viernes, 5 de septiembre de 2014

Irak: balcanizar Oriente Medio

 

Por PABLO JOFRÉ LEAL

02/09/2014

Las acciones del grupo extremista takfirí EIIL o Daesh (en árabe), no sólo genera dolor y muerte en la población siria e iraquí, donde opera militarmente, sino que da cuenta también de la errática conducta política y militar de Estados Unidos y sus aliados, que avalaron el surgimiento y desarrollo de estas bandas terroristas y que hoy tratan de aplacar.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la alta comisionada para los Derechos Humanos de esta organización internacional, Navi Pillay, condenó al movimiento takfirí Daesh señalando que «graves y espantosas violaciones de los derechos humanos están siendo cometidas diariamente por este grupo terrorista y grupos armados asociados... tales matanzas de civiles a sangre fría, sistemáticas e intencionadas después de señalarlos por su filiación religiosa, étnica o sectaria puede resultar en crímenes de guerra y contra la humanidad» sostuvo Pillay en un comunicado emitido en Ginebra.

CRIA CUERVOS Y...

Las declaraciones de Pillay, signa el peligro que entraña la acción de un movimiento surgido al amparo de la ocupación militar estadounidense en Irak en el año 2003 y vinculado en su origen a Al-Qaeda. Tras la decisión de Estados Unidos y sus socios israelíes y saudíes, principalmente, de derribar al gobierno sirio de Bashar al-Asad, no dudaron en utilizar a Daesh como un grupo más, dentro de la coalición opositora siria, para precipitar la caída del Gobierno de Damasco. Para ello, los armaron, entrenaron, dieron sustento logístico, político y diplomático. Incluso, el ex candidato presidencial estadounidense, el senador John McCain, en visita a las regiones dominadas por los rebeldes sirios se reunió con el actual jefe y autodenominado califa de Daesh Ibrahim al-Samarrai.


Esta información, dada a conocer por el periodista francés Thierry Meyssan —que califica a McCain como el Primer Califa— no ha sido desmentida por Washington y consigna además que «el 4 de febrero de 2011, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) organizó en El Cairo, la capital egipcia, una reunión presidida por McCain para iniciar la inestabilidad en Libia y Siria... posteriormente, en mayo del 2011 el senador republicano, en encuentros ilegales en territorio sirio se reunió con uno de los terroristas más buscados por Occidente: Ibrahim al-Samarrai como también con Salim Idriss, miembro del Ejército Libre de Siria (ELS) con quien McCain aparece fotografiado en el país levantino». Esta gravísima acusación es indicativa del papel jugado por Estados Unidos en la consolidación de grupos extremistas como EIIL, el Frente Al-Nusra y el Ejército Libre Sirio.

Por su parte, la exprimera dama estadounidense y ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, en sus memorias políticas —Hard Choices— da cuenta de la instrumentalización ejercida por Washington de los grupos insurgentes contra el Gobierno Sirio. Como también su crítica a la política exterior de Obama, la que califica de errada pues condujo al fortalecimiento del conocido en ese entonces como Daesh, que bien sabía Estados Unidos que provenía del tronco de Al-Qaeda «Si Washington hubiera financiado y armado antes y mejor a los insurgentes sirios (no radicales como Daesh) cuando empezaron las protestas contra al Assad, EIIL no estaría avanzando en Oriente Medio, señaló Hillary Clinton a la revista The Atlantic» concluyendo que Washington permitió que Daesh llenara un espacio vacío, que Washington fue incapaz de llenar.

Misma ceguera que permite la intensificación del secuestro de periodistas, funcionarios de organismos de defensa de derechos humanos o miembros de misiones de las Naciones Unidas como ha sucedido con los cascos azules retenidos en los altos del Golán. En el caso de la situación vivida con el estadounidense James Foley, veterano periodista en primera línea de combate en conflictos armados, ya había sido secuestrado en Libia el año 2011. Tras dos meses de cautiverio a manos de fuerzas ligadas al exdictador Muamar al-Gadafi, fue liberado y encaminó sus pasos a Siria donde en noviembre del año 2012 fue nuevamente secuestrado, en esta ocasión a manos del grupo Daesh, quien finalmente ejecutó al profesional.

