jueves, 3 de abril de 2014

¿Es mejor un bosque 'limpio'? Pues depende…

 

(Abril 2014)

La alarma social que se genera cuando hay grandes incendios forestales ha puesto en la lista de los proscritos a los sotobosques. Pero resulta que en ellos se encuentran las futuras generaciones de árboles de las florestas. El papel ecológico que juega el sotobosque es esencial y prevenir el fuego es algo más complejo que eliminarlo sin más de nuestras masas forestales.

Cada año ocurre lo mismo. Durante la temporada de mayor riesgo de incendios, se enciende el debate: «¡Hay que limpiar los bosques!», dicen muchos, «¡hay que poner cabras!», proponen incluso algunos. Pero, ¿qué quiere decir exactamente «limpiar» en este contexto? En la mayoría de los casos significa eliminar o reducir drásticamente la vegetación herbácea y arbustiva de los bosques. ¿Y estas prácticas ayudan a prevenir incendios? Pues, depende…

En las explotaciones silvícolas, destinadas a producir celulosa o madera, estas prácticas quizás sean útiles en determinados casos. Sin embargo, eliminar el sotobosque puede ser contraproducente. En determinados tipos de bosques densos, los cambios drásticos en la estructura del sotobosque llegan a reducir la humedad del suelo y de la hojarasca, es decir, más riesgo de incendios.

En muchos sectores sociales se considera que un bosque con sotobosque es un bosque «sucio». Pero desde el punto de vista de la conservación de los ecosistemas naturales, no puede haber bosques sin sotobosques. Si nos fijamos, la mayoría de las plantas que producen frutos carnosos en los bosques mediterráneos de Europa se encuentra entre algunos centímetros del suelo y cerca de los cuatro metros de altura. Es decir, mayoritariamente en el sotobosque.

En los sotobosques están también, en forma de plántulas y plantas jóvenes, las futuras generaciones. Si estas promesas de árboles son consumidas y reiteradamente eliminadas por el pastoreo excesivo, la capacidad de regeneración natural del bosque y su continuidad se verán peligrosamente afectadas. Ejemplos del efecto incontrolado de grandes rebaños de cabras los tenemos en extensas zonas del Atlas de Marruecos, donde prácticamente no hay sotobosque ni tampoco regeneración de las poblaciones de árboles que forman el dosel y el subdosel.

Existe una percepción generalizada de que en las últimas décadas ha habido muchos incendios forestales (¡demasiados!), que antes no había tantos y que, cuando ocurrían, afectaban a extensiones de terreno mucho menores que las actuales. Esta percepción es real y el problema existe. No obstante, si nos fijamos bien en los paisajes documentados en fotografías de la península Ibérica de finales del siglo XIX e inicio del siglo XX, nos sorprenderá constatar la escasez de bosques y la abundancia de cultivos y pastos.

En aquel entonces la mayoría de la energía que era empleada en la calefacción de las viviendas y en la cocción de los alimentos —incluyendo también los hornos de las panaderías— provenía de la leña y el carbón vegetal. La ganadería extensiva de cabras, ovejas, vacas, caballos o mulas estaba mucho más difundida que hoy día. Incluso a veces las cabañas de ganado eran tan numerosas que en determinadas épocas del año quedaba poca vegetación. Así pues, si casi no había bosques, apenas se producían incendios forestales.

Gran parte de la superficie forestal de la península Ibérica está formada por bosques relativamente jóvenes, con árboles de entre cuarenta y sesenta años de existencia, que crecieron espontáneamente a raíz del fenómeno del abandono masivo del campo, a partir de mediados del siglo XX. En las zonas protegidas, estos bosques se encuentran en unos estadios de sucesión ecológica que posibilitan la propagación y el crecimiento de encinas, robles y otras especies autóctonas.

La complejidad estructural y la diversidad de los bosques se consolidan con el tiempo. La escasez de perturbaciones naturales y artificiales contribuye a ello. Esto no implica que los bosques deban permanecer intactos. La cuestión central en este debate es qué tipo de gestión debe aplicarse.

JUAN CARLOS GUIX

2 comentarios:

Piedra dijo...

Todas las medidas que se tomen para "limpiar" los bosques, solo persiguen exterminar los bosques y limitar los productos útiles que puedan ofrecer hasta el momento de su desaparición.
El bosque con matorral y materia orgánica en el suelo, cuando sufre un incendio es más violento, termina antes y las cenizas sirven para una inmediata regeneración (en tiempo de bosques, no de humanos), de las semillas que resisten y hasta necesitan de los incendios para germinar.
Si los bosques salvajes no se regenerasen, no existirían a día de hoy, la naturaleza ya contaba con eso hace millones de años, no lo vamos a mejorar.
Por otro lado, un bosque limpio, muerto, que arde, no tiene nada que regenerar, menos cuando los incendios son en su mayoría provocados, mantenidos y si en preciso repetidos.

Un dato curioso es comparar (perdí el gráfico que lo mostraba) los incendios recientes en la costa mediterranea y la linea de AVE: coinciden misteriosamente.

Saludos.

KRATES dijo...

Pues sí, detrás de los incendios forestales, en buena parte producidos, siempre hay oscuros, y no tan oscuros, intereses económicos. El mundo capitalista actual ha cosificado hasta la naturaleza, la ha convertido en vulgar 'mercancía', y no hay respeto alguno.

Mis ancestros, que eran pastores, mientras no abusaban del sobrepastoreo ayudaban a preservar los bosques. Aunque hace cien años, es cierto que había menos masa forestal en este país. Las desamortizaciones decimonónicas al privatizar los bienes comunales de muchos pueblos produjo una gran desertificación.

Aunque, no estoy muy del todo de acuerdo con el comentario que hay en el texto que he puesto en donde dice que la repoblación de mediados del siglo XX fuese espontánea y natural (tal vez, más tarde, desde los años setenta con la mecanización del campo y la despoblación), en aquellos años se abuso mucho de especies foráneas como el pino y el eucalipto, cosa que agravó más la situación.

Ahora se me viene a la cabeza un argumento que suelen utilizar mucho los taurinos en defensa de su «fiesta nacional» que dice que gracias a las dehesas (que son explotaciones agropecuarias y para nada parajes naturales) no se ha extinguido nuestro lince ibérico, el felino en mayor peligro de extinción del mundo. Argumento completamente falso, ya que estos grandes gatos precisan del sotobosque y la 'maleza' para sobrevivir.

¡Saludos también!