19/02/2014
Estamos viviendo un cúmulo de acontecimientos convulsos simultáneos en muchos lugares del mundo, principalmente en Ucrania, Venezuela o Siria. ¿Hasta qué punto están relacionados? La pregunta no tiene fácil respuesta, hablamos de tres continentes y de tres conflictos muy diferentes, tanto en su génesis como en su desarrollo. No obstante, hay un denominador común, una misma mano que agita los tres conflictos en su propio beneficio.
Empezaré por Ucrania
No cabe duda de que es un país dividido entre su zona oriental, más eslava e históricamente proclive a Rusia y una zona occidental mucho más cercana a Europa. La rivalidad es patente pero… ¿hasta qué punto es normal un clima casi de guerra civil? El bloque pro ruso ganó claramente las elecciones, estudios demoscópicos le dan alrededor de un 60% de la población total del país. ¿Qué está pasando? Pues que fuerzas externas están atizando el conflicto para dar un golpe de estado en el país utilizando a las fuerzas de la derecha, a los neonazis e incluso a yihadistas de Crimea para desestabilizar el país. No es tener una visión conspiranoica de la realidad. Todos hemos podido oír las conversaciones interceptadas entre el embajador de EEUU y la responsable de asuntos europeos organizando el futuro gobierno del país como si se tratase de una república bananera de la vieja Sudamérica colonial. Todos hemos visto a líderes europeos o norteamericanos en las plazas de Kiev. Quien se crea que todo esta revuelta es por un tratado comercial es un auténtico iluso. El fin de todo este asunto es acabar con otra república ex soviética en manos de la OTAN y un posible lugar para establecer armamento militar como están haciendo en tantos lugares recientemente puestos bajo su control.
Tras tres años de conflicto, ya está casi todo dicho y sabido. Desde el principio es otra crisis generada y planificada por los Estados Unidos con diferentes objetivos claros:
- Acabar con un enemigo regional de Israel en la zona
- Utilizar el país como ruta alternativa de gasoductos para vender crudo a Europa prescindiendo de Rusia
- Eliminar la única base militar rusa fuera de sus fronteras (Tartús)
- Acabar con los aliados de Irán para cubrir las fronteras en caso de ataque israelí sobre el estado persa
- Eliminar una base de apoyo a los palestinos no controlados por Estados Unidos e Israel
- Minar el poder de Hezbollah y con el actual modelo de estado pluriconfesional de Líbano
- Atizar la guerra confesional entre sunitas y chiítas
- Acabar con los gobiernos de inspiración socialista y laicos de Oriente Medio
Los actores externos siguen siendo los mismos que en Ucrania, pero sumando a los reinos feudales del Golfo interesados en la guerra confesional y en el control de sus propias poblaciones shiíes.
¿Qué está pasando estos días allá? Pues justo se trata de una nueva intentona golpista de tipo «suave», organizada por la oligarquía caraqueña con apoyos incontestables del exterior, fundamentalmente de Estados Unidos, como denunció el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Nuevamente nos encontramos con un país dividido, pero esta vez no se trata de motivos geográficos, sino económicos. La mayoría del país nunca disfrutó de acceso a la educación o a la sanidad o a una vivienda pública, mientras que una minoría acomodada dominaba ampliamente toda la vida del país, con la complicidad de una clase política corrupta vendida al capital. Los ingresos del petróleo acababan invariablemente en unas pocas manos evadidos hacia cuentas norteamericanas.
Sin embargo, desde la llegada de Chávez al poder, la cosa cambió. La petrolera PDVSA se puso al servicio de los intereses venezolanos y los ingresos al servicio de la población. La política de misiones, de expropiaciones de tierras desocupadas en manos de latifundistas, de ejecución de vivienda pública, de nacionalizaciones estratégicas ha logrado reconstruir el país, articular una nueva sociedad más justa, democrática y participativa e incluso extender una nueva era a todo el continente que, por fin se está sacudiendo del yugo norteamericano y puede emprender políticas destinadas a mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La derecha escuálida y pitiyankee nunca le ha perdonado al chavismo la pérdida de su poder e influencia y ha intentado desestabilizar al país en numerosas ocasiones. Esta vez, lo ha vuelto a intentar tras un periodo de escasez forzado por la patronal del comercio para crear un clima de malestar y el apoyo al levantamiento planificado por la oligarquía y sus representantes políticos. Las divisiones militares mediáticas están haciendo su trabajo, presentar como actos de represión chavista las fotos de otros conflictos y matanzas del mundo y haciendo parecer a los extremistas golpistas como simples manifestantes demócratas. Artistas de la gusanera se han sumado al coro mediático de condena al bolivarianismo. Yihadistas muertos en Siria se presentan como manifestantes, heridos por la brutalidad policial en España, también. Los medios de comunicación del país, en su inmensa mayoría controlados por la oposición a pesar de los cuentos chinos con los que llevan años intoxicando, tocan a rebato para consolidar el golpe. En suma, un escenario repetido, manido y más que sobado que sigue «convenciendo» a nuestros periodistas para erigirse en altavoces de los golpistas violentos de la extrema derecha.
En este caso, lo que se esconde tras la verborrea oficial no es otra cosa que petróleo y más petróleo. Para el Imperio siempre fue un delito el uso de los recursos naturales para satisfacer las necesidades de la población. Si además Venezuela tiene una vocación internacionalista y se convierte en soporte de otras naciones con procesos emancipatorios en marcha, se erige en el enemigo a batir. Y justo en esas estamos, en un enésimo intento de golpe de estado organizado desde el exterior usando a la oligarquía de fuerza quintacolumnista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario