La dieta vegetariana es una forma alternativa de comer. Consiste en eliminar carnes y pescados de nuestra alimentación. Sus ventajas para la salud son muchas y sus peligros también numerosos si no se sigue un régimen equilibrado y con variedad de alimentos.
Cualquier dieta, incluida la vegetariana, necesita planificación y orientación. Antes de decantarse por este tipo de alimentación, lo mejor es asesorarse y comprobar si el organismo está en condiciones de adoptar un cambio tan drástico de comidas.
Una dieta saludable
La dieta vegetariana es, en principio, una dieta muy saludable. Entre sus muchas ventajas está la de limpiar el organismo de toxinas, lo que la hace aconsejable incluso si se sigue solamente durante una o dos semanas al año.
El nivel de urea desciende con esta dieta, por lo que es excelente para las personas con problemas renales. Hace bajar los niveles de colesterol y previene la diabetes. Es de gran ayuda para los que padecen artritis reumatoide o problemas cardiovasculares. Tiene propiedades antioxidantes, aumenta la vitalidad, hace perder peso, y embellece la piel y el cabello.
Todos estos milagros tienen que ir acompañados, para materializarse, de un cambio de hábitos. Adiós al alcohol, el café, el té y el tabaco. Y bienvenido al ejercicio y a una forma de vida más saludable.
Una dieta vegetariana equilibrada, completa y bajo supervisión de un nutricionista, es buena para cualquier persona y a cualquier edad. Las embarazadas, lactantes, niños y adolescentes pueden seguirla asimismo sin riesgos siempre y cuando no falte en esta dieta todos los nutrientes necesarios para las demandas específicas de su organismo.
Alimentarse de vegetales
Las razones que pueden llevar a prescindir de alimentos animales son muchas. Algunas religiones milenarias, como la hinduista y budista, rechazan el sacrificio de animales, ya que creen en la transmigración de las almas.
El cristianismo establece a lo largo del año días de abstinencia, en los que no se puede comer carne. Los Adventistas del Séptimo Día defienden el vegetarianismo, mientras que el judaísmo y el islamismo prohíben, entre otros alimentos, la carne de cerdo.
La más extrema y estricta de las dietas vegetarianas es la zen, en especial la que se sigue en sus monasterios, y que se reduce prácticamente a un cuenco de arroz al día.
A mediados del siglo pasado, el vegetarianismo se convirtió en Occidente en una corriente de moda y desde entonces no ha dejado de ser una dieta bastante popular. Algunos la siguen para alimentarse de forma sana, otros como protesta por el trato que se da a los animales de granja, y los hay que sostienen que comiendo únicamente vegetales contribuyen a la conservación del medio ambiente.
Una dieta para cada gusto
Existen muchos tipos de dietas vegetarianas, empezando por la que elimina las carnes rojas pero no el consumo de aves y pescado.
La llamada vegana prescinde de cualquier producto de origen animal, como lácteos y huevos.
Los vegetarianos macrobióticos rechazan los alimentos procesados por considerar que están contaminados con productos tales como hormonas o radiactividad.
Entre estos tres grandes grupos existen muchas variaciones, como las de los llamados «nuevos vegetarianos», que siguen dietas con pocas o ninguna proteína animal, adaptadas a sus preferencias personales y más por razones de salud que por principios religiosos o morales.
Los peligros del vegetarianismo
El vegetarianismo no es en sí una dieta más peligrosa que cualquier otra que se siga sin cuidado y orientación.
El principio básico de cualquier dieta es que la adaptación a ella debe ser progresiva y escalonada. No se puede prescindir de golpe de un grupo de alimentos, sino que hay que ir reduciéndolos poco a poco.
El vegetarianismo puede ser perjudicial para la salud, sobre todo en las dietas más extremas. Falta de vitaminas, minerales y proteínas son los problemas más comunes. Esto se traduce en raquitismo, trastornos hormonales, desnutrición, osteoporosis y partos prematuros, entre otros muchos.
Para seguir una dieta vegetariana saludable hay que tener en cuenta aspectos tales como que la combinación de ciertos alimentos, como arroz y lentejas, o maíz y judías, es una forma de lograr las proteínas suficientes. También hay que prestar atención a las cantidades de alimentos que se ingieren para alcanzar el aporte necesario de vitaminas y minerales.
Cereales integrales y legumbres, frutas y verduras, frutos secos, grasas vegetales, productos lácteos y huevos, y dulces no refinados son, por este orden, los cinco grandes grupos de alimentos que forman la dieta vegetariana más habitual.
Seguir un régimen vegetariano tiene sus pros y sus contras. Antes de iniciarlo es recomendable asesorarse bien.
EFE Reportajes
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