37 años después de la
muerte de Franco, las empresas que se enriquecieron con la construcción de su
mausoleo están entre las más poderosas e influyentes del país
El régimen les dio poder, patrimonio y mano de obra casi
esclava. La transición y la democracia, benevolente como con un hijo pródigo,
no les pidió explicaciones por su pasado ni por el origen de sus riquezas. Su
pasado se diluyó en el presente de la
España democrática como un azucarillo en agua hirviendo y el
futuro quedó a sus pies. Son las grandes empresas que apoyaron a Franco en su
cruzada, se beneficiaron de las concesiones estatales, utilizaron mano de obra
casi esclava de presos republicanos y sentaron en sus consejos de
administración a los exministros del régimen. Esta es la historia de los que
una vez que el caudillo de España murió se autodefinieron como “demócratas de
toda la vida”.
En agosto de 1936, el diario británico The Sunday Express
publicó: “Franco se mantiene en la lucha. Pero, ¿cuál es el poder que lo dirige
desde detrás de las sombras? Cuando un hombre levanta la mano, Franco obedece.
Ese hombre es Juan March”.
Nadie puede imaginar que un golpe de Estado puede triunfar
sin el apoyo de los grandes empresarios y Franco, juntos al resto de golpistas,
encontró en Juan March al mecenas de su cruzada. March aseguró la vida de los
familiares de los militares rebeldes, financió los aviones que trasladó a
Franco al norte de África con la inestimable ayuda de varios responsables del
diario ABC y negoció con alemanes e italianos la compra de armamento. ¿A cambio
de qué?
“A cambio, en plena guerra civil, desde el cuartel general
de Burgos, obtuvieron el control del sector bancario, su statu quo, las claves
de la economía, el monopolio del sector financiero”, escribe Mariano Sánchez en
la obra publicada en 2005 'Los banqueros de Franco'.
Este pacto de Franco con March y el resto de banqueros
significó la primera gran traición del general a los principios de Falange: la Banca no sería
nacionalizada. Lo importante para el Generalísimo no era mantener su integridad
ideológica. Franco no tenía ideología. El caudillo tenía poder político,
adquirido mediante las armas, y no lo iba a perder bajo ningún concepto y mucho
menos por programas políticos.
Al amparo de la dictadura franquista, Juan March realizó
diversas operaciones financieras de gran calibre, como la compra de la Barcelona Traction,
tras la que fundó Fuerzas Eléctricas de Cataluña, S. A (FECSA), quien se hizo
con la práctica totalidad de la producción eléctrica en Cataluña. FECSA construyó centrales térmