[Ahora que la energía nuclear empieza de nuevo a ser cuestionada, tras la catástrofe de Fukushima, y que algunos grupos ecologistas se han percatado que el uranio y el plutonio son bastante más letales que el CO2, no está de más recordar a una trabajadora norteamericana que perdió su vida por denunciar a la chapucera y peligrosa industria de la energía atómica. Nos referimos a Karen Silkwood, una sindicalista que denunció las deplorables condiciones de seguridad de la central nuclear en que trabajaba, donde sufrió varias veces exposición (alguna de ellas nada fortuita) al plutonio. Su corta vida, que acabó con un extraño accidente de tráfico con tan sólo 28 años, fue llevada al cine en 1983 con la película Silkwood, en donde Meryl Streep interpretaba magistralmente el papel de Karen.
A continuación reproduzco una entrada tomada prestada del blog Octubre Rojo en la que se da cuenta de su desgraciada existencia. También aprovecho para denunciar lo poco que han cambiado las cosas con respecto al suicidio colectivo que supone de este engendro llamado energía atómica: hoy, sin ir más lejos, los principales medios se hacen eco de la fuga de 25.000 litros de agua radioactiva en la central de Ascó I. 14 trabajadores fueron rociados por esta agua contaminada, pero no pasa nada: los operarios estuvieron expuestos a dosis de radioactividad que estaban en los límites de lo permitido. Lo mismo que le decían sus jefes a Karen Silkwood.]
El 13 de noviembre de 1974, Karen Silkwood falleció en un accidente automovilístico bajo circunstancias altamente sospechosas, mientras acudía a una reunión con un reportero del New York Times y un dirigente sindical en Oklahoma City. Tenía 28 años.
A comienzos de los años 70 Karen Silkwood comenzó a trabajar en una central nuclear situada cerca de Crescent (Oklahoma) y propiedad de la compañía Kerr-McGee, y se afilió al Atomic Workers Union (Sindicato de Empleados Atómicos). Tiempo después el sindicato le asignó la tarea de investigar cuestiones relacionadas con la seguridad de la planta y la salud de los empleados.
Ella descubrió numerosas violaciones de las normas de seguridad y de protección de la salud en la planta, incluyendo la exposición de los trabajadores a sustancias radiactivas, el almacenaje incorrecto de residuos, etc
La compañía Kerr-McGee fue demandada por contaminación al medio ambiente y falta de seguridad para sus empleados. En el verano de 1974 Silkwood le entregó a la Comisión de la Energía Atómica de EEUU una lista detallada de violaciones de normas de seguridad. Declaró ante la Comisión que ella misma había estado expuesta a la radiación en una serie de incidentes que la compañia nunca había explicado.
Se comprobó que los guantes que había utilizado Silkwood estaban contaminados con plutonio. No obstante, aunque parezca extraño, la compañía no había registrados índices de pérdidas ni había dado ninguna explicación que respondiera a cómo habían sido contaminados estos elementos de trabajo. Además, se encontró plutonio en su propia casa, en la cocina, en el baño y en el dormitorio.
Entre las numerosas irregularidades denunciadas estaba también una deficiente capacitación de sus empleados, que con frecuencia realizaban tareas para las que estaban mal preparados, o que la compañía no cumplía los estandares de calidad en la producción del combustible, o que incluso habían falsificado datos de las inspecciones.
La compañía actuó con una increíble maldad intentando desacreditar a Silkwood por todos los medios. Llegaron a decir que Silkwood se había contaminado a propósito (!) con la intención de perjudicar a la compañía.
El 13 de noviembre de 1974, Silkwood acudía a una reunión con un reportero del New York Times y un dirigente sindical en Oklahoma City. Se creía que llevaba consigo documentos que probaban acusaciones por falsificaciones de controles de calidad de barras de combustible. Ella misma había declarado con antelación que tenía reunida numerosa documentación para apoyar las acusaciones en el juicio.
Gente que la vió antes de coger el coche para acudir a la reunión, testificó que llevaba consigo una carpeta y un paquete con documentos. Sin embargo, nada de esto fue hallado después del accidente...
La historia de Karen Silkwood fue llevada al cine en 1983, con una película titulada precisamente Silkwood, dirigida por Mike Nichols y con Meryl Streep de protagonista. La película tuvo bastante éxito y recibió cinco nominaciones a los Oscar de ese año, aunque no ganó ninguno. (...)
Durante años la familia de Karen Silkwood estuvo pleiteando para exigir responsabilidades a Kerr-McGee, apoyándose sobre todo en que la autopsia de Silkwood revelaba que estaba contaminada con plutonio. Finalmente en 1986 las partes llegaron a un acuerdo, y la familia recibió una indemnización de 1'38 millones de dólares, pero a cambio la compañía no reconocía ninguna culpabilidad.
A continuación reproduzco una entrada tomada prestada del blog Octubre Rojo en la que se da cuenta de su desgraciada existencia. También aprovecho para denunciar lo poco que han cambiado las cosas con respecto al suicidio colectivo que supone de este engendro llamado energía atómica: hoy, sin ir más lejos, los principales medios se hacen eco de la fuga de 25.000 litros de agua radioactiva en la central de Ascó I. 14 trabajadores fueron rociados por esta agua contaminada, pero no pasa nada: los operarios estuvieron expuestos a dosis de radioactividad que estaban en los límites de lo permitido. Lo mismo que le decían sus jefes a Karen Silkwood.]
