lunes, 1 de noviembre de 2010

«Por la boca se atrapa al pez»

«Simplemente hablamos de nuestras cosas, decimos lo que pensamos...», decía Fernando Sánchez Dragó en la presentación del libro, escrito conjuntamente con Albert Boadella, Dios los cría. Una serie de conversaciones, unas tertulias establecidas entre ambos personajes muy claramente identificados por su oportunismo y «chaqueterismo». Hay una expresión popular que los definen con acierto: «se arriman al árbol que mejor sombra dé», en este caso la presidenta de la comunidad de Madrid.


En el libro nos hablan de todo, con la intención de hacer pensar a la gente, estos dos elementos. Hay unos comentarios sobre una anécdota sexual que le pasó a Sánchez Dragó en Japón por el año 1967:

«En Tokio, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda... Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba».

Tal comentario ha acarreado su polémica, ni más ni menos que al magufo Dragó se le acusa de pederastia por esta confesión.

Al poco sale rectificándose en su Blog, que tales hechos nunca ocurrieron, sino es más bien un tipo de licencia literaria:

«A mi correo, a mi teléfono, a mis ojos y a mis oídos, en público y en privado, han ido llegando comentarios de los lectores. Todos, sin una sola excepción, eran y son elogiosos. Ninguno, sin una sola excepción, menciona la trivial, hiperbólica, epatante y muy literaria y literaturizada anécdota convertida en casus belli

[...]

«También es cierto que me gustaron y me excitaron. ¿A quién no? Eran monísimas, simpatiquísimas y coquetísimas.

»No tenían trece años. Eso es seguro, porque trabajaban, o eso me dijeron, en una empresa. Todo el mundo, en Japón, parece mucho más joven de lo que es, y aquellas chicas no eran excepción a la regla. Es muy difícil calcular la edad de un japonés. A ellos también les cuesta trabajo calcular la nuestra.

»¿Por qué les asigné esa edad? Por nada importante. Era una forma de hablar y un pellizco de pimienta en mi relato. Lo mismo podía haber dicho doce, o quince, o dieciocho.»

Pero resulta que en la biografía sobre él publicada en 1984, Fernando Sánchez Dragó: Una vida mágica de Joaquín Arnáiz Garcia, nos relata lo mismo que en el libro recientemente publicado con Boadella. En las páginas 159 y 160 de Una vida mágica describe a las «dos japonesitas que debían tener 13 años como mucho, más no tenían» como «perversas, pero muy niñas», que se le presentaron «todas pintaditas, todas puestas como mujer» y que le hicieron «todo tipo de perrerías».

«Entonces les dije que si se venían conmigo y dijeron que sí», prosigue.

«Y entonces las muy putas, porque, vamos, no hay otra palabra para decirlo [...] fueron ellas las que se lanzaron y me empezaron a hacer toda clase de diabluras [...] y así me trajeron dos o tres horas, estas dos niñitas, yo aquel día perdí la cabeza, es uno de los momentos en el que por sexo yo he visto rojo», prosigue el muy pedante.

Dragó rememora la experiencia, que duró «dos o tres horas» y por la que hubiera pagado lo que le hubieran pedido: «Les hubiera firmado cheques en blanco o lo que me hubiera pedido».

O una de dos, este personaje habla a lo tonto sin medir las consecuencias (por lo que no hay que tomar en serio y ni hacer caso), o es un perfecto mentiroso (además de cobarde, por lo de «tirar la piedra y esconder la mano»). Este engendro se desacredita a sí mismo, no hace falta hacerlo los demás... Ya lo dije en su momento: ¡Sólo le falta las cadenas!

4 comentarios:

Lia dijo...

Wenas!! Por casualidades de la vida he descubierto tu blog, que me gusta bastante por cierto.
Lo de Sanchez Dragó es puro ego, puede que lo que relata sea cierto, pero jactarse de algo que podría calificarse como pederastia es asqueroso.
Saludos!!

Sorrow dijo...

Este tipejo no es más que un "excremento antropomórfico" al que es mejor no mencionar por razones de higiene bucal. En un país en el que la "intelectualidad" está representada por Dragó, Reverte o Juan Manuel de Prada la creatividad e inteligencia humanas no pueden más que estar proscritas. He dicho.

El Aullido dijo...

«Un vago es un faccioso», es el lema de un cartel que le viene que ni pintado...

KRATES dijo...

Y no olvidemos al otro bufón de la Corte, Albert Boadella, que fue nombrado por la Aguirre como director de los Teatros del Canal en septiembre de 2008:

«Seguramente en mi decisión hay mucho de nuevo reto ante la vida. Como se sabe, he criticado a menudo lo que yo llamo “teatro de Estado”, frente al teatro privado que ha sido más lo mío. Tiene cierta gracia que ahora vaya a estar al otro lado.» (El País, 21 de septiembre de 2008.)

Y por esa época todavía decía:

«Europa ha conseguido convertir a sus artistas en funcionarios; y claro, a las subvenciones del Estado, los artistas han reaccionado con un tributo de vasallaje; ¿no es una forma de censura como otra cualquiera?» (El País, 21 de septiembre de 2008.)

Y más tarde seguía reconociendo:

«La cultura de hoy está muy cerca del vasallaje.» (El Mundo, 21 de febrero de 2009.)

Pero eso no impedía que siguiese diciendo:

«Yo no he cambiado de camisa. Sigo siendo el mismo, lo que pasa es que con el tiempo todos evolucionamos.» (Público, 21 de febrero de 2009.)

Para rematar después:

«Moliere trabajaba para Luis XIV y yo para Aguirre.» (El País, 26 de febrero de 2009.)