El pueblo conocido hoy como
Quintanilla de «Onésimo» se llama en realidad Quintanilla de Abajo. Su nombre
fue cambiado por los franquistas, imponiendo el del fundador de las JONS,
organización filonazi, responsable junto a otras fuerzas de la sublevación
franquista en 1936 y de la posterior guerra que devastó y destruyó nuestro país
durante tres años.
http://www.represionfranquistavalladolid.org/?Represion-Franquista-en
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Por Orosia Castán | 10 de julio de 2012
Los niños de Quintanilla de Abajo reunidos en la plaza |
Aun contraviniendo las propias
leyes, el nombre de este pueblo no ha sido restablecido, como viene sucediendo
con los restos franquistas, nombres de calles, etc... Esta anomalía,
sistemáticamente denunciada, se encuentra con la resistencia de algunos, la
aquiescencia de otros y la indiferencia de la mayoría. Sin embargo, la mera
lectura de las obras de este impulsor del desastre deja patente su odio hacia
los que denomina «rojos»; hacia los laicos, los republicanos, los judíos y, en
definitiva, hacia todos los que no pensaban como él, a quienes ordenaba tratar
con la máxima violencia, como así hicieron sus seguidores.
Esperamos el momento en que los
regidores se paren a pensar y tomen conciencia del ejemplo demoledor que las
invectivas de este cabecilla supusieron para la democracia, la paz y la
civilización y, obedeciendo los imperativos legales, devuelvan a Quintanilla su
nombre real.
El pueblo se halla en las orillas
del Duero, lindando con su hermano, Quintanilla de Arriba. Se sitúa
prácticamente a mitad camino entre Valladolid y Peñafiel, y su economía se basa
tradicionalmente en la agricultura, ya que sus viñas y sus regadíos producen en
abundancia.
En el año 1936 contaba además con
una buena comunicación ferroviaria, ya que la conocida como «línea de Ariza»
tendía sus raíles en los alrededores, donde todavía se pueden ver los apeaderos
e instalaciones propias de la estación.
En los años treinta del pasado
siglo, según coinciden todas las fuentes, la ideología izquierdista era mayoritaria
en Quintanilla de Abajo. El hecho de que fuese la localidad natal de Onésimo
Redondo no tenía influencia sobre las ideas de los vecinos, quienes
construyeron con sus manos una Casa del Pueblo importante y que contaba con
bastantes afiliados. El local todavía estaba en tratos, comprada a plazos y sin
terminar de pagar cuando se produjo la sublevación, siendo ocupada por los
rebeldes, quienes se apoderaron también de todos los bienes que contenía.
Por otra parte, el comportamiento
de Onésimo Redondo y su familia en el pueblo era bueno, pues convivían con los
vecinos sin ningún tipo de problema. L.P., socialista que fue condiscípulo de
Onésimo en la escuela del pueblo, nos aseguró que éste nunca tuvo ni siquiera
malas palabras para sus convecinos socialistas; y J.A., que conoció bien a la
familia, nos explicó que todos ellos, y especialmente la madre de Onésimo, se
opusieron con todas sus energías a los actos violentos de los falangistas sobre
los republicanos del pueblo.
Onésimo, discípulo de los jesuitas,
se había convertido en un abogado que vivía en Valladolid, donde se dedicaba a
formar organizaciones sindicales entre los remolacheros de la zona; aparecía
poco por el pueblo, donde se dedicaba a sus asuntos privados.
Sin embargo, en la zona operaba
Girón, que entrenaba a sus huestes por los pinares, y que se caracterizaba por
su extrema violencia y agresividad. A causa de los diversos disturbios que se
produjeron en casi todos los pueblos el 1º de Mayo y en la fiesta del Corpus, la Corporación Municipal
resolvió requisar las escopetas de los elementos derechistas más destacados en
evitación de males mayores.
Este hecho, ordenado por el propio
Gobernador Civil, señor Lavín, trajo como consecuencia la desobediencia de un
pequeño núcleo de jóvenes falangistas, que se marcharon al monte conocido como La Planta con sus armas.
Allí estaban el día 18 de julio,
sábado, cuando llegó al pueblo la noticia de que los militares se sublevaban
contra la República. La
Corporación Municipal (votada en las urnas) se reunió con los directivos de la
potente Casa del Pueblo para analizar la situación. Como las informaciones eran
confusas, decidieron enviar a la ciudad a cuatro vecinos para que se
entrevistasen con las autoridades y recibiesen orientaciones. Nuestro informante,
presente en aquella situación, cuenta que actuando de enlaces se entrevistaron
con los dirigentes socialistas de Valladolid, y que les dieron una tarjeta en
la que estaba escrita una contraseña. «Esas fueron las armas que nos dieron».
