viernes, 28 de octubre de 2011

Más sobre Punset

Punset es el mejor ejemplo de la adaptación oportunista, según la mejor conveniencia. En sus libros nos da a entender que el hecho de cambiar de opinión no es malo, sino todo lo contrario. Es un reflejo auténticamente de inteligencia y debemos adaptarnos según las circunstancias: «Arrimarse al árbol que mejor sombra dé». Es el mejor ejemplo del oportunismo («chaqueterismo», decimos en mi pueblo), cosa que es muy normal por parte de un ex-funcionario del FMI. Un aprovechado que jugó a todas las barajas, y hasta llegó a ser miembro del Partido Comunista español (en sus años jóvenes de universitario privilegiado), y luego cambió de chaqueta. Cambió para llegar hasta a ser ministro de la UCD, un ministro que se encargaba de las relaciones con el resto de Europa (un visionario, como le llegó a denominar su propia hija para la TVE, ¡otra que tal va!). Visionario que seguía lo que querían las elites posfranquistas, lo cual de visionario no tuvo él nada. Un personaje auténticamente «chaquetero» (además de ser un asqueroso neoliberal) que se aprovecha de la ingenuidad de muchos chavales amantes de la Ciencia —él, que ni tiene conocimientos científicos (los justos para justificar sus creencias y engañar a algunos cándidos del 15-M y de DRY)— con unos argumentos que rozan el infantilismo, confiando en el progreso técnico-científico o un futuro de ficción o de la mismísima ciencia-ficción. Progreso que siempre redundará en los mas ricos, pero no en los de siempre. Y que conste que yo no estoy contra la Ciencia, pero como llegó a reconocer el mismísimo Bertrand Russell que la Ciencia como la Tecnología (y añado hasta el Arte) están al sevicio del dinero: el señor Capital.

Daos cuenta que Punset era el hijo de un médico rural durante la posguerra. Cuando se queja de las privaciones que tuvo que padecer, porque su madre le ponía periódicos debajo de su jersey o las dificultades de ir a la escuela en bicicleta..., muchos niños y niñas (más las niñas), los hijos de obreros y agricultores sencillos, ni eso. Podrían dar gracias de llevarse algo que comer antes de ir a dormir, pero al día siguiente a buscarse la vida —con el hambre y los piojos rondándosles—. ¿Qué objetividad podemos obtener de semejante «privilegiado»? Alguién que dijo que el problema de Haití es culpa de las creencias religiosas y supersticiones de la población, y para nada reconoce las faenas que se hiceron a este país a través del FMI (uno de sus trabajos) y las potencias occidentales.

Fue un burguesito «comunista» en sus años de Universidad, luego un funcionario del FMI. Para pasar a ser ministro del partido posfranquista UCD, y cuando a Suárez le quitaron de enmedio, se fue con él al CDS. Siendo eurodiputado de este partido, rompe con ellos, pero mantiene su puesto como independiente (lo que se llama un transfuga). Y cuando se jubila se mete en TVE, gracias a sus contactos, para hablar de Ciencia. Aguantó las dos legislaturas del «prepotente» Aznar, y lo mismo hace con las del «incompetente» Zapatero... y quién sabe cómo seguirá después. ¿Y este elemento es un personaje de quién fiarse?

¡Apañados vamos!

Me río de vosotros, y no os enteráis, ¡fascinante!


Carlos Elías en su libro La razón estrangulada nos dice sobre Eduardo Punset y un libro del año 2005, el primero de la trilogía, Viaje a la felicidad: las nuevas claves de la ciencia:



Punset jamás ha ejercido la ciencia y ni siquiera la ha estudiado en la universidad (es licenciado en economía y en derecho). Tras su jubilación en ambas profesiones —fue también político—, observó que los científicos españoles no divulgaban la ciencia en los medios y, a través de sus contactos en TVE, se lanzó a dirigir el programa Redes. ¿Por qué eso no se le ocurrió a un catedrático de ciencias jubilado? ¿Por qué la televisión pública confió en un abogado-economista para su principal —y único— programa de ciencias naturales?

La lectura del libro de Punset refleja el grave daño que personas sin experiencia ni formación científica pueden hacer a la ciencia si opinan sobre ésta en los medios de comunicación. En primer lugar, porque ataca a la racionalidad y el pensamiento racional de Occidente (rechaza, en este sentido, al mismísimo Platón) y defiende la emotividad como algo racional. Punset comete fallos científicos graves. Desde las primeras páginas del libro ya señala:

«Los descendientes de aquellos moradores de Atapuerca de hace medio millón de años, a los que delataban como viejos sus ojos empequeñecidos y la nariz agrandada por el retraimiento de la epidermis al consumirse la vida a los treinta años, disponen ahora de otros cincuenta inéditos. Por primera vez en la historia de la evolución, los descendientes de aquellos moradores tienen futuro aquí y ahora».

Un párrafo muy literario, pero errado científicamente. Primero porque Atapuerca reúne varios tipos de homínidos. La mayoría de las evidencias científicas obtenidas hasta el momento prueban que la especie humana que habitó allí hace medio millón de años —los neandertales— se extinguió totalmente. Aquel hombre de Atapuerca de hace medio millón de años y el actual tienen un antepasado común. Pero el hombre actual no es descendiente ni del mono, ni del hombre de Atapuerca al que se refiere Punset. Desde el punto de vista científico la diferencia entre ambos conceptos es abismal.

No es objeto de este libro [La razón estrangulada] seguir enumerando todos los errores científicos de Punset. Que se equivoque o malinterprete los conceptos era de esperar, porque Punset no es científico. Sin embargo, lo realmente grave es que ni siquiera entiende el método científico (porque nunca ha tenido que diseñar un experimento en ciencias naturales), llegando a afirmar unas páginas más adelante: «En la actualidad, el consenso científico apunta en la dirección opuesta, refrendada por John Bonner, profesor emérito de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Princeton».

¿El consenso científico? Ya puestos, Punset podría haber aclarado si para lograr ese consenso hubo votación o sólo pacto de caballeros. ¡Cómo se nota que Punset es de ciencias sociales y, por tanto, idolatra a Kuhn! En ciencia, como he repetido decenas de veces en este libro, no existe ni el consenso ni la jerarquía. El consenso y la jerarquía en la época de Galileo era que la Tierra estaba en el centro del universo. Pero, porque hubiera consenso, no lo convertía en verdad científica. Todos los científicos de la Tierra podrán reunirse mañana y consensuar que está en el centro del sistema solar. Habrá consenso, pero no será la verdad. En ciencia sólo existe la verdad obtenida de experimentos empíricos reproducibles y, sobre todo, de resultados capaces de hacer predicciones ciertas.

Punset, además, tiene un inconveniente añadido que aviva el declive de la ciencia: la opinión pública lo toma como serio. O, al menos, más serio que Iker Jiménez o J. J. Benítez, ambos licenciados en ciencias de la información. La formación en ciencias naturales de los tres es similar. ¿Por qué Punset lo iba a hacer mejor? Pero parte de la sociedad pone una barrera a lo que puedan contarle Jiménez o Benítez. Esa barrera no existe con Punset, que puede deslizar más fácilmente pensamientos anticientíficos. El hecho de que incluya declaraciones de científicos no tiene que implicar que el contenido sea científico. Una verdad a medias o mal traducida es la peor de las mentiras.

¿Es consciente Punset de su daño a la ciencia? Posiblemente, no. Al contrario: creerá que está haciendo un trabajo loable. La osadía del ignorante siempre ha sido muy grande. No critico a Punset, aunque sí a la televisión pública por venderlo como alguien que sabe de ciencia. Pero sobre todo critico a los científicos españoles por no haber dado el paso de sustituirle. Los científicos actuales —sobre todo en España, pero también en el resto del mundo— están demasiado ensimismados, y eso puede perjudicar a la ciencia.

2 comentarios:

LEONARDO dijo...

Es tu opinión, y muy respetable. Pero ¿que te ha hecho Punset?, yo creo que eres demasiado estricto con éste hombre, a mi me parece un tipo majete, aunque pueda no pensar igual que yo, al menos no tiene cara de acelga cucufata, como la que tienen muchos de los "científicos legales".
¿Que militó en el PCE, y en UCD y en....?, nadie es perfecto, todo el mundo tiene derecho a una evolución personal en su pensamiento, además todos tenemos pasado, yo mismo (y tu también) milité en alguna que otra organización con bonitas siglas (todas estúpidas sopas de letras).
Seguramente es cierto que éste simpatico tipo carece de un título académico que lo acredite como "científico legal", pero creo que no se puede negar que posee un sincero apasionamiento, una sincera fascinación y curiosidad por el absoluto misterio que somos los humanos y el absoluto misterio de la "realidad" que nos rodea. Insisto, puedo equivocarme, pero creo que su pasión y su fascinación es veraz y honesta, algo de lo que muchos de los "científicos legales" carecen, mas preocupados en emular a Torquemada y en obedecer la ortodoxia escolástica de su gremio que de sentir verdadera curiosidad y asombro para la exploración libre y sin trabas de la "realidad" innominada y misteriosa que nos rodea.
Además por lo que parece su cabeza no es cuadrada, se atreve a interesarse por aspectos no racionales, espirituales e intuitivos, en su busqueda de conocimiento, y no desdeña intransigentemente a las llamadas "pseudociencias", a las que se acerca con apertura mental, humildad, y verdadera curiosidad. Solo por ésto ya tiene diez puntos a su favor.
Y bueno, en cuanto a su supuesto poco rigor cientifico y a sus meteduras de pata: ¡¡¡éso es lo de menos!!!.
(Por cierto, su hija también me parece una tia maja).

Saludos Krates, y sin acritud.

KRATES dijo...

¡Vamos a ver, compañero! Si a mí o a tí te contratan de peón albañil, es porque tienes algo de idea o puedes ponerte al día de tal trabajo. Si te hacen un contrato de otro tipo de trabajo, lo mínimo que te exigen es que sepas de ello. Si no sabes te echan a la p... calle o, mejor dicho, te despiden. Pues lo mismo, si a uno le pagan de divulgador científico, por lo menos que sepa de ciencias naturales. Este personaje además de saber poco del tema, lo está utilizando como trampolín para sacar provecho en la venta de sus libros, lo está utilizando en beneficio propio (cosa que puedo considerar hasta normal). Pero lo hace a costa del erario público, nos está estafando a todos.

Hace unos programas llegó a decir que el siglo XX pasado, fue el siglo del reparto de la riqueza, de los ricos se saca para repartirlo entre los pobres.. ¡mentira! Parten sus análisis desde una posición privilegiada, con sus prejuicios de clase, para decirnos que la realidad es así o es asá. Lo mínimo que puedo hacer es criticarlo, y más su oportunismo.