Corriente Comunista Internacional
(28/11/2012)
(28/11/2012)
Publicamos a continuación el texto que nos ha enviado una
lectora. Es un texto que nos permitirá entender mejor, a la luz de los
descubrimientos obtenidos en psicología social y neurología, las conexiones
existentes entre las condiciones de vida y el aumento de las conductas
adictivas. Al explicar los mecanismos que subyacen bajo ese aumento creciente
del consumo de materias estimulantes, nefastas para el organismo, esta aportación
ilustra un aspecto del callejón sin salida al que conduce el capitalismo además
de todo el cinismo de la clase dominante. Es importante que seamos conscientes
de la realidad de los sufrimientos generados por la explotación y la barbarie
de la sociedad capitalista. El llamamiento a la “conciencia colectiva”, en
referencia a estas cuestiones, es totalmente válido porque se trata de un arma
de los explotados para criticar y derrocar una sociedad inhumana. Aplaudimos
con fuerza la iniciativa de la compañera y la animamos a seguir por ese camino.
Son numerosos los estudios que se realizan regularmente
sobre las conductas adictivas de los jóvenes y las personas sin empleo. Ponen
de manifiesto cómo los seres humanos sin trabajo son constantemente difamados por
su supuesta falta de voluntad para enfrentarse al consumo de sustancias
psicoactivas, verdaderamente alto en esta capa de la población. Por el
contrario han sido pocas las investigaciones realizadas sobre el consumo de
sustancias psicoactivas entre personas con empleo, cuando empíricamente se sabe
que es una realidad que afecta a numerosos trabajadores y cuyas causas son
múltiples y muchas veces disfrazadas. Además, las instituciones y los
organismos que crea el Estado para combatir las adicciones así como los
resultados que publican son, en la mayoría de los casos, hipócritas y poco
fiables o ineficaces.
El consumo en las
poblaciones excluidas y su ansiedad ante el futuro
Las poblaciones profesionalmente excluidas, sin empleo,
consumen ante todo tabaco, alcohol, medicamentos psicotrópicos (Ansiolíticos,
antidepresivos, miorelajantes, etc.), de libre venta o recomendados por un
especialista (o no) pero hay quien incluso ingiere drogas ilícitas, entre las
que están las denominadas de “diseño”.
Por un estudio del INPES ([1]), realizado a 2594
desempleados el año 2005, conocemos que el 10,5% de ellos son dependientes del
alcohol, el 12 % consume cannabis y el 17,4 % toman medicamentos psicotrópicos;
que el 45 % de los beneficiarios acogidos a la Renta Activa de
Solidaridad (RSA) ([2]) tienen dificultades con el alcohol, mientras que los
trabajadores ocupados están en un 15 %.
Los jóvenes son también víctimas del exceso de consumo de
sustancias psicoactivas: según los estudios de la OFDT (Observatorio Francés de
Drogas y Toxicomanías) ([3]) realizados en 2002 y del ADSP (Actualidad e
Informes sobre la
Sanidad Pública, también en Francia) ([4]) en 2007, el 40 % de los jóvenes mayores
de 18 años consumen diariamente tabaco, frente al 29 % de personas con edades
comprendidas entre los 18 y los 75 años. Es más, el 10,5 % de los jóvenes
consumen bebidas alcohólicas en exceso y el 13,3 % fuma cannabis regularmente.
Adelantaremos algunas de las explicaciones que se suelen
dar sobre las causas del consumo excesivo entre esos sectores de población que
intentan insertarse en la vida social. Hay autores que piensan que la
adolescencia y sus múltiples cambios (fisiológicos, psicológicos, madurez,
etc.) es la causa principal de las conductas de riesgo entre los jóvenes y que
ciertamente, los adolescentes perciben el alcohol como un medio para superar
mejor el malestar que les genera esos cambios, o bien como una manera de
facilitar su relación personal con los demás.
