Una voz crítica desde Noruega
El jurado del Premio Nobel de la Paz sigue ignorando las
protestas, que han ido en aumento en los últimos años. Sus miembros se obstinan
en entregar el Premio creado por Alfred Nobel a una serie de personajes que no
lo merecen. El autor y abogado noruego Fredrik S. Heffermehl denuncia la
traición.
Las élites políticas noruegas han
acaparado el Premio Nobel de la
Paz creado por Alfred Nobel y están usándolo para sus propios
fines. Nunca esto se había demostrado tan claramente como en 2012, con la
atribución de ese premio a la
Unión Europea. En 40 años han hecho de todo para meter a
Noruega en la Unión
Europea. Después de dos intentos fracasados en ese sentido,
rechazados en dos referéndums, el ex ministro de Relaciones Exteriores y ex
primer ministro noruego Thorbjorn Jagland, actual presidente del Comité del
Premio Nobel, acaba de vengarse de sus conciudadanos reacios a entrar en la UE.
Las élites noruegas de hoy rechazan
a Alfred Nobel y su visión de una desmilitarización de las relaciones
internacionales. Sin embargo, en 1895 sí aceptaron su visión de paz, al extremo
que Alfred Nobel confió al parlamento noruego la elección de los laureados del
Premio a través de un comité de 5 personas que debían comprometerse a favor de
un orden de paz mundial, de «una confraternidad de las naciones», como
señaló muy claramente en su testamento. Pero el actual parlamento cree en el
poderío militar y, en contra de la voluntad de Alfred Nobel, elige a los
miembros del Comité entre sus propias filas. El Premio Nobel de la Paz ha caído en manos de sus
adversarios políticos.
El Premio Nobel del año 2012 no ha
pasado el examen de Alfred Nobel. La Unión Europea no tiene influencia global ni está
a favor de la desmilitarización de las relaciones internacionales. Su objetivo
es convertirse en una entidad económica y militar dominante, es un importante
exportador de armas y dos de los Estados que la conforman tienen armas atómicas
y se oponen por todos los medios al desarme nuclear.
En marzo de 2012, el consejo sueco
de vigilancia de las fundaciones advirtió a los miembros del Comité que tenían
que volver a leer la voluntad expresada por Alfred Nobel y respetar sus
intenciones. Exigió que la fundación sueca pusiera a su subcomisión noruega en
su lugar y que ejerciera un control estricto. A pesar de ello, prevaleció la
obstinación noruega.
Bajo la protección de estrictas
reglas de conservación del secreto, las personas que confieren el Premio Nobel
de la Paz han
venido comportándose desde hace tiempo como si estuviesen por encima de las
leyes. Nunca responden con honestidad a las críticas emitidas y convierten así
ese maravilloso Premio Nobel en algo banal y carente de valor. Razón más que
justificada para desencadenar la cólera, tanto la de Alfred Nobel y sus
campeones de la paz como la de todos los ciudadanos del mundo.
Fredrik S. Heffermehl
Fuente: Horizons et débats,
Suiza.
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