Por Jacques Prévert
Padre nuestro que estás en los cielos
Sigue allí
Y nosotros seguiremos en la tierra
A veces tan linda
Con los misterios de Nueva York
Y los misterios de París
Que bien valen los de la Trinidad
Con el pequeño canal del Ourcq
La Gran Muralla China
El río de Morlaix
Los bombones de menta
El océano Pacífico
Y las dos fuentes de las Tullerías
Con los niños buenos y los tipos malos
Con todas las maravillas del mundo
Que están aquí
Simplemente en la tierra
Al alcance de todo el mundo
Dispersas
Maravilladas ellas mismas de ser tales maravillas
Y sin atreverse a confesárselo
Como una jovencita desnuda que no se atreve a mostrarse
Con las espantosas desgracias del mundo
Que son legión
Con los legionarios
Con los verdugos
Con los poderosos de este mundo
Los poderosos con sus sacerdotes sus traidores y sus reitres
Con las estaciones
Con los años
Con las chicas bonitas y con los viejos verdes
Con los jergones de la miseria pudriéndose entre el acero de los cañones
Padre nuestro que estás en los cielos
Sigue allí
Y nosotros seguiremos en la tierra
A veces tan linda
Con los misterios de Nueva York
Y los misterios de París
Que bien valen los de la Trinidad
Con el pequeño canal del Ourcq
La Gran Muralla China
El río de Morlaix
Los bombones de menta
El océano Pacífico
Y las dos fuentes de las Tullerías
Con los niños buenos y los tipos malos
Con todas las maravillas del mundo
Que están aquí
Simplemente en la tierra
Al alcance de todo el mundo
Dispersas
Maravilladas ellas mismas de ser tales maravillas
Y sin atreverse a confesárselo
Como una jovencita desnuda que no se atreve a mostrarse
Con las espantosas desgracias del mundo
Que son legión
Con los legionarios
Con los verdugos
Con los poderosos de este mundo
Los poderosos con sus sacerdotes sus traidores y sus reitres
Con las estaciones
Con los años
Con las chicas bonitas y con los viejos verdes
Con los jergones de la miseria pudriéndose entre el acero de los cañones
Jacques Prévert, el fresco del barrio.
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