Aunque es cierto que un ambiente alegre, distendido o relajado
no se asocia por los jóvenes al consumo de alcohol, sí que encuentran que es,
en cierta medida, eficaz para lograr un “buen ambiente” y por supuesto más
barato. Pero también se sabe que los profesionales del sector de las bebidas
alcohólicas conocen este fenómeno y desarrollan estrategias de marketing entre
los jóvenes consumidores, muy aficionados a los sabores dulces. Elaboran
productos tipo Premix (premezclas) o Alcopops (licores comercializados en
pequeñas botellas de diseño y etiquetado confuso) ya que el envase hace pensar
en bebidas de bajo contenido alcohólico, para comercializarlos entre este
público. Las bebidas, de alta graduación alcohólica (vodka, whisky, ron…) son
mezcladas con bebidas sin alcohol pero muy azucaradas (soda o zumo de “frutas”),
para enmascarar el fuerte sabor a etanol. De esta manera, aunque la cantidad de
alcohol ingerida es menor que el de una bebida alcohólica tradicional, el
riesgo estriba en que los consumidores se olvidan del alcohol que contienen y
consumen mayor cantidad; con lo que se agravan las consecuencias para sus
cerebros todavía en desarrollo ([5]).
Por otra parte, la ansiedad ante el futuro y el miedo al
desempleo, ligados a la situación económica, acentúan también el consumo de
substancias psicoactivas entre la población en situación precaria. Isabel
Varescon ([6]) demuestra que la dependencia al alcohol es en muchos casos
consecuencia del fracaso o la dificultad para realizar una tarea encomendada.
Este fracaso se traduce en un sentimiento de incompetencia personal y social.
Por su efecto analgésico, el consumo de substancias psicoactivas es un medio
que tiene el individuo de paliar su baja autoestima.
La búsqueda de lazos sociales por medio del alcohol y del
efecto analgésico de las substancias psicoactivas son estrategias de adaptación
de las que los consumidores se dan cuenta demasiado tarde, cuando ya están en
una situación muy precaria.
El consumo entre los
trabajadores
Otra encuesta del INPES, realizada sobre una muestra de
15.994 “trabajadores en activo” de edades entre 16 y 65 años, estima que el
28,1 % de los encuestados presenta un tabaquismo regular, el 13,8 % consumen
medicamentos psicotrópicos, el 8,1 % es alcohólico y el 8 % es consumidor
habitual de drogas ilícitas. Esta encuesta ha mostrado también la relación que
hay entre el tipo de substancias psicoactivas consumidas y el medio
profesional, y se constata que, excepto el del área de las finanzas, ningún
sector está excluido del consumo de estas substancias. El de la construcción y
el de los transportes son los más afectados, ya que el consumo de tabaco,
alcohol, medicamentos psicoactivos y drogas ilegales es superior al de todas
las demás profesiones. El abuso del tabaco y de las drogas ilícitas está
también muy extendido en el medio de la restauración (bares, hoteles y
restaurantes, etc.). En lo que se refiere a los medicamentos psicotrópicos, los
trabajadores domésticos y los administrativos presentan un consumo más elevado
que el de otros sectores (industria, los servicios o el turismo).
Estudios recientes han demostrado que el abuso de
sustancias psicoactivas en el medio laboral produce desazón y ansiedad en el
trabajo, lo que es causa frecuente de estrés. El estrés aparece cuando el mal
ambiente en el trabajo supera los recursos normales de un individuo (sus
capacidades adaptativas). Para enfrentar estas situaciones de tensión los
trabajadores desarrollan estrategias de adaptación. En este marco, los
asalariados consumidores de sustancias psicoactivas lo hacen para poder
sobrellevar su estrés o para aumentar su capacidad de trabajo. Concretamente,
los trabajos experimentales de M. Niezborala (año 2000) realizados sobre una
muestra de 2106 personas en activo, interrogadas con ocasión del reconocimiento
periódico de salud en el trabajo, manifiestan que casi una persona de cada tres
consume medicamentos psicoactivos para enfrentar las dificultades que encuentra
en su empleo: «El 20 % utiliza un medicamento para estar en forma durante la
jornada de trabajo, el 12 % toma medicamentos en la jornada laboral para tratar
algún síntoma de agitación, el 18 % utiliza medicamentos para “mantenerse
relajado si la jornada es difícil» ([7]).
