El psiquiatra Walter Freeman fue protagonista de uno de los episodios más negros de la historia de la ciencia del siglo XX. Freeman era un iluminado que creía haber encontrado la panacea científica de erradicar la locura. Para ello, armado de un vulgar picahielo, lobotomizó de 1935 a 1950 a alrededor de 35.000 norteamericanos, entre ellos a la hermana del presidente John Fitzgerald Kennedy y, dicen (aunque hay quien lo discute), que también a la actriz Frances Farmer. En efecto, el hombre del picahielos, durante aquellos años dorados de la psiquiatría somaticista, se forró viajando de un sitio a otro en su “lobotomóvil” (su furgoneta) para improvisar operaciones de lobotomías en lugares tan insospechados como habitaciones de hotel y a veces con presencia de la prensa pues el hombre del picahielo era todo un fenómeno mediático. La consecuencia de la “lobotomía transorbital”, consistente en introducir golpeando con un martillo un picahielo por un ojo y cortar las conexiones del lóbulo frontal (donde Freeman creía que anidaba la locura) con el resto del cerebro, en la mayoría de los casos traía consigo la inhabilitación mental del paciente de por vida.
En el siguiente vídeo podemos conocer algunas de las personas lobotomizadas por Freeman. Algunos eran ciertamente casos graves (suicidas en potencia, personas agresivas, etc.). Pero otros eran simples niños traviesos a los que su madrastra no soportaba, como en el caso de Howard Dully, lobotomizado a los 12 años; otros, como Rosemary Kennedy, lobotomizada a los 23, era una mera víctima de las presiones de una familia competitiva y enferma de poder que se avergonzaba de que uno de sus vástagos obtuviera en los test de inteligencia una puntuación ligeramente por debajo de la media. Aquí vemos cómo la familia es pieza clave en el complot psiquiátrico contra los que son catalogados por ésta como “locos” y cómo la institución psiquiátrica se pone siempre del lado del que tiene más poder.
Muchos pensarán que esto no es verdadera ciencia porque de hecho la propia ciencia lo denunció. Se equivocan: este argumento no puede ser más falaz ya que de 1935 a 1950, el establishment científico permaneció bastante en silencio ante este genocidio psiquátrico (no se me ocurre otra expresión mejor) perpetrado por este "hombre de ciencia". En efecto, los primeros en movilizarse contra estas prácticas bárbaras no fueron científicos sino familiares de pacientes lobotomizados ante el estado en que quedaban sus seres queridos tras padecer los sutiles métodos terapéuticos de Freeman. Sólo a partir de 1950, cuando a Freeman se le fue la mano con el picahielo y mató a un paciente, le fue retirada la licencia para ejercer la medicina. A pesar de eso, Freeman siguió visitando a sus pacientes lobotomizados hasta su muerte en 1972, porque en el fondo nunca tuvo conciencia de haber hecho nada malo: él hizo ciencia y la ciencia es infalible.
Pero Freeman no era un caso aislado. Sus crueles prácticas tenían un precedente claro en el neurólogo portugués Egas Moniz. Moniz, nacido en el seno de una familia aristocrática portuguesa, en realidad se llamaba António Caetano de Abreu Freire pero se hacía llamar Egas Moniz porque, según él, descendía de un ayo del rey Alfonso I. Este fascista e imperialista portugués, que fue ministro de Asuntos Extranjeros de Portugal entre 1918 y 1919, inventó en 1936 la “leucotomía”, que era como él llamó a la lobotomía, para "erradicar la locura". Para ello Moniz y su colega el cirujano Almeidas Lima usaron las observaciones realizadas en un sólo caso clínico, que para colmo ni siquiera era humano (era un chimpancé [1]). Como en el caso de Freeman, el establishment científico durante muchos años no se pronunció en contra de los nefastos métodos terapéuticos de Moniz, más bien al contrario: en 1949 el Premio Nobel se le concedió el premio Nobel. Y como en el caso de Freeman, fue el pueblo llano, especialmente parientes de los lobotomizados los que primero alzaron la voz contra las lobotomías. Es más, aún hoy un grupo de descendientes aquellos cuyas mentes fueron aniquiladas por el psiquiatra portugués luchan por que le sea retirado a título póstumo el Nobel. Y como muestra de cómo la élite científica, conservadora y sedienta de poder como cualquier otra élite (p. ej. la Iglesia Católica), no sólo no pide perdón por sus atropellos a la dignidad humana en el pasado sino que está deseosa de seguir cometiéndolos, aquí dejo un vídeo en el que un grupo de científicos portugueses actuales hacen apología de Moniz y continúan abogando por la inhabilitadora práctica de la psicocirugía...