Hasta el momento, las especulaciones con relación a la identidad del asesino de Foley señalan que probablemente sea de origen británico. La prensa inglesa, a través del dominical The Sunday Times ha ido más allá y sindica como verdugo de Foley a al otrora rapero John (Abdel Majed Badel Bary, residente en el barrio londinense de Maida Vale.

Los hijos putativos de las potencias occidentales suelen resultar peor remedio que la enfermedad. La muerte de James Foley a manos de un miliciano de Daesh prendió las alarmas de Inglaterra, que reconoce en esa ejecución la posible mano de un ciudadano inglés. Situación advertida no sólo a Londres, sino también a París, Madrid, Alemania y los propios Estados Unidos, que han engrosado con ciudadanos de esos países las filas de este engendro fundamentalista.

El medio Daily Mail, citando a Bouthaina Shabaan, asesora del presidente Sirio, señaló que la ejecución de Foley se llevó a cabo hace un año atrás y que el video de la muerte del periodista podría haber sido una puesta en escena. Familiares y colegas de Foley negaron esta posibilidad e incluso el presidente de Global Post, Phillip Balboni, medio para el cual trabajaba Foley sostuvo que «es una desgracia que estas informaciones hayan sido publicadas».

Esos secuestros concitan la atención de los medios de comunicación pero no muestran en toda su dimensión el drama humano de millones de sirios que han tenido que abandonar sus hogares para huir de la barbarie de los grupos fundamentalistas como Daesh o el Frente Al-Nusra. A los cuales no les va en saga el autodenominado Ejército Libre Sirio. Todos ellos armados, entrenados, financiados con dinero salafista, cuyo origen se encuentra, principalmente, en la Casa Al-Saud.


OBJETIVO: FRAGMENTAR IRAK

La supuesta ceguera al intentar derrocar a toda costa al Gobierno de Damasco, teniendo como fondo la desestabilización de Irán, hizo correr a raudales los dólares de las monarquías árabes del Golfo Pérsico, el apoyo logístico de Jordania y Turquía y el trabajo de inteligencia israelí, el Mossad. Pudo más el deseo, las ansias, los intereses económicos y la voluntad de intensificar el ataque contra Siria, que los peligros que entraña el fortalecer y extender el teatro de operaciones de grupos, que finalmente terminan desestabilizando toda la región.

Ello hace sospechar, igualmente, que detrás de ese aparente error se encuentra el objetivo mayor de crear bantustanes a lo largo de Medio Oriente. Generar el caos, desatar los monstruos del terror para luego cosechar lo que quede de la hecatombe y ejercer un dominio geopolítico en la región, que es el objetivo de la política del Leading From Behind estadounidense. Prueba de este trabajo de fragmentar Oriente Medio, no sólo con Siria y Palestina —devenida esta última ya en dos bantustanes conocidos como Franja de Gaza y Cisjordania— es la incorporación de Irak y sus crónicas crisis políticas que han sentado las bases para la clara fragmentación del país.

Ello aclara el porqué de la apatía y desinterés estadounidense de detener el avance de Daesh, a pesar de los crímenes cometidos en territorio sirio y permitirles apoderarse de vastas zonas del norte iraquí, incluyendo ricas zonas petrolíferas, para ir concretando esta idea peregrina de un califato que vaya desde Irak a Siria.

Daesh, una agrupación fundamentalista radical, que practica la violencia en Siria e Irak, no ha emitido declaración alguna de guerra contra el régimen de Israel, que se supone es el gran enemigo a combatir, más aún cuando atacaba a sus hermanos en la fe en Gaza. Influye en ello, tal vez las informaciones que señalan el hecho que su líder se formó al amparo del Mossad israelí, con apoyo de Jordania para circular libremente por terrenos controlados tanto por Amán como el régimen de Tel Aviv elementos que explicarían porque atacar principalmente a musulmanes y no a enemigos seculares.

¿Por qué hoy Washington ataca a Daesh y no lo hizo antes que se fortaleciera? Para analistas como Nazanin Armanian se trata de una macabra estrategia de la Administración de Obama «la apuesta personal de Obama para mantener la unidad de Irak y evitar su desintegración nunca le gustó ni al régimen de Israel ni a los republicanos que optan por desmembrar los Estados fuertes y/o grandes y crear pequeñas colonias controlables: la ex Yugoslavia, Sudán son el resultado y Siria e Irak van en camino... para cumplir ese plan los Halcones de Washington elaboraron otra estrategia: «Dejar que Daesh arrasara el norte del país, matara a cientos de inocentes, llegara a pocos kilómetros de Bagdad para, entre otros objetivos, seguir manejando la política en la aún capital iraquí».