Otros autores como Catherine Reynaud-Maurupt et Hoareau
(2010) y Fontaine y Fontana (2003), concluyen también que el consumo excesivo
de substancias psicotrópicas afecta esencialmente a los trabajadores activos
que trabajan en condiciones laborales de gran dificultad donde se les obligan
“a estar siempre al cien por cien, a tope”. Esta estrategia tiene una función clara:
inducir a un estado de hiperrendimiento a fin de adaptarles mejor a las
exigencias profesionales.
Por otro lado Ángel y colaboradores señalan que los
asalariados que trabajan en condiciones físicas de gran dureza consumen, sobre
todo substancias psicoactivas, en cantidades superiores a los de otros sectores
laborales. El consumo de estas substancias es una estrategia de adaptación
frente al estrés profesional. Este fenómeno es el resultado directo de la
escasez de trabajo y de la creciente precariedad. De igual manera el
aislamiento social, tanto en las empresas como en la vida privada, del que son,
cada día más, víctimas los trabajadores, trae consigo el aumento de potenciales
riesgos de aumento del consumo; éste permite por un lado establecer lazos sociales,
porque se consume colectivamente (sobre todo tabaco y alcohol); y por otra,
soportar los trastornos físicos y síquicos ligados al trabajo (alcohol,
psicofármacos y drogas ilegales).
Demos una respuesta
al desarrollo de las conductas adictivas
El abuso de productos que modifican la conducta
(psicoactivos, substancias adictivas…), por grupos sociales que viven en
situación de precariedad y por los trabajadores cuyas condiciones de trabajo
ponen en peligro su salud física y mental, tiene para ellos consecuencias
dramáticas. En Francia, por ejemplo, mueren cerca de 45.000 alcohólicos al año.
El consumo excesivo de estas sustancias genera además toda una serie de
situaciones de alto coste social y personal: accidentes de trabajo,
enfermedades de larga duración o crónicas, lesiones irreparables, suicidios,
etc. Especialistas de centros de diagnóstico y tratamiento como el Hassé
Consultant ([8]), P. Angel entre otros, estiman que aproximadamente un 20 % de
las bajas laborales están asociadas al consumo excesivo de sustancias
psicoactivas; es más, del 40 al 45 % de los casos de accidente laboral con
resultado de muerte son consecuencia directa de ese abuso.
Hay entidades y organizaciones creadas con el propósito de
luchar contra la dependencia y la adicción, centros para drogodependientes… Son
centros de carácter hospitalario que acogen a personas en estado de dependencia
de algún producto psicoactivo (concretamente al alcohol y drogas ilegales). Su
método de funcionamiento viene a ser así: cuando ingresan se les impone un
tratamiento de desintoxicación física (es decir, se les priva totalmente de los
productos que suelen consumir) durante aproximadamente una semana y después se
les somete a un tratamiento psicológico más prolongado. Desde que se empezó a utilizar
este tipo de tratamientos cada vez hay más instituciones que optan por informar
a los pacientes sobre el funcionamiento psicológico de las dependencias;
consiguiendo de esta manera que los enfermos pasen de un estado de
culpabilidad, a comprender los mecanismos cerebrales que favorecen y regulan la
dependencia.
