domingo, 18 de noviembre de 2007

La historia negra de la CNT

Con relativa frecuencia, cuando alguien quiere justificar algo que se le ha ocurrido (elecciones, burocracias, subvenciones...), recurre a la historia y a las citas de los «grandes» del Movimiento Libertario: Pestaña, Peiró, Seguí, Mella, Durruti, Oliver, Horacio Prieto, Santillán... Se desempolvan viejos libros, y se busca en ellos el refrendo de lo que se está haciendo hoy.

Las personas individuales tienen sus momentos de gloria y de miseria. No creo que sean bien punto de referencia. En todo caso hay que fijarse en lo que dijeron y para lo que sirvió.

La CNT y el pueblo de esto que llaman España, ha escrito en los libros de historia, las páginas dedicadas a la revolución social más profunda de los tiempos: las realizaciones de las colectivizaciones y las milicias. La CNT y el pueblo fueron en aquellos tiempos, a veces, la misma cosa. Y nunca se podrá agredecer lo suficiente a nuestros abuelos y abuelas el ejemplo que nos dieron. Recordaremos siempre aquellos hechos con la confianza, de que de una forma u otra, se han de repetir.

Pero mientras el pueblo y los cenetistas se apropiaban de la industria, el campo y los servicios públicos, mientras las milicias peleaban contra el fascismo, otra «historia» se estaba escribiendo. La historia de «los grandes líderes», que desvirtuaron un movimiento institucionalizándose. La CNT tuvo alcaldes, concejales, militares, ministros, policía y burócratas de todo tipo...

El Pleno Nacional de Regiones de septiembre de 1937 arrinconaba el dictamen confederal de comunismo libertario (que realmente no era nada del otro mundo, y por eso me gusta) y admitía las nacionalizaciones, la centralización de la economía, la colaboración política...

En Aragón, hasta su destrucción por los comunistas, el Consejo de Aragón es un estado -más o menos bonito-, llevado adelante por anarquistas, con su policía, aparato administrativo, etc.

En las Jornadas de Mayo de 1937, el llamamiento al orden de García Oliver y Federica Montseny entre otros «grandes» del anarquismo, evita que las fuerzas de la CNT acaben con el complot comunista, de la ERC y de la República para acabar con las conquistas de la CNT-FAI en Barcelona: «Yo te abrazo, hermano guardia».

El 15 de enero de 1938, ochocientos delegados se reunen en Valencia y deciden sin prácticamente polémica en el Pleno Económico Ampliado:

-La creación de un cuerpo de inspectores de trabajo con poderes ejecutivos de sanción.
-Distinto salario a distinta categoría, acabando con el igualitarismo.
-Fundar un banco.
-Crear una agencia de seguros.
-Reducir el número de periódicos y revistas libertarias.
-Formar cooperativas de consumo con dirección centralizada.
-Dictar normas generales de trabajo...

En las conversaciones con UGT tendentes a lograr la unidad de acción, la CNT propone y acuerda con la UGT, el 18 de marzo de 1938, cuando se está viendo perdida la guerra:

-Reforzar el ejército regular.
-Nacionalizar una serie de industrias, la tierra y el subsuelo, dando el usufructo de las mismas a los dos sindicatos.
-Crear consejos de economía e industria de guerra.
-Municipalizar la vivienda y los servicios públicos urbanos.
-Participación en el gobierno.

El 2 de abril de 1938 se forma el Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario de Cataluña, a propuesta de García Oliver que dice que ya está bien de indisciplina, y con la colaboración entre otros de Manuel Escorza, Fidel Miró, Xena, Germinal Esgleas, Domenech y Federica Montseny, algunos de los cuales eran anarquistas «puros». Podía expulsar hasta federaciones completas, sancionar individuos, disponía de una comisión militar y otra política. El Comité Nacional de la CNT, presidido por Horacio Prieto, un reformista de cuidado, se negó a aceptar a este comité demente, inventado por los anarquistas catalanes.

En agosto de 1938 se crea el Consejo de Trabajo, con seis representantes de la CNT, seis de la UGT, doce de la patronal y siete funcionarios.

También en agosto del 38, las 11, 27 y 30 divisiones del ejército republicano, divisiones al mando de Lister, compuestas por comunistas y nacionalistas catalanes, atacan y destruyen las colectividades libertarias en Aragón, detienen a cientos de libertarios, destruyen los locales de CNT y devuelven las tierras a sus antiguos propietarios. Las divisiones libertarias, la 25, 26 y 28, y la 29 del POUM, bajo mando libertario, permanecen pasivas ante la inhibición del CN de la CNT y del CP de la FAI, que no quieren desencadenar otra guerra civil.

