Los investigadores que estudian las beneficiosas bacterias que viven dentro de todos nosotros se plantean quién está a cargo de quién, los microbios o las personas.
Por PEDRO DONAIRE
Los biólogos pensaban que los seres humanos eran islas fisiológicas, completamente capaces de regular su propio funcionamiento interno. Nuestros cuerpos se hacían con todas las enzimas necesarias para descomponer los alimentos, usar los nutrientes para obtener la energía y reparar nuestros tejidos y órganos. Las señales procedentes de nuestros propios tejidos dictaban los estados corporales como el hambre o la saciedad. Las células especializadas de nuestro sistema inmunológico aprendían por sí mismas cómo reconocer y atacar los microbios peligrosos, los patógenos, mientras al mismo tiempo, salvaban a nuestros propios tejidos.
En los últimos 10 años, más o menos, sin embargo, los investigadores han demostrado que el cuerpo humano, después de todo, no es es esa isla tan perfectamente autosuficiente. Es más como un complejo ecosistema, —una red social—, que contiene billones de bacterias y otros microorganismos que habitan nuestra piel, áreas genitales, la boca y especialmente los intestinos. De hecho, la mayoría de las células del cuerpo humano no son humanas en absoluto. Las células bacterianas dentro del cuerpo humano superan a las células humanas en 10 a uno.
Por otra parte, esta comunidad mixta de células microbianas y los genes que contienen, conocida colectivamente con el nombre de microbioma, no nos amenazan, todo lo contrario, nos ofrecen una ayuda vital en los procesos fisiológicos básicos: desde la digestión, el crecimiento, la regulación del apetito y hasta nuestro propio sistema inmunológico.
Por PEDRO DONAIRE
Los biólogos pensaban que los seres humanos eran islas fisiológicas, completamente capaces de regular su propio funcionamiento interno. Nuestros cuerpos se hacían con todas las enzimas necesarias para descomponer los alimentos, usar los nutrientes para obtener la energía y reparar nuestros tejidos y órganos. Las señales procedentes de nuestros propios tejidos dictaban los estados corporales como el hambre o la saciedad. Las células especializadas de nuestro sistema inmunológico aprendían por sí mismas cómo reconocer y atacar los microbios peligrosos, los patógenos, mientras al mismo tiempo, salvaban a nuestros propios tejidos.
En los últimos 10 años, más o menos, sin embargo, los investigadores han demostrado que el cuerpo humano, después de todo, no es es esa isla tan perfectamente autosuficiente. Es más como un complejo ecosistema, —una red social—, que contiene billones de bacterias y otros microorganismos que habitan nuestra piel, áreas genitales, la boca y especialmente los intestinos. De hecho, la mayoría de las células del cuerpo humano no son humanas en absoluto. Las células bacterianas dentro del cuerpo humano superan a las células humanas en 10 a uno.
Por otra parte, esta comunidad mixta de células microbianas y los genes que contienen, conocida colectivamente con el nombre de microbioma, no nos amenazan, todo lo contrario, nos ofrecen una ayuda vital en los procesos fisiológicos básicos: desde la digestión, el crecimiento, la regulación del apetito y hasta nuestro propio sistema inmunológico.
Ilustración de Scientific American
Apuntes breves
—Las células bacterianas del cuerpo superan a las células humanas en un factor de 10 a 1. Sin embargo, sólo recientemente los investigadores han comenzado a aclarar los roles que estos microbios beneficiosos desempeñan en el fomento de la salud.
—Algunas de estas bacterias poseen los genes que codifican los compuestos beneficiosos que el cuerpo no puede producir por sí mismo. Otras bacterias parecen dedicarse a que el cuerpo no reaccione de forma exagerada ante las amenazas externas.
—Los avances en informática y en la secuenciación de genes están permitiendo a los investigadores crear un catálogo detallado de todos los genes bacterianos que componen el microbioma.
—Desafortunadamente, la destrucción inadvertida de microbios beneficiosos, debido al uso de antibióticos, entre otras cosas, está conduciendo a un aumento de los trastornos autoinmunes y la obesidad.
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