Hacia las cuatro de la tarde del
domingo 19, aparecieron dos camionetas llenas de gente que entraron en el
pueblo disparando. Se dirigieron hacia la Casa del Pueblo. Se entabló un tiroteo y los
falangistas se retiraron. Fue entonces cuando los socialistas, ayudados por
muchos vecinos y vecinas, levantaron una pequeña barricada compuesta por ramas,
piedras y palos ante la ermita de San Roque, con el fin de intentar detener a
los atacantes cuando regresaran. Se estableció un turno de vigilancia en la Casa del Pueblo, mientras
otros vecinos se apostaban por las calles a la espera de otro ataque.
Al anochecer volvieron los
falangistas a Quintanilla.
Según testimonio de J.L. Galindo,
hijo del médico del pueblo y «camisa vieja» falangista:
«A Andrés Redondo le preocupaba la
situación de su familia en Quintanilla, así es que reunió una Centuria de
falangistas en el improvisado Cuartel de la Academia de Caballería de Valladolid y en varias
camionetas llevó su invencible ejército a su tierra natal. Los marxistas de Quintanilla,
cuando vieron aparecer las camionetas vallisoletanas, comenzaron a dispararlas
como si fueran un bando de perdices. Pero los recién llegados tenían fusiles y
eran más en número, condición "sine qua non" para la victoria. El resultado
final fue desastroso: un muerto y varios heridos (…) El tropel marxista se
disolvió y los muchachos derechistas bajaron del monte. Casi todos ellos
pasaron a la escolta de Andrés Redondo y pocos días después, al Alto del León.»
Así fue. La Centuria de Andrés
Redondo, hermano de Onésimo, asaltó la
Casa del Pueblo, matando a dos afiliados que se encontraban
allí. El tiroteo se recrudeció por las calles, y el saldo fue de dos
falangistas muertos, uno en el bailadero y otro en las cercanías de la ermita,
más los dos de la Casa
del Pueblo. El ataque fue muy duro, y los que pudieron, escaparon hacia La Planta, como habían hecho
anteriormente los falangistas. Los que no pudieron huir fueron detenidos, entre
ellos la Corporación
completa. Más tarde, todos fueron fusilados, además de sufrir maltrato. Días
después, el mismo médico pudo ver a los detenidos de Quintanilla en el Gobierno
Civil, encontrándolos «derrotados y hambrientos». Rápidamente fueron juzgados
militarmente, condenados a muerte y ejecutados.
El grupo que logró huir estaba
compuesto por jóvenes socialistas. Pasaron cuatro o cinco días en el monte; el
mayor de ellos quería que marcharan más lejos, pero los demás se negaron. Todos
pensaban que la cosa se acabaría rápidamente, y de hecho, cuando los guardas de
campo les dijeron que el Movimiento se había acabado y que se entregasen, les
creyeron y bajaron al pueblo. Cuando llegaron, les llevaron al Ayuntamiento a
declarar, pero estando en ello apareció el Cabo y les mandó para casa.
Después se enteraron de la
detención de las autoridades, que serían fusiladas enseguida; y la situación
quedó clara cuando vieron pasar camiones y camiones llenos de gente de la zona,
a los que llevaban a matar: «Querían matar y matar... les traían en camiones,
pasaban por mitad del pueblo y todos los podíamos ver... eran de los pueblos de
alrededor... Algunos llegaban a Valladolid, pero la mayoría quedaron por los
montes...»
En el pueblo comenzó una represión
sistemática. Detenían a los socialistas, a los afiliados a la Casa del Pueblo, a todos
aquellos que habían estado al lado de la República. La
actitud de la familia de Onésimo, completamente opuesta a los asesinatos,
impidió los paseos de los detenidos, que fueron trasladados a las Cocheras de
Valladolid. Algunos detenidos serían sacados de allí y asesinados; los demás
recibieron palizas y malos tratos, pero todo sucedía fuera del pueblo, donde la
única violencia física se ejerció en los registros y destrozos producidos en
los domicilios de los detenidos.
A las familias de las víctimas las
asustaban con mensajes falsos que indicaban el fusilamiento de los suyos, con
amenazas o insultos, impidiendo la salida del pueblo para visitar a los presos
y con otras medidas de parecida mezquindad. Los golpistas conseguían de esta
manera una impresión de falsa tranquilidad, dando a entender continuamente que
los detenidos regresarían a sus domicilios sin sufrir daños. Fue tras el juicio
y la condena a muerte de los nueve vecinos cuando el pueblo se dio cuenta de lo
que en realidad estaba pasando.
Las patrullas que actuaron en la
zona se organizaron en su mayoría en Peñafiel, donde los ejecutores eran
vecinos del propio pueblo y actuaban a cara descubierta por todos los pueblos
de alrededor. Las víctimas de los paseos pasaban por Quintanilla en camiones
abiertos, y la gente las reconocía. En el término hay, por lo menos, una fosa
de vecinos de Peñafiel, y otras varias con vecinos de otras localidades
cercanas. En el pueblo siempre creyeron que la familia de Onésimo había
impedido las matanzas y las agresiones; que Onésimo intentó proteger a los
condenados a muerte, y que sus convecinos falangistas no tenían nada que ver
con los actos de violencia que se estaban cometiendo, ya que veían diariamente
a los responsables cuando pasaban con las víctimas por el pueblo, reconociendo
que eran falangistas de Peñafiel en su mayoría.