Del abuso continuado de alcohol se sabe que el etanol
desequilibra los llamados receptores GABA en las neuronas ([9]). Estos
receptores se hacen dependientes y exigirán al consumidor durante toda la vida
una cantidad creciente de etanol para satisfacerse. Acabar con el consumo de
alcohol se hace extremadamente difícil en la medida en que el síndrome de
privación (el llamado “mono”) aparece de manera más o menos grave según las
características (tanto fisiológicas como sociales) de los pacientes. Se les
recomienda la abstinencia total y de por vida pero estos receptores jamás
recuperarán su funcionamiento normal; una pequeña cantidad de alcohol ingerida
será suficiente para reactivar el proceso.
Es una cruel realidad que “el mono” (síndrome de
abstinencia) no es nada en comparación con lo que les aguarda en el futuro a
los ex-dependientes. Es mucho más duro escapar a las “celebraciones” sociales
(fiestas, reuniones familiares, almuerzos de trabajo, etc.) donde todo está
montado para empujar al consumo de bebidas alcohólicas. Los comercios, sus
anuncios de propaganda y sus escaparates son un reclamo para atraer e
incrementar los consumidores.
En cuanto a las bebidas “sin alcohol” hay que decir que,
además de que no son muy “divertidas”, si que contienen buena parte de alcohol,
y se lo debemos a una ¡sórdida legislación!, que permite que al lado de donde
pone 1,2 grados de etanol pueda imprimirse la frase “Sin alcohol”, sin
necesidad de indicar la cantidad real que contiene el recipiente; algo que
debería ser imprescindible, ya que una mínima cantidad de alcohol es suficiente
para una recaída.
Además, ¿son acaso más “marchosas” las juergas sin
alcohol? Los industriales de bebidas alcohólicas seguro que dirán: ¡por
supuesto que no! Lo mismo que habrá quien diga que las recaídas son una muestra
de la ¡falta de voluntad de los adictos! En cuanto a lo que les aguarda en el
trabajo, cuando se tiene, lo que pueden llegar a oír son frases como: “Está claro
que a éste le ha servido de poco el tratamiento”. ¡Ah!, estos trabajadores que
tienen la gran suerte de tener un empleo y un buen patrón que les resuelve su
“pequeño problema personal”, siempre que se mantengan tan dóciles como antes de
su curación, y, sobre todo antes de que recaigan. Todas estas indecencias serán
siempre un medio de presión añadido para que el trabajo se haga rápidamente y
sin rechistar.
La exclusión social va en aumento, como consecuencia de la
precarización del empleo, del paro, de las dificultades financieras, etc.; las
condiciones de trabajo son cada vez más penosas y el aislamiento social que se
deriva de ello se acentúa y parece eternizarse. Los individuos buscan, lenta y
laboriosamente, soluciones a esta degeneración que pueden tomar diferentes
formas: desde la lucha contra estas condiciones de vida…, hasta el abandono.
Luchar contra ellas no debería ser, jamás, la adaptación
del propio organismo a estas condiciones mediante el consumo de sustancias
psicoactivas. Luchar contra el origen del problema es mucho más eficaz, pero
para ello se requiere de una conciencia colectiva más que de una respuesta
individual.
Agnosia, 17
setiembre
[1]
http://www.inpes.sante.fr/INPES/
[2]
http://www.hcsp.fr/explore.cgi/adsps?menu=11. Se trata de un subsidio mínimo
para parados de larga duración que se otorga en Francia
[3]
http://www.ofdt.fr/
[4]http://www.unipresse.com/magazine-review-subscription-actualite-et-dossier-en-sante-publique-adsp-.shtml
[5]
http://www2.potsdam.edu/hansondj/InTheNews/UnderageDrinking/1064433210.html
[6]
http://www.scienceshumaines.com/isabelle-varescon-qu-est-ce-que-l-addiction-comportementale_fr_25513.html
[7]http://www.editionsmilan.com/09616631/Michel-NIEZBORALA.html
[8]
http://www.hasse-consultants.com/
[9] Pierre
Angel, Patrick Amar, Marie Josee Gava, Brigitte Vaudolon, Mieux vivre en
entreprise (2e édition).
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