domingo, 1 de abril de 2007

Antisemitismo medieval

Según EL DICCIONARIO «LAROUSSE» DE HISTORIA UNIVERSAL el antisemitismo se define como: «Doctrina o actitud de quienes son hostiles a los judíos y proponen contra ellos medidas discriminatorias».

A lo largo de la historia europea la persecución y segregación de los judíos viene ya desde la época de la antigua Roma imperial, especialmente desde que el cristianismo es la religión oficial del Imperio. Debido a la actitud antisemita que la Iglesia ha mantenido desde sus orígenes al responsabilizar al pueblo de Israel del asesinato de Jesucristo. Y buena parte de las matanzas eran fomentadas desde los púlpitos.

Durante las Cruzadas, con el avance por toda Europa de los cruzados hacia Tierra Santa, muchas juderías eran masacradas. Werner Keller en su Historia del pueblo judío dice:

Una bula pontificia anunciaba que todos los que tomaran parte en la guerra santa quedarían libres del pago de las deudas a sus acreedores. El abad Pierre de Cluny, uno de los más ardorosos propagandistas de la nueva Cruzada (1146), empezó una campaña de agitación contra los judíos. «¿Para qué tenemos que ir a buscar a los enemigos de Cristo a lejanos países», escribió al rey de Francia, «si los sacrílegos judíos, que son mucho peores que los sarracenos, viven entre nosotros y profanan impunemente a Cristo y a su Iglesia?... Yo no pido que esta gente, sobre la que pesa la maldición, sean reos de muerte, pues está escrito: ¡no matarás! Dios no quiere que sean exterminados; más bien, igual que el fratricida Caín, deben continuar existiendo para que sufran grandes tormentos y gran vergüenza y a fin de que la vida les sea más amarga que la muerte misma. Son miserables, sometidos, oprimidos, temerosos, y así deben continuar hasta que se hayan dirigido hacia el camino de salvación. No debes matarlos, sino castigarlos de una forma adecuada a su bajeza». Su proposición significaba confiscar todos los bienes de los judíos para financiar la Cruzada.

En la región del Rin, el monje Radolfo fue de ciudad en ciudad predicando la conversión o el exterminio de los judíos: «¡Vengaos primero de los enemigos de Cristo que viven entre nosotros y marchad luego a luchar contra los turcos!»

También es verdad que muchos obispos y cardenales intercedían a favor de los judíos y los protegían, no hay que negarlo. Pero el sentimiento antisemita popular era alentado por los clérigos, y esto no impidió que durante el Concilio de Letrán en 1179, se formulasen varías leyes antijudías:

Los temores de los judíos no habían sido infundados, pues el nuevo concilio fue todavía más allá en sus disposiciones. El cuarto sínodo de Letrán celebrado en el año 1215 en Roma, sentó definitivamente las bases para el futuro ocaso de las comunidades judías en toda Europa: decretó la prohibición de ejercer profesiones cristianas y el aislamiento de los judíos dentro de la sociedad cristiana. «Con estas dos disposiciones se señaló a los judíos como una especie de infrahombres», dice el profesor Edmund Schopen, «a los que, si bien no se podía perseguir con violencia, tampoco estaba permitido convivir socialmente con ellos».

Las persecuciones y conversiones forzosas de los judíos se solían hacer con más frecuencia durante la primavera, coincidiendo en muchos casos con la Semana Santa, como bien refleja la entrada sobre el antisemitismo del DICCIONARIO «LAROUSSE» citado, cuando habla de la Edad Media:

Las manifestaciones más o menos populares, a veces fomentadas, de la hostilidad contra los judíos se plasmaron en una serie de ataques, aislados o en masa, que solían producirse anualmente, durante la Semana Santa, o bien sin regularidad cronológica, aunque sí con frecuencia con excusas muy variadas…

Además de ser acusados como deicidas; a los judíos se les atribuían sacrificios rituales de cristianos, especialmente niños, para sus celebraciones religiosas (el Libelo de sangre); o la traición criminal de Judas; así, como de usureros y responsables de epidemias y sequías, como las que se produjeron en el siglo XIV.

Cuenta el medievalista Julio Valdeón en un artículo de Historia 16:

Las arremetidas contra la población hebrea fueron in crescendo a lo largo de la decimocuarta centuria, lo mismo en tierras navarras que catalanas o castellanas. El primer chispazo de violencia generalizada se produjo en Navarra. Las persecuciones antisemitas llevadas a cabo por los pastorelos en el Sur de Francia en los primeros años del siglo ejercieron, sin duda, su influencia. En 1328, coincidiendo con la muerte del monarca Carlos IV y la crisis dinástica abierta, bandas de matadores de judíos, alentadas por predicadores incendiarios (como el franciscano Pedro Olligoyen) se lanzaron al asalto de las aljamas hebraicas del reino navarro…

Otra vez los clérigos por el medio. A mediados del siglo XIV, llegó a Europa una epidemia que arrasó prácticamente la mitad de la población del Continente (de unos ochenta millones de habitantes se quedó en poco más de cuarenta millones), la Peste Negra. Y también se atribuyó a los judíos de su responsabilidad. Los guetos, aljamas o juderías fueron atacados, por la muchedumbre cristiana, en varias ciudades polacas, alemanas, francesas y catalanas entre abril del 1348 a diciembre del 1349.

Pero la mayor matanza que se produjo en la Península Ibérica fue la de 1391, afectó fundamentalmente a los territorios de la Corona de Castilla, comenzando en Sevilla y como un reguero cayó sobre todo el valle del Guadalquivir, pasó a la Meseta castellana, y arrasó la famosa judería de Toledo. Y como no, otro eclesiástico fue el incitador, el arcediano de Ecija, Ferrán Martínez. Como dice Werner Keller:

En 1391 había subido al trono Enrique III cuando no contaba más que once años. Un sacerdote fanático, Ferrán Martínez, representante del obispo de Sevilla y confesor de la reina madre, Leonora, incita al pueblo. Envía escritos a todos los lugares de su diócesis en los que exige que «las sinagogas, en las que los enemigos de Dios realizan cultos idólatras, sean destruidas hasta la última piedra». En Sevilla dirige él mismo la campaña. El 21 de marzo de 1391 habla ante una enorme multitud y la excita contra los judíos. Comienza el asalto al barrio judío, a los pies del Alcázar, pero la guardia de la ciudad llega a tiempo para impedir las violencias. Tres meses después, con un nuevo ataque, llega la hora de la destrucción. A las primeras luces del alba del 6 de junio, el pueblo cristiano, armado, penetra de manera completamente imprevista en las callejuelas de la «judería», incendia las casas y se produce una terrible matanza y saqueo.

Unos cuatro mil judíos perdieron su vida y un número enorme fue vendido a los árabes y sucumbió a la esclavitud. Sólo muy pocos consiguieron huir. Todos los demás, paralizados por el terror, se dejaron bautizar…

Según el testimonio de López de Ayala: cómo el pueblo de Sevilla avia robado la Judería, é que eran tornados Christianos los mas Judios que y eran, é muchos de ellos muertos.

Los pogromos se extendieron por el reino:

… El 20 de junio le toca el turno a la comunidad de Toledo. «A honra y gloria del nombre» (de Dios) los rabinos se dan muerte a si mismos. Y muchos otros siguen su ejemplo. Pero tampoco es pequeño el número de los que se someten al bautizo…

También los pogromos afectan a varias ciudades de la Corona de Aragón, como cuenta José Luís Martín, otro medievalista colaborador de Historia 16, sobre Barcelona:

La oligarquía urbana, apoyada por las Cortes, puso fin a los intentos de democratizar el poder municipal, pero no consiguió acallar el descontento, que se manifestaría violentamente en 1391 y daría lugar al saqueo y destrucción del barrio judío de Barcelona. Al producirse el primer asalto, los regidores de la ciudad hicieron detener a los cabecillas del motín y ordenaron su ejecución pública, pero ésta no tuvo lugar. El pueblo liberó a los detenidos e inició el asalto a las casas de los ricos, y pretendió ocupar la Casa de la Ciudad para hacer oír sus reivindicaciones. Ante la inminencia del peligro, los ciudadanos (el patriciado urbano) consiguieron desviar a la muchedumbre hacia el call judío, que fue totalmente saqueado y sus habitantes muertos o bautizados a la fuerza…

Y en muchas ciudades europeas durante ese siglo pasó lo mismo.

