Hoy por las calles de un Valladolid festivo (último día) se han manifestado centenares de antitaurinos contra el lamentable espectáculo del Toro de la Vega que se celebrará el próximo martes 15 en Tordesillas. Lo que me llama la atención es que las autoridades regionales y el poder judicial han prohibido esta manifestación por el interior del municipio tordesillano, para evitar no se qué...
En cambio, otros gobernantes permiten una manifestación falangista en el pueblo catalán de Arenys de Munt, que había convocado una consulta sobre una posible independencia de Cataluña. Para mí falangistas y catalanistas no se diferencian mucho (su patriotismo es cuestión de límites territoriales, que ni me va ni me viene) y con ninguno simpatizo ni empatizo.
Sólo que me llama la atención que a unos se les permita manifestarse, en Cataluña, y a otros no, en Castilla y León. Y todo, por el caso de cuestionar las fastidiosas tradiciones (aunque se definan populares) que tampoco son imperecederas ni inmutables.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Los motivos que llevaron al TSJ a prohibir nuestra manifestación antitaurina, serviría para prohibir todas las manifestaciones del país. Posibles enfrentamientos, como si no los hubiera en las manis estudiantiles o en las huelgas de trabajadores. Se les ha olvidado que el derecho a manifestación es uno de esos derechos fundamentales. Patético.
Desde PACMA seguiremos trabajando en defensa de los animales. Mucha tarea política nos queda.
Por eso lo digo, es asquerosamente sorprendente que en este país los festejos taurinos sigan siendo intocables e incuestionables.
Decían unas palurdas tordesillanas por la televisión que su tradición tiene quinientos años y nadie vendrá a quitarla. Bueno, algún día ocurrirá y alguien tendrá que dar el primer paso, lo quieran o no. La historia nos ha enseñado que las costumbres de los pueblos, sus culturas, cambian a lo largo del tiempo, no permanecen inmutables.
Hace más de un siglo algunos aceptaban y justificaban la esclavitud y otros no; y ahora no hay esclavitud. Hace veinte años se cuestionaba el servicio militar obligatorio —algo considerado tradicional y con sus fiestas populares de quintos— y terminó desapareciendo.
En estos tiempos disfrutar con espectáculos sangrientos como los taurinos es anacrónico, nos retroatrae a los tiempos de los sacrificios humanos o de las luchas de gladiadores. Algo completamente estúpido.
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