrollados). Y esta entrada ayuda a comprender algo o a esclarecerlo.
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