Columna del periódico CNT que escribe Moncho Alpuente:
Vivimos sentados sobre un barril de pólvora y alguien ha encendido la mecha, vivimos un tiempo de prórroga postapocalíptica, una postdata de la Historia interminable e irremediable de la raza humana dispuesta a desaparecer y a extinguirse por sus propios medios. La muerte lenta del cambio climático resulta incluso demasiado lenta para muchos suicidas impacientes, por eso hay kamikazes dispuestos a construir centrales nucleares en zonas de tsunamis, en fallas sísmicas o en la puerta de casa (de la nuestra, nunca de la suya). Descerebrados políticos, científicos pirados y capitalistas voraces se conjuran para el expolio final, para el saqueo definitivo, gran liquidación final por quema de existencias. Las viejas monsergas antinucleares, asunto de hippies reciclados, ecologistas gafes y visionarios utópicos, imponen una vez más su impecable raciocinio, jugar con isótopos y confiar en que las fuerzas de la Naturaleza y del Azar no interfieran en el proceso es una apuesta de alto riesgo que una horda de tahúres sin escrúpulos realiza con nuestros fondos boicoteando a las energías alternativas para insistir en los combustibles fósiles y en las centrales nucleares. La gran catástrofe de Japón no ha servido de escarmiento, aunque ha producido tímidas reacciones y vagos propósitos de enmienda que se diluirán en el aire contaminado. Las revisiones que tenían que haber sido puntual y escrupulosamente realizadas se llevarán a cabo ahora ya partir de ahora, y alguna de las prórrogas forzosas otorgadas recientemente a las centrales más decrépitas serán revisadas a la baja, pero no se renuncia al modelo nuclear, como tampoco se renunció al petróleo, aunque en un acto contumaz de hipocresía los mandatarios,dignatarios e intermediarios del asunto se quejen de las amenazas al Medio Ambiente que ellos mismos provocan y promocionan y traten de desviar las culpas hacia los amenazados, insaciables consumidores de energía. Los grandes derrochadores que pusieron sobre el tablero de juego todos nuestros recursos llaman a la frugalidad y a la contención de las masas devoradoras. Nosotros somos los culpables por nuestra voracidad sin límites, ellos se limitan a satisfacer nuestras demandas, a darnos cuerda, a vendernos la soga con la que nos ahorcaremos.
Moncho Alpuente
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