domingo, 27 de abril de 2014

Tallas especiales


 El arapaima es el mayor de todos los peces dulceacuícolas. Habita en los cursos lentos, en los remansos y en las zonas encharcadas por las crecidas estacionales de toda la cuenca amazónica, donde recibe diversos nombres vulgares, tales como «pirarucú» en Brasil, «paiche» en Perú y «pez rojo gigante». Su tono rojizo procede de la pigmentación que rodea a las escamas de la región caudal, más acentuada en los machos durante la época de celo. Debido a su enorme tamaño —alcanza los dos metros de longitud y los ciento cincuenta kilos de peso, valores medios que se ven ampliamente superados por algunas capturas excepcionales de hasta cinco metros de largo y los doscientos kilos*— los arapaimas adultos no tienen que temer a ningún enemigo natural. La conocida ley de que el pez grande se come al chico, pese a no ser completamente exacta, beneficia a la especie** que ostenta todas las marcas de corpulencia en las aguas dulces.

 No hay quien pueda

 Los seres vivos practican las estrategias más imaginativas para defenderse de sus agresores. Los que están capacitados para desarrollar una buena velocidad sostenida huyen, otros se quedan paralizados y confían en su aspecto equívoco, algunos desencadenan conductas imprevisibles que desconciertan al enemigo o recurren a maniobras de distracción, los hay que se cubren con una coraza erizada de púas y hasta quienes emiten sustancias pestilentes. A veces se escudan bajo la protección de alguien más poderoso en alguna forma de simbiosis o comensalismo. Eso es precisamente los que hacen los alevines de arapaima hasta que alcanzan un tamaño que los hace difícilmente asequibles. Forman con su progenitor una relación persistente, y para comer aprovechan las «migajas» que se les escapan a su protector. El macho ya se había encargado antes de la excavación de un nido en el fondo arenoso de cualquier remanso de la custodia de la puesta. Pero todo tiene un límite, y los hijos semiparásitos pronto alcanzan un tamaño que, si no es alarmante, sí es suficiente para que el propio progenitor empiece a considerarlos presas suculentas y fáciles de capturar. Empieza entonces una carrera contra el tiempo plagada de peligros, entre ellos los arapaimas ya crecidos, en la que los futuros gigantes tendrán que crecer rápido si quieren superar el tamaño que los convierte en presas ideales incluso para sus propios padres.

 Cuando el arapaima rebasa ese límite de seguridad y todos los enemigos se quedan pequeños, puede disfrutar de una vida tranquila en las templadas aguas amazónicas. Alcanzando la madurez a los cuatro o cinco años de edad y dispone de una longevidad potencial de otros doce o trece años más. Confortablemente protegidos por su gigantesco tamaño, los arapaimas se vuelven poco activos, y pasan la mayor parte del día pegados al fondo del río en una especie de somnolencia dinámica. Algo tendrán que esforzarse si quieren capturar los peces con que se alimentan, y en buen número, a juzgar por su tamaño.

 No es difícil contemplar la enorme masa hundida de los arapaimas cuando se sobrevuela la selva en avioneta. Como sombras casi inanimadas, destacan entre las turbias aguas de los ríos sudamericanos. Pocos peces pueden ufanarse de resultar tan evidentes o de llevar un ritmo de vida tan relajado y despreocupado. Pero lo que supone inmunidad frente a los enemigos naturales se trueca en desventaja frente al hombre. El arapaima, en efecto, es la especie más buscada por los pescadores amazónicos.

El reto de la vida.
Enciclopedia Salvat del comportamiento animal
Tomo 9: «Sobrevivir»


   * Si fuese cierto que alcanzase tales dimensiones, podría ser considerado el mayor de todos los peces de agua dulce, pero no hay pruebas. No hay duda de que pueda alcanzar los tres metros, igual que otras especies.

  ** Hasta el pasado año se clasificaba una única especie del género, ahora algunos expertos nominan varias.

2 comentarios:

Loam dijo...

¡Pobre del arapaima, con el hombre se ha topado!

KRATES dijo...

No tan pobre, a pesar de su sobrepesca, para su consumo es también criado en piscifactorías e introducido en otros sitios, como Tailandia. ¡Pobres los otros ecosistemas donde se les introduce! La mano humana, otra vez, vuelve a cagarla.