El 13 de noviembre de 1974, Karen Silkwood falleció en un accidente automovilístico bajo circunstancias altamente sospechosas, mientras acudía a una reunión con un reportero del New York Times y un dirigente sindical en Oklahoma City. Tenía 28 años.
A comienzos de los años 70 Karen Silkwood comenzó a trabajar en una central nuclear situada cerca de Crescent (Oklahoma) y propiedad de la compañía Kerr-McGee, y se afilió al Atomic Workers Union (Sindicato de Empleados Atómicos). Tiempo después el sindicato le asignó la tarea de investigar cuestiones relacionadas con la seguridad de la planta y la salud de los empleados.
Ella descubrió numerosas violaciones de las normas de seguridad y de protección de la salud en la planta, incluyendo la exposición de los trabajadores a sustancias radiactivas, el almacenaje incorrecto de residuos, etc
La compañía Kerr-McGee fue demandada por contaminación al medio ambiente y falta de seguridad para sus empleados. En el verano de 1974 Silkwood le entregó a la Comisión de la Energía Atómica de EEUU una lista detallada de violaciones de normas de seguridad. Declaró ante la Comisión que ella misma había estado expuesta a la radiación en una serie de incidentes que la compañia nunca había explicado.
Se comprobó que los guantes que había utilizado Silkwood estaban contaminados con plutonio. No obstante, aunque parezca extraño, la compañía no había registrados índices de pérdidas ni había dado ninguna explicación que respondiera a cómo habían sido contaminados estos elementos de trabajo. Además, se encontró plutonio en su propia casa, en la cocina, en el baño y en el dormitorio.
Entre las numerosas irregularidades denunciadas estaba también una deficiente capacitación de sus empleados, que con frecuencia realizaban tareas para las que estaban mal preparados, o que la compañía no cumplía los estandares de calidad en la producción del combustible, o que incluso habían falsificado datos de las inspecciones.
La compañía actuó con una increíble maldad intentando desacreditar a Silkwood por todos los medios. Llegaron a decir que Silkwood se había contaminado a propósito (!) con la intención de perjudicar a la compañía.
El 13 de noviembre de 1974, Silkwood acudía a una reunión con un reportero del New York Times y un dirigente sindical en Oklahoma City. Se creía que llevaba consigo documentos que probaban acusaciones por falsificaciones de controles de calidad de barras de combustible. Ella misma había declarado con antelación que tenía reunida numerosa documentación para apoyar las acusaciones en el juicio.
Gente que la vió antes de coger el coche para acudir a la reunión, testificó que llevaba consigo una carpeta y un paquete con documentos. Sin embargo, nada de esto fue hallado después del accidente...
La historia de Karen Silkwood fue llevada al cine en 1983, con una película titulada precisamente Silkwood, dirigida por Mike Nichols y con Meryl Streep de protagonista. La película tuvo bastante éxito y recibió cinco nominaciones a los Oscar de ese año, aunque no ganó ninguno. (...)
Durante años la familia de Karen Silkwood estuvo pleiteando para exigir responsabilidades a Kerr-McGee, apoyándose sobre todo en que la autopsia de Silkwood revelaba que estaba contaminada con plutonio. Finalmente en 1986 las partes llegaron a un acuerdo, y la familia recibió una indemnización de 1'38 millones de dólares, pero a cambio la compañía no reconocía ninguna culpabilidad.
4 comentarios:
¿Alguién sabe cúal es el mar más contaminado radiactivemente?
El mar de Irlanda, en cuyo fondo hay bastante plutonio.
Y los trabajadores de las minas de uranio también están constantemente expuestos a contraer cánceres u anomalias genéticas por la radiactividad que hay en sus lugares de trabajo.
http://archivo.abc.com.py/suplementos/rural/articulos.php?pid=368472
En el libro de 1986 El más grave accidente mundial. Chernobil de Nigel Hawkes y otros componentes del equipo del periódico británico The Observer nos dicen:
Los mineros que trabajan esas minas están expuestos a la radiación todos los días y constituyen una población cuya salud puede seguirse día a día. Los estudios han demostrado que, aun considerando los distintos tipos de radiación que reciben, estos mineros tienen de cuatro a siete veces más probabilidad de contraer cáncer que los supervivientes de la bomba de Hiroshima cuando se exponen a las mismas dosis. Por lo menos parte de esa discrepancia podría explicarse por la sobreestimación de la dosis que recibieron. En realidad, los trabajadores de las minas de uranio han recibido una dosis mayor que la de los supervivientes de la bomba y por eso no es extraño que hayan desarrollado más cánceres.
Y también los trabajadores de las minas de uranio están peligrosamente expuestos a la radiactividad, como contaban en El más grave accidente mundial. Chernobil de Nigel Hawkes y otros periodistas del The Observer en el año 1986:
Los mineros que trabajan esas minas están expuestos a la radiación todos los días y constituyen una población cuya salud puede seguirse día a día. Los estudios han demostrado que, aun considerando los distintos tipos de radiación que reciben, estos mineros tienen de cuatro a siete veces más probabilidad de contraer cáncer que los supervivientes de la bomba de Hiroshima cuando se exponen a las mismas dosis. Por lo menos parte de esa discrepancia podría explicarse por la sobreestimación de la dosis que recibieron. En realidad, los trabajadores de las minas de uranio han recibido una dosis mayor que la de los supervivientes de la bomba y por eso no es extraño que hayan desarrollado más cánceres.
Debemos cerrar las centrles nucleares y después enterrarlas con hormigon .
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