La lobotomía, no obstante, se práctico de manera legal hasta 1967. Por suerte, en la década de los 60 y buena parte de la de los 70, coincidiendo con un periodo de generalizado incremento de la conciencia social en los países occidentales (protestas contra la guerra del Vietnam, el mayo del 68, el fin de las dictaduras en Portugal, Grecia y España) la psiquiatría empezó a humanizarse y a llenarse de voces críticas contra prácticas como la lobotomía o los electroshocks (que fueron introducidos, por cierto, en psiquiatría durante la dictadura de Mussolini por el italiano Ugo Cerletti, tras visitar un matadero donde sacrificaban cerdos con descargas eléctricas). Con todo, los electroshocks aún se utilizan en “casos graves” y las lobotomías también, aunque no se reconozca públicamente. Ahí está el caso de la que fuera niña prodigio en los años 60, la cantante escocesa Lena Zavaroni que, víctima de la anorexia nerviosa, fue lobotomizada en fecha tan poco remota como 1999, a la edad de 35 años, muriendo a consecuencia de una neumonía que contrajo en quirófano. No actuemos contra las causas sociales de la anorexia... ¡Escindamos cerebros! Esto es a lo que conduce creer en la infalibilidad de la ciencia como el que cree en la infalibilidad del Papa.
NOTA:
[1] Anteriormente, en 1928, el Dr. John Fullton de la Universidad de Yale, había lobotomizado a dos chimpancés, a los que tenía por "neuróticos", chimpancés que no sobrevivieron a la operación.
4 comentarios:
Sobre más burradas que se han hecho en nombre de la ciencia hay dos libros que os lo cuentan: El primero es La falsa medida del hombre de Stephen Jay Gould, y el segundo, Del Génesis al genocidio. La sociobiología en cuestión de Stephan L. Chorover... ¡Recomendables!
Y no nos olvidemos de los experimentos con gemelos —también en nombre de la ciencia— de Josef Mengele. O de los desvarios del psiquiatra castrense Antonio Vallejo Nájera, de quien estoy preparando algo.
Habría que mencionar también los gravísimos efectos que el uso indiscriminado y generalizado de la farmacología psiquiátrica produce entre los pacientes. Una de las consecuencias de la oleada propagandística contra la psicoterapia psicoanalítica ha sido el rechazo de la logoterapia, del psiquiatra o psicólogo que escucha al paciente y dialoga con éste, que le ayuda a interpretar sus vivencias y a dar un significado a sus síntomas. La "caída" del psicoanálisis ha arrastrado consigo a toda forma de terapia que no sea biomédica y/o farmacológica.
Los efectos secundarios de las drogas psicoactivas (antipsicóticos, antidepresivos, ansiolíticos) se están demostrando terribles en muchos casos: discinesia tardía, intoxicación por litio, adicción, problemas cardiovasculares, ideaciones suicidas, etc.
Otro ejemplo sangrante es el uso del Ritalin, una anfetamina que se ha recetado masivamente y que todavía se sigue recetando para los niños "revoltosos" o con problemas de disciplina en la escuela, a los que el DSM etiqueta con el nombre rimbombante de "niños afectados por el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad". Entre los efectos secundarios del Ritalin están: lesiones cerebrales, cáncer de hígado, fallo cardíaco, déficits de memoria, convulsiones, etc...
Éstas son las "maravillas" del cientificismo biologicista.
Vallejo Nájera y Mengele son dos conocidos ángeles exterminadores de la psiquiatría pero desarrollaron su "trabajo" en el contexto de dictaduras fascistas mientras que Freeman actuó en el seno de una democracia, de ahí que me interesara especialmente denunciarlo.
Sobre la peligrosidad de los psicofármacos especialmente los neurolépticos (Metoclopramida, Toracina, etc.) y sus peligrosos efectos (discinesia tardía, etc.) ya me ocuparé, no tardando, en otra entrada de este blog. En cuanto, a la psiquiatrización de los niños, hay un documental norteamericano que emitieron en TVE en el programa Documentos TV, que también me encargaré de recuperar. Mientras tanto quien esté interesado en estos temas puede echar un vistazo a esta web:
http://www.antipsychiatry.org/
Sobre la Alemania nazi también se ha hablado de su programa eugenésico, para mantener «limpia la raza aria». Pero pocos recuerdan que tal método selectivo de seres humanos se aplicó antes en estados democráticos como los EE UU, e incluso en los más democráticos países escandinavos.
Aunque, también estuvo muy defendida por gente de izquierdas. En el Congreso de Zaragoza de la CNT en 1936, se aprobó en el apartado sobre «La familia y las relaciones sexuales»:
El Comunismo Libertario proclama el amor libre, sin más regulación que la voluntad del hombre y de la mujer, garantizando a los hijos la salvaguardia de la colectividad y salvando a ésta de las aberraciones humanas por la aplicación de los principios biológicos-eugénicos.
Asimismo, por medio de una buena educación sexual, empezada en la escuela, tenderá a la selección de la especie, de acuerdo con las finalidades de la eugenesia, de manera que las parejas humanas procreen conscientemente, pensando en producir hijos sanos y hermosos.
http://archivo.cnt.es/Documentos/congresosCNT/IV_CONGRESO_de_la_CNT.htm
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