En octubre de 1938, un líder «realista» de la CNT como Joan Peiró, escribe en su libro Problemas y cintarazos que tras la victoria de la República no se tendrá piedad con los vencidos, que hay que ampliar el programa de nacionalizaciones y que se debe tender al establecimiento de una república federal socialista en España. Este libro no se publicará por la inmediata caída de Cataluña.

En diciembre de 1938 Horacio Prieto, SG del CN de la CNT, elaboró un plan encaminado a que el poder decisorio pasase de las federaciones regionales a las de Industria. La pérdida de Cataluña impidió también que esto se llevase adelante.

El 2 de marzo de 1939, el coronel Casado, apoyado por la división de la CNT de Cipriano Mera, y la CNT madrileña, forman el Consejo de Defensa, dan un golpe de Estado y acaban con el poder comunista en lo que queda de zona republicana. Después vino el triunfo de Franco.

A lo largo de la guerra revolucionaria, el anarcosindicalismo se aleja del antimilitarismo:

«Aprobado el fallo recaído en la causa instruida en juicio sumarísimo por el delito de abandono de servicio y de destino... y del que era reo el teniente de intendencia Mariano Sans Navarro, tuvo lugar la ejecución de la sentencia en el pueblo de Villafamat, adonde fue trasladado y sentenciado para mayor ejemplaridad. Asistieron las fuerzas de la plaza, que desfilaron ante el cadáver dando vivas a la República.» (Solidaridad Obrera, órgano de la CNT de Cataluña. 21-4-1938.)

«De ahora en adelante, una disciplina de hierro, disciplina que tendrá el valor de lo que se ofrece voluntariamente. Desde hoy no dialogaré más que con capitanes y sargentos.» (Cipriano Mera, recogido por V. Richards. Enseñanzas de la revolución española.)

Hechos como estos se emplean para justificar la institucionalización, el pragmatismo, la eficacia. Igual podríamos justificar el tener verdugos. Se puede seguir. La lista es larga. Aquellos tiempos fueron dramáticos. No podemos ponernos en el lugar de aquellas personas ni comparar con lo que vivimos hoy día. Al menos yo no quiero. Lo que pasó, pasó, y deberíamos aprender y recordar para intentar que algunas situaciones de dudosa coherencia vuelvan a repetirse.

¿Es posible que no se haya hecho una historia crítica de la colaboración con el Estado de la CNT en los años 30 y lo que supuso? ¿Qué hubiera ocurrido con el anarcosindicalismo español de haberse ganado la guerra? Es para echarse a temblar.

Yo he escuchado con atención las historias de los viejos y las viejas, se aprenden cosas. Uno me contaba que en su compañia, en la guerra, en el frente de no sé donde, la gente de CNT hacían reuniones clandestinas para evitar que los descubriera su capitán... anarquista.

Se dice que todas estas cosas sucedieron porque las circunstancias así lo exigían. Pero la Revolución no es un paseo, y cuando hablo de Revolución no lo hago de los tiros, las barricadas, la sangre derramada... por favor, no más tópicos. Hablo del momento del salto, cuando por unos momentos todo es posible. Si esperamos a que lleguen circunstancias excepcionales -y la Revolución lo es- para tirar por la borda todo lo que hemos predicado durante años, porque no es viable, más nos vale que desde ya , nos dejemos de tonterías y entremos en política para irnos acostumbrando.

Pero si de verdad creemos lo que hablamos, confiemos en la libertad, en el pueblo y en hacer un lío que sea mejor que la suma de los individuos que lo compongan. Crecimiento y eficacía están bien, pero si para lograrlos hay que crear un banco, un cuerpo de inspectores, un comité ejecutivo, una casta política, una policía, un ministerio, un Estado, un pelotón de fusilamiento, una burocracia de mierda... desde luego que no cuenten conmigo.

Fernando Ventura Calderón. CGT ¿anarcosindicalista?
Ed. Madre Tierra. 1993.

2 comentarios:

debian.ink dijo...

En el 93 ese libro no estaba publicado por Madre Tierra sino por las siete entidades.

Un texto extraordinario del que nadie se atrevía a aprender.

No les cundía ni les cundirá.

Salute.

KRATES dijo...

El libro de Ventura, por lo que veo, además de ser editado en 1993 por Las Siete Entidades, de Sevilla, también te ponen a las Ediciones Madre Tierra en el mismo volumen. No sé que relación tendrían, pero así están.

Sobre el texto lo único que hay que reconocer es que quién lo hizo estuvo en la CNT, en algunos documentales sobre la Guerra Civil los únicos que reconocen sus errores del pasado son la gente de la CNT... Pero todavía no he visto a ninguno del PSOE o el PCE, por ejemplo, reconocer los suyos. Y no digamos de los derechistas, que luego apoyaron la dictadura franquista y ahora son ultrademócratas a los que se les sale la baba de la boca cuando hablan en nombre de la Libertad .