Este es el fundamento de que en
Quintanilla se asuma la figura de Onésimo como la de un buen vecino, cuando no
un héroe, y explica que el pueblo haya tenido consistorios comunistas,
socialistas y derechistas y que ninguno de ellos se haya propuesto jamás
eliminar el sobrenombre del pueblo y los nombres y símbolos franquistas, que
como puede apreciarse, campean por todas partes en la localidad.
LISTA DE ASESINADOS EN QUINTANILLA
DE ABAJO
Juzgados y fusilados en Valladolid.
Enterrados allí:
● Basilio Frutos Isabel, 26 años
● Gregorio Redondo Bayón, 27 años
● Feliciano Gordillo Aguado, 29
años
● Antonio Maudes Abad, 36 años
● Bernardino Martín Recio, 30 años
(concejal)
● Bernardino Castrillo Soto,
Alcalde, 45 años
● Alejandro Gimeno Baquerizo, 30
años, Teniente de Alcalde
● Juan Maudes Abad, 35 años
● Basílides Sanz Sanz, 25 años.
● Máximo Eugenio Giménez Martínez
Además fueron paseados y
asesinados:
● Fulgencio Rojo García
● Isaac Rojo García, su hermano;
ambos fueron sacados de Cocheras por un grupo de falangistas, conducidos a unos
desmontes cercanos a Simancas y lapidados hasta la muerte. El día anterior se
había producido un bombardeo republicano sobre Valladolid.
● Mariano de las Heras Vaquerizo
● Leonardo Martín Recio
● Deodato Frutos Isabel, hermano de
Basilio, Presidente de la Casa
del Pueblo
● Valeriano Rojo Isabel
● Virgilio Andrés Puertas, fundador
de la Casa del
Pueblo, falleció en un accidente de coche en mayo de 1937. En el mismo vehículo
viajaban 4 falangistas que salieron ilesos.
● Basilio Andrés Puertas, hermano
del anterior
JUICIO
8 de agosto de 1936 Consejo de
Guerra, causa 87/36
Encausados: 45 vecinos de Quintanilla
de Abajo Sentencia: 9 penas de muerte ejecutadas; 22 condenas de 30 años de
prisión, 14 absoluciones.
CONDENA DE 30 AÑOS
● Antonio Soto Arranz
● Clodoaldo de Vega Pico
● Francisco Pico González.
Condenado a 30 años. Cumplió en Gijón. Salió en 1943.
● Ricardo Arratia Salamanca
● Gabino Soto Gómez
● Mauro Pedrero Sinovas «Ojillos»
● Clemente Olaya Hernández
● Esteban San José Ortega
● Sandalio Lázaro Pico
● Florencio López Villahoz
● Jerónimo Gimeno Baquerizo
● Santiago Cárdaba Santiago
● Basilio Martín Recio
● Alejandro Rodríguez Recio
● Mariano García Soto
● Fulgencio Rojo Posadas
● Esteban González Rodríguez
● Alberto Soria Muñoz
● Fulgencio Martín Gómez
● Regino Gómez García
● Fernando Gimeno Soto
● Crisóstomo Pico de Diego.
Condenado a 30 años. Cumplió en el Puerto de Santa María. Salió en 1940.
ABSUELTOS
● Isaac Rojo García
● Fulgencio Rojo García (estos dos
hermanos no fueron puestos en libertad, como otros varios, a pesar de ser
absueltos. Estaban en las Cocheras cuando fueron sacados por una patrulla de
falangistas y asesinados.
● Modesto Rojo García (hermano de
los anteriores, pasó más de un año en Cocheras, además de recibir palizas, una
de ella, de 160 latigazos, le dejó secuelas)
● Delio Ortega Mogrovejo
● Jesús Santos Gregorio
● Teófilo Pedrero Muñoz
● Isabelino González Herrero
● Clemente Lázaro Hernández
● Marciano Rodríguez Manuel
● Mariano Garcés Andrés
● Cirilo Soto Arranz
● Matías Romón Llorente
● Esteban Soto Gómez
OTROS DETENIDOS
● Tomás Garcés Andrés
● Pedro Redondo
● Rufino Redondo Bayón
● Tertuliano Redondo García
● Regino Redondo Sáez
● Vicente Rodríguez Iglesias
● Alejandro Rodríguez Redondo
● Alberto Soria Muñoz
● Francisco Pico González
CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE LA SANTA ESPINA
● Castor San José Ortega
El Duero a su paso por el pueblo |
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