El descubrimiento puede ayudar a crear estrategias microbianas únicas para el tratamiento de trastornos del cerebro
RT (16-junio-2012)
El nivel de la ‘hormona de la felicidad’, la serotonina en el cerebro, se asocia directamente con el número de bacterias en el tracto gastrointestinal a edad temprana, según revelaron expertos irlandeses.
Los científicos de la Universidad College Cork llevaron a cabo un experimento que les hizo constatar que la caída de las tasas de la serotonina provoca un estado de mal humor y la disminución de emociones positivas.
En el marco de su estudio los investigadores utilizaron ratones que carecían de ciertas bacterias. La ausencia de una flora intestinal normal se reflejaba negativamente sobre la creación de serotonina.
Curiosamente el mayor efecto se observó en el caso de los machos. Además, antes de introducir en sus cuerpos las bacterias, los científicos establecieron que debido a su déficit el sistema nervioso central de los ratones experimentó severos cambios irreversibles, lo que a su vez afectó a la concentración de la serotonina y al trabajo del cerebro.
Según afirman los investigadores, el hecho demuestra la comunicación bilateral que existe entre la flora intestinal y el cerebro.
El profesor de neurología y autor del estudio, John Crian, destaca este importante descubrimiento que «ofrece la esperanza de crear estrategias microbianas únicas para el tratamiento de trastornos del cerebro».
RT (16-junio-2012)
El nivel de la ‘hormona de la felicidad’, la serotonina en el cerebro, se asocia directamente con el número de bacterias en el tracto gastrointestinal a edad temprana, según revelaron expertos irlandeses.
Los científicos de la Universidad College Cork llevaron a cabo un experimento que les hizo constatar que la caída de las tasas de la serotonina provoca un estado de mal humor y la disminución de emociones positivas.
En el marco de su estudio los investigadores utilizaron ratones que carecían de ciertas bacterias. La ausencia de una flora intestinal normal se reflejaba negativamente sobre la creación de serotonina.
Curiosamente el mayor efecto se observó en el caso de los machos. Además, antes de introducir en sus cuerpos las bacterias, los científicos establecieron que debido a su déficit el sistema nervioso central de los ratones experimentó severos cambios irreversibles, lo que a su vez afectó a la concentración de la serotonina y al trabajo del cerebro.
Según afirman los investigadores, el hecho demuestra la comunicación bilateral que existe entre la flora intestinal y el cerebro.
El profesor de neurología y autor del estudio, John Crian, destaca este importante descubrimiento que «ofrece la esperanza de crear estrategias microbianas únicas para el tratamiento de trastornos del cerebro».
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