domingo, 8 de febrero de 2009

Kropotkin (1842-1921). «Ley del apoyo mutuo»

Por Richard Milner

Durante una época dominada por los magnates bandoleros, el militarismo, la economía del laissez-faire y la explotación colonial, el darwinismo social fue una excusa fácil para las actitudes inmisericordes. En palabras del príncipe Kropotkin, las ideologías deformaron la concepción de la naturaleza de Charles Darwin hasta hacer de ella:

Un mundo de lucha permanente entre individuos medio muertos de hambre y sedientos de la sangre de sus prójimos. Hicieron del… ¡ay del vencido!... la última palabra de la biología moderna… [y] elevaron la lucha «sin piedad» por las ventajas personales a la altura de principio biológico al que era forzoso someterse…

Kropotkin, nacido en la Rusia prerrevolucionaria con el título de príncipe, criticó duramente un sistema social que le ofrecía privilegios hereditarios. Tras haber desempeñado en su juventud varios cargos diplomáticos y militares, se dedicó a la escritura y la filosofía y en sus últimos años dedicó todas sus energías a derribar el sistema social de su país.

Sus primeros trabajos le llevaron a Siberia y, más tarde, realizó una inspección geológica de Manchuria. Kropotkin, atento observador tanto de la fauna como de los habitantes de la región, llegó a la convicción de que, incluso en aquel medio frío y duro donde se debía suponer que la competencia habría de ser muy intensa, la supervivencia dependía más de la cooperación que de la competitividad. Kropotkin observó cómo los caballos formaban círculos defensivos para protegerse de los ataques de los lobos, las estrategias de éstos en la caza y las colonias sociales de insectos y aves.

Piotr Kropotkin publicó un libro memorable, El apoyo mutuo (1902), con el que corregía la idea popular de la «lucha por la existencia». Inspirándose en una conferencia pronunciada en 1880 por el zoólogo ruso Karl F. Kessler «Sobre la ley de la ayuda mutua», Kropotkin pasó varios años elaborando su idea del valor de supervivencia de la compasión, la crianza y el altruismo. Habrían de transcurrir setenta años para que, con el auge de la sociobiología, se examinara seriamente la función del altruismo en la evolución. Kropotkin fue una voz solitaria en su llamada de atención hacia el «apoyo mutuo, el sostén mutuo y la defensa mutua» en el reino animal.

Piotr Kropotkin vio igualmente sus consecuencias para los programas eugenésicos y de la política humana y criticó las observaciones de Darwin en su obra El origen del hombre (1871) sobre los «supuestos inconvenientes» de mantener a quienes éste denominaba «débiles mentales y corporales» en la sociedad civilizada. Darwin parecía pensar que las sociedades avanzadas padecían el lastre de un número excesivo de individuos «no aptos», «como si miles de poetas, científicos, inventores y reformadores débiles de cuerpo y enfermizos —criticaba Kropotkin—, junto con otros millares de personas consideradas “dementes”… no fueran las armas más preciosas utilizadas por la humanidad en su lucha por la existencia mediante recursos intelectuales y morales». Según Kropotkin, Darwin mismo había mostrado que la «sociabilidad» otorgaba una importante ventaja evolutiva. Por tanto, la insistencia de Thomas Huxley en que la humanidad debía luchar contra la dura y competitiva «ley de la naturaleza» resultaba innecesaria. Para Kropotkin, lo que daba a la especie su ventaja competitiva era la cooperación social.

A medida que se fue haciendo viejo, Kropotkin se convirtió en un anarquista e hizo todo cuanto pudo por minar un sistema social que consideraba injusto, inhumano y «antinatural». Si fuera posible destruir las corruptas instituciones políticas y económicas, pensaba, la humanidad regresaría a su estado más «natural» de armonía y cooperación.

Diccionario de la Evolución, 1993.

Junio de 1917, Kropotkin en la fronteriza población sueca de Haparanda
a la espera de poder entrar en el territorio ruso en plena revolución.

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