"El socialismo sólo podía mantener su papel como ideal cultural del futuro dedicando toda su actividad a suprimir, junto con el monopolio de la propiedad, también toda forma de dominación del hombre por el hombre. No era la conquista, sino la supresión del poder en la vida social lo que había de constituir su gran objetivo, en el cual debería concentrarse y al que nunca debía abandonar, si no quería suprimirse a sí mismo. El que cree que poder suplantar la libertad de la personalidad por la igualdad de los intereses y de la posesión no ha comprendido en modo alguno la esencia del socialismo. Para la libertad no hay ningún sustituto, no puede haberlo nunca. La igualdad de las condiciones económicas es sólo una condición necesaria previa a la libertad del hombre, pero nunca puede ser un sucedáneo de ésta. El que peca contra la libertad, peca contra el espíritu del socialismo. Socialismo equivale a cooperación solidaria de los seres humanos sobre la base de una finalidad común y de los mismos derechos para todos. Pero la solidaridad se apoya sólo en la libre decisión y no puede ser impuesta, si es que no quiere transformarse en tiranía.
(...)
Cuando un Lenin -lo mismo que Mussolini- se atrevió a proclamar que "la libertad es un prejuicio burgués", no demostró sino que su espíritu no supo elevarse hasta el socialismo, y quedó estancado en el viejo círculo del jacobinismo. Es absurdo hablar de un socialismo libertario y de un socialismo autoritario: ¡el socialismo será libre o no será socialismo!"
Rudolf Rocker,
extracto del capítulo XIV ("El socialismo y el Estado")
de "Nacionalismo y cultura", 1937
extracto del capítulo XIV ("El socialismo y el Estado")
de "Nacionalismo y cultura", 1937
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