En el siglo XV, se obliga oficialmente a los judíos a convertirse al cristianismo o abandonar el país. Los judíos son expulsados, sucesivamente, de Inglaterra, Francia, Alemania, España y Portugal. De los conversos se encargó la Inquisición y sus hogueras.

Durante esos siglos el antisemitismo estaba muy arraigado entre los europeos, y la Iglesia católica fue su gran valedora, hasta bien entrado el siglo XX, el antisemitismo moderno.

6 comentarios:

tofito dijo...

no soy antisemita ni nada por el estilo pero, no se porque, creo que se nos escapa algo! porque desde siempre ha habido antisemitismo? porque se ha transmitido de generación en generación? akí en Mallorca (de donde soy natural y resido) se habla despectivamente de la gente que tiene apellido judío. Una vez me puse a pensar en la gente que conozco o que he oido hablar de lla que tiene dichos apellidos y es gente que tienen mucho dinero, será por eso q se les tienen tanta tirria? no se, de todas maneras este post ha sido muy instructivo.

Radowitzky dijo...

Bueno, en primer lugar estaría el componente religioso, el cristianismo consideraba a los judíos como el pueblo deicida, lo cual ya sería suficiente para explicar esa postura que, por otra parte, no deja de ser muestra del recelo con que mira la mayoría de una sociedad a toda minoría que tiene una forma de vida distinta.

Por otra parte, los cristianos tenían vetado el acceso a determinadas profesiones como puede ser todo lo relacionado con el dinero: el cristianismo prohibía la "usura" o comercio del dinero, con lo cual las actividades bancarias o mercantiles estaban mal vistas, aún cuando todas las monarquías e incluso los Estados Pontificios recurrían a ellos; por esto mismo, para el cobro de impuestos se solía recurrir a judíos, a los que no afectaba la prohibición de practicar la usura al no ser cristianos. Vamos sumando factores... ahora tenemos al deicida de costumbres extrañas exigiendo dinero a los cristianos, la combinación ya es explosiva.

Respecto a asociar judaísmo con poder económico, yo creo que partimos de un tópico. En mi opinión, nos llaman la atención los judíos que tienen mucho dinero pero no vemos a los que no tienen un duro; por otra parte, miramos una lista de los más ricos del mundo, encontramos un número significativo de judíos y decimos "ya está"... pero no miramos a aquellos de la lista que no lo son. Bill Gates, el Sultán de Brunei y los jeques de Arabia Saudí no lo son.

KRATES dijo...

En Mallorca a los judeoconversos se le llamó, y a sus descendientes hoy, chuetas o xuetes. A los oficios que se les permitió ejercer fue el de joyeros y comerciantes, por eso puede ser el prejuicio, respecto al resto de la población de cristianos viejos, a identificarles con un nivel de vida elevado. Pero eso sólo queda restringido a unas pocas familias "los orejas altas". Como bien refleja el artículo de Wikipedia.

El prejuicio racista moderno, también tiene su origen en la rivalidad de los cristianos con los conversos en ocupar puestos oficiales en la Corte, el término de "pureza de sangre" de los siglos XVI Y XVII, viene por ahí. Luego la connotación biológica de los nazis.

KRATES dijo...

En un artículo para Historia 16 de la historiadora María Jesús Fuente, La ciudad castellana medieval, refiriéndose a los conflictos religiosos en la Baja Edad Media castellana, dice:

Los cristianos se habían movido más en contra de judíos que de moros. Éstos eran pobres campesinos, carpinteros o albañiles, ocasionalmente también carniceros, pastores o trabajadores de otras profesiones no cualificadas, que servían a la comunidad cristiana sin plantear problemas. Pero los judíos, protegidos de los reyes, eran los recaudadores del dinero y arrendadores de impuestos, los médicos o físicos y cirujanos, los hombres de leyes y los prestamistas, y, aunque no faltaban los parientes pobres, no eran gratos a la comunidad cristiana. Pero probablemente la inquina contra ellos, el antisemitismo y odio hacia los que habían matado al Dios de los cristianos (olvidando que Él también era judío), no fue más que una parte de los conflictos sociales que representaron las ciudades castellanas durante la Baja Edad Media.

...Ese odio, manifestado de manera violenta en los pogroms de 1391 o de forma incruenta en las predicaciones de San Vicente Ferrer en 1412, les convenció de la conveniencia de convertirse al cristianismo, y su número se redujo considerablemente en las ciudades castellanas.

Lo que también demuestra que los principales responsables de la transmisión del mito deícida y el antisemitismo fueron los clérigos desde sus púlpitos. Prejuicios que mantuvo la Iglesia católica, a lo largo de los siglos, hasta bien entrado el siglo XX

SebaApple dijo...

La comunidad judía medieval se hallaba fuertemente cohesionada, muy aglutinada y cerrada sobre sí misma. Era éste un mecanismo de defensa frente a la presión exterior, la que ejercía la comunidad mayoritaria no judía. Este aislamiento se dejaba ver también en las actividades económicas, aunque de varias maneras.
La cohesión de la comunidad judía medieval se lograba, en parte, gracias a la solidaridad económica. Los miembros más pudientes colaboraban en el sostenimiento de los sectores más deprimidos por medio de los impuestos y la beneficencia. Las limosnas se dedicaban a los viajeros más necesitados y también al rescate de los cautivos, lo que indica una colaboración de tipo económico entre las diferentes comunidades, prestándose entre ellas consejo y asistencia mutua.
Las restricciones al trabajo judío impuestas por la comunidad mayoritaria no judía implicaron una especialización laboral, pues los hebreos vieron limitado el abanico de profesiones al que podían acceder. Al no poder poseer esclavos, la agricultura y la industria fueron para ellos actividades vedadas en la práctica. Con el tiempo, los judíos se vieron excluidos de la posesión de la tierra.
También la prohibición de pertenecer a un gremio les dejaba fuera de un buen número de ocupaciones. El ejército, el gobierno y las llamadas profesiones liberales -excepto la medicina- les fueron negados. Por el contrario, sí hubo un sector económico al que tuvieron acceso: el comercio y el préstamo. La razón está en la prohibición de practicar la usura que pesaba sobre los cristianos lo que, unido a que era éste uno de los pocos sectores que estaba permitido a los judíos, hizo que éstos se volcaran en su desempeño. Así, en la Europa medieval, poco a poco la comunidad judía fue empujada a desempeñar oficios como la banca o el tráfico de mercaderías.
A medio plazo, la especialización económica de los judíos profundizó en su marginación, separando a los judíos de los no judíos. La superior rentabilidad del préstamo y el comercio, que producía rápidos enriquecimientos, conllevó la animadversión de los cristianos que, en general, vivían en condiciones de pobreza. Rivales y deudores se convirtieron fácilmente en enemigos de los judíos, más aún cuando algunos monarcas concedieron a los judíos enriquecidos la entrada en las labores de gobierno o administración, como la recaudación de impuestos. El clima antijudío fue una constante en las sociedades medievales, desembocando en numerosas ocasiones en matanzas y deportaciones.

http://www.artehistoria.jcyl.es/

KRATES dijo...

Ya, pero las comunidades judías de Europa no eran de origen palestino. Su actitud cerrada les perjudicó más que beneficiarles, y ahí su problema. Añadiendo, a esto, el antisemitismo cristiano, fomentado por la Iglesia.