28 de abril de 2014
Están aprendiendo a luchar. Como tienen que aprender los niños. Jugando y disfrutando. Les están enseñando a ser ciudadanos libres, a que hay que desobedecer cuando la injusticia se haga presente en su vida. Les enseñan a tomar los derechos que les pertenecen, a coger lo que es suyo. Les enseñan que la sociedad donde viven no tiene compasión con los de su clase, que premia a los que especulan con un bien de primera necesidad y permite que las familias sin recursos no puedan dormir bajo un techo. Qué gran enseñanza recibieron este fin de semana esos niños.
Los pequeños que se ven en la foto levantando el brazo sin saber muy bien qué significaba ese símbolo estaban aprendiendo a ser libres. A no pedir permiso y exigir sus derechos, a no aguardar una lista de espera en la que se escudan los que sólo piensan en no perturbar el sueño de los poderosos. Estaban viendo cómo sus familias desobedecían con total legitimidad unas leyes que oprimen a los de su condición.
La fotografía fue tomada durante una liberación de un inmueble en el barrio de Malasaña. El edificio pertenece a una constructora y llevaba 17 años desocupado. La Obra Social Leonas, así se llamaba la acción, está dentro de la campaña Obra Social Madrid, que busca liberar edificios desocupados pertenecientes a entidades bancarias y ponerlas a disposición de familias que no tienen acceso a una vivienda. En el comunicado de la Asamblea de Vivienda Centro, dejan claro que son las propias ocupantes las que han tomado la vivienda en un ejercicio de exigencia de sus propios derechos, nadie se lo ha dado, lo han tomado ellas.
«Las ocupantes de esta nueva Obra Social somos un grupo de mujeres, cinco madres (una de nosotras embarazada), dos abuelas y ocho menores, que luchamos por el bienestar de los nuestros. Por ello, no nos limitamos a denunciar la situación de precariedad en que se encuentra una buena parte de la población y somos nosotras mismas, sino que organizadas, hemos decidido ser nosotras quienes garantizamos a nuestras hijas, hijos y a nosotras mismas el derecho a disfrutar de una vivienda estable y habitable que las administraciones no nos ofrecen», aseguran.
Habrá quien considere que esos niños están viendo a sus madres y abuelas incumplir la ley, que les están enseñando a cometer una ilegalidad, como si la ley fuese el valor absoluto bajo el que subyugar la vida y la dignidad de tus seres queridos. La ley tiene que ser enfrentada y conculcada cuando no defiende los derechos humanos de los ciudadanos a los que pretende regir. La ley es sólo un instrumento de opresión cuando permite que unos pocos hagan negocio con la dignidad de la mayoría. La desobediencia civil es una obligación de la ciudadanía cuando constata que el imperio de la ley sólo sirve para proteger los intereses particulares de los poderosos. No es sólo su derecho violentar esas leyes injustas, es su obligación. Thomas Jefferson en el preámbulo de la Declaración de la Independencia de los EEUU detalló de manera incontestable que la insumisión social era la obligación de cualquier ciudadano que fuera consciente del abuso de sus gobernantes.
«Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios,el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad», explican en el comunicado.
«La prudencia, claro está, aconsejará que los gobiernos establecidos hace mucho tiempo no se cambien por motivos leves y transitorios; y, de acuerdo con esto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a sufrir, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia mediante la abolición de las formas a las que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, que persigue invariablemente el mismo objetivo, evidencia el designio de someterlos bajo un despotismo absoluto, es el derecho de ellos, es el deber de ellos, derrocar ese gobierno y proveer nuevas salvaguardas para su futura seguridad», concluye la nota informativa hecha pública por Vivienda Centro, escrita por las mujeres en primera persona.
Los niños que presenciaron cómo sus madres y abuelas han quebrantado una ley injusta para darles un techo han aprendido una lección de vida, de ciudadanía y de compromiso con la justicia social. Han aprendido que la ley es sólo una convención social que puede ser quebrantada cuando es claramente injusta. Rosa Parks le enseñó a todo el mundo en 1955 cuando se negó a cederle el sitio a un blanco y sentarse en el sitio reservado para los negros que desobedecer una ley es necesario y un acto de valentía y dignidad. Esos niños que levantan el brazo lo aprendieron ayer, y nos lo enseñaron a nosotros con su pequeño gran gesto.
Antonio Maestre
1 comentario:
¡Bien, bien, bien...! Acciones como esta reconfortan, animan y contradicen positivamente al derrotismo.
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