Hotel Utopía en Benalup-Casas Viejas, Cádiz. |
O sea en dinero. Porque no hay que
engañarse: hoy día lo que llamamos Cultura o Turismo cultural es la cara más
refinada y última del dinero. La palabra Cultura no es una palabra inocente, se
ha vuelto, por el contrario, el calificativo redentor que facilita y bendice
las nuevas barbaries. Con el pretexto de Cultura y «“Bien cultural» se esta
reduciendo a Turismo todo. El Turismo es el dinero que más se mueve y crece, el
más rentable en las democracias desarrolladas. Los ministerios de Cultura de
los gobiernos demotecnocráticos (incluyen bajo su competencia la televisión, la
información, el futbol, el turismo) mueven más capital que ningún otro. Madrid
entero aparece estos días engalanado de estandartes publicitarios (coronando el
interminable laberinto de zanjas y vallas en el que se ha convertido esta
ciudad) que proclaman este lema: «Turismo somos todos».
En su descaro la publicidad enuncia así
la verdadera intención del Régimen: el logro anhelado del régimen que sostiene
las democracias progresadas es que en el ideal «todo sea Turismo». El Turismo
pretende ser la superación de la
Historia: las clases sociales, los individuos, todos
turistas. Que nada se escape a ese movimiento uniformemente acelerado de almas
y de cosas, que la vida sea sólo ese trafico incesante de almas y dinero, que
todos los hechos de la
Historia, aún los más miserables, las barbaries más
sangrantes, pasen por delante de nuestros ojos ya desactivados como piezas de
museo o de folklore local servidos como Turismo cultural. Este proyecto
turístico hostelero de Casas Viejas ha recibido sin duda subvenciones
millonarias y apoyos de las autoridades políticas de turno tanto europeas como
nacionales y regionales, porque ha sido diseñado y promovido bajo la cobertura
de “bien cultural” lo que parece protegerle para utilizar sin ningún escrúpulo
el nombre de unos muertos por razones y causas bien ajenas y contrarias a los
intereses de cualquier negocio. Nuestra vida entera y nuestra memoria están así
llena de sustitutos, de sucedáneos falsificadores, de sonajeros culturales que
nos entretienen: Porque la modalidad actual del Régimen no es la del olvido de
la historia, sino del cambiazo, la de la imposición del sucedáneo, la
falsificación por vías de entretenimiento cultural o turístico, la conversión
en espectáculo de cualquier huella de vida y razón.
En esta operación de arrasamiento por
el cambiazo, por imposición del sustituto, se llegará a convertir en parque
temático a Auschwitz o Casas Viejas ¡que más da!, y esto se hace porque se
presenta y promete bajo la cara de «hacer Cultura». Sin esta mediación de esa
Cultura prostituida no prosperaría ningún proyecto cultural que moviera
millones.
Se pueden llegar por esos caminos del
entretenimiento cultural al extremo del esperpento: reconstruir el lugar de los
hechos mismos a modo de un safari histórico cultural donde las nuevas
generaciones del paraíso democrático vengan a contemplar con sus ojitos y todo
lujo de detalles cómo fue la caza y muerte de los rebeldes. E incluso a vestir
de época, sea de guardia de asalto o de campesino harapiento para darle más
realismo y morbo a la experiencia.
Pero aunque la pretensión de la Administración de
Muerte sea que se cumpla eso de que «Turismo somos todos», no todo es Turismo
ni todos somos turistas. Hay algo más que aunque esté cada día más condenado
por la realidad y sus negocios, sigue vivo y no se calla y da constantes
señales de rebeldía contra esa condena. No se va a consentir que eso que sigue
vivo y latiendo por lo bajo quede borrado y desactivado, integrado y asimilado
por las imposiciones de una Cultura prostituida que intenta reducir y
aprovechar la rebelión del pueblo para sus negocios. La rebelión y la sangre de
la gente anónima no están en venta ni en promoción.
Y finalmente un aviso también para los
rebeldes de aquí y ahora: En esta protesta del sentido común contra esa doble
violencia del Estado/Capital y la estupidez reinante de los ejecutivos de Dios
(en su cara más actual, la del dinero), nuestra resistencia, la resistencia
libertaria, ha de ser común y anónima, sin capitalización ideológica personal
ni adscripción sectaria a ningún grupo. Ninguna afiliación ni organización
puede apropiarse de los muertos, la vida de esos muertos y su rebeldía seguirá
viva en la medida que ellos sean también libres, libres hasta nosotros mismos,
que sean de todos y de nadie, de cualquiera que diga NO.
Que Casas Viejas siga siendo un ejemplo
vivo de verdad y razón del pueblo que nunca muere.
El
Mundo: Sábado, 8-Octubre-2005. OPINIÓN
* Agustín García
Calvo e Isabel Escudero, catedrático de Filología Clásica y profesora de la UNED además de coeditores de
la revista Archipiélago, respectivamente, redactaron este texto con motivo del
acto de protesta de la semana pasada [1-octubre-2005] en la localidad gaditana de Casas Viejas
contra el proyecto turístico hotelero que persigue darle el nombre de María La Libertaria al hotel y
al complejo levantado sobre el lugar de las muertes de los campesinos
encerrados en 1933.
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