I
En la necrociudád todos, como elefantes
que van a morir
todos agrupados ir adonde haya que ir firmar lo que haya que firmar,
y ya está.
El sol sale también aquí
pero no quiere ¿para qué?
y porque lo obligan a empujones las metafísicas Leyes físicas de los cojones
que si no aquí iba a estar
poniendo morenos a los imbéciles ésos
que construyen rascacielos.
Yo no
quiero construir rascacielos, solo paséo por la necrociudad
y pienso solo y paranoico
obsesivamente
en como salvar de los civilizados a las maltratadas riberas salvajes de los ríos,
pienso
también
en como inculcar la desobediencia a las niñas
y a los niños.
I I
En la necrociudad es normal
incluso necesario
cagarse en los muertos del automovilista torpe que nos cierra el paso.
Hay que gritar mucho.
Meter mucho ruido poniendo cara de Clint Eastwood,
éso funciona
y si el gilipollas se pone tonto pegarle un tiro en la barriga.
Por hijoputa.
I I I
En la necrociudad triste y sin flores
o
con flores de plástico hechas con plástico, en la necrociudad
decía, no se vive mal
pese a que haya que pagar, pese a éste estar como muertos
por un crónico agotamiento.
Yo
como con cólera de Yahvé enfadado con el Mundo
de paséo por aquí, inevitable
la idea del suicidio por entre las avenidas agusanadas, aquí
no puedo hacer nada.
Palomas que cagan en nuestras cabezas y gatas preñadas
todas éllas sin identificar no serán ya un problema:
serán exterminadas.
Fumo un cigarrillo, no debería
pero me gusta.
Aún quedan
miro para arriba buscando a los gorriones
algunos pocos resisten meningíticos
combatiendo bravamente a las muchedumbres urbanas,
organizados en comandos
se avalanchan sobre los patios de las colegiopenitenciarías,
y sonríen a las niñas.
Por supuesto todas éllas condenadas ya a muerte.
I V
En la necrociudad hago de puta como todos,
no mucho la verdad
pero si lo suficiente para ir tirando, dejo
que tíos viejos gordos y viscosos se me follen los riñones
mis nervios y mis músculos, dejo que me den por el culo
y que me sadomasoquicen el pensamiento.
Soy mas bién barato, es triste decirlo
no lo niego
la chupo también hasta el final y por poco dinero.
V
En la necrociudad niños echando pús
a su alrededor la primavera supura y la Tierra flota
entre las estrellas.
Niños, digo, jugando con botones
no con los de camisas o con los de los pantalones
no,
sino con los de maquinas enfermizas.
En la necrociudad las niñas son ruinas.
Sobre éllas aletéan los grajos
las urracas y los milanos, éstos últimos
aleteando también sobre ríos llenos de basura.
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