En ese plano, Obama ordenó ataques, bajo el supuesto de proteger la vida de cristianos e yizadíes perseguidos por EIIL, pero que iban dirigidos más bien a proteger algunas decenas de soldados estadounidenses y a sus socios kurdos, en la zona de Erbil, la capital de la región semiautónoma kurda donde, sintomáticamente, se encuentra el 0,6% de las reservas de crudo del planeta y el 90% de las reservas de gas de Irak y donde operan compañías como Exxon Mobil y Chevron. Ríos de oro negro más importantes que detener los ríos de sangre que han corrido por Irak. Eso no se dice, aunque es vox populi.

Para el periodista del diario The Independent, Robert Fisk, el mandatario estadounidense tampoco dijo nada acerca de su aliado, Arabia Saudí «cuyos salafistas son la inspiración y la recaudación de fondos para las milicias suníes de Irak y Siria, al igual que lo fueron para los talibanes en Afganistán. El muro entre los saudíes y los monstruos que crean —y que Estados Unidos ahora bombardea— se debe mantener tan alto como invisible. Esa es la medida de disimulo estadounidense en este último acto de duplicidad. Obama está bombardeando a los amigos de sus aliados saudíes —y enemigos del Gobierno de Al-Asad en Siria, por cierto—, pero no lo dirá. Y sólo por si acaso, él cree que Estados Unidos debe actuar en defensa de su consulado en Erbil y la embajada en Bagdad».


Esta conducta muestra, que no importan los pobres adoradores del «ángel demonio» los cristianos o la persecución de minorías étnicas y religiosas cuando está en juego el petróleo. La suprema hipocresía de la conducta del Gobierno estadounidense —definida así por Robert Fisk— incapaz de detener la masacre en Gaza o en Siria, llama al mundo a compadecerse de yizadíes y cristianos. El doble rasero de las potencias occidentales lanza unas cuantas bombas en un monte donde se guarecen unos centenares de yizadíes pero no detienen el lanzamiento de miles de bombas sobre territorio palestino.

Obama, tras llamar a consultas a su Consejo de Seguridad Nacional y constatar que día a día da palos de ciego con su política en Irak, pide hoy formar una alianza regional, que permita enfrentar el peligro que presenta Daesh. Es decir, quien ayudó a la consolidación de los grupos terroristas teniendo como objetivo derrocar al Gobierno de Bashar al-Asad en Siria, requiere que Arabia Saudí, Turquía, Jordania, el régimen de Israel y las Petromonarquías del Golfo Pérsico, vuelvan a ayudar al pago de las facturas de su intervención en Oriente Medio. Que sigan entregando apoyo, ahora a grupos menos radicales, financiamiento, bases terrestres de entrenamiento, apoyo diplomático que permita combatir al hijo putativo llamado Daesh.

Estados Unidos y sus aliados han mostrado su cara más errática en materia de política exterior pero, sin perder el norte, el objetivo final de este zig-zag intervencionista: fragmentar a los países de Oriente Medio, cercar a Irán, crear un entorno de regímenes que no amenacen la política expansionista israelí e impidan la presencia rusa y china en la zona de tal forma de procurarse los recurso naturales, petróleo y gas, además de un mercado seguro para el complejo militar industrial estadounidense y sus aliados occidentales.

La campaña en Irak contra Daesh se muestra día a día como lo que advertimos en trabajos anteriores: una cortina de humo, para sacar al régimen de Israel del centro de las condenas internacionales por sus acciones en Gaza, tratar de apaciguar las críticas internacionales a la política exterior de Washington, mostrándose como un defensor de los «derechos humanos» y sobre todo salvaguardar las zonas de explotación hidrocarburifera que le proporciona dos objetivos: impedir el corte del suministro de petróleo a Occidente y al mismo tiempo buscar alternativas al suministro de gas ruso a Europa a través de los yacimientos de gas en la región kurda iraquí. Si en la consecución de ese objetivo hay que desmembrar, fragmentar y balcanizar a Irak, tanto mejor y en ello la opinión de yizadíes, cristianos, suníes, chiíes o kurdos, vale menos que un barril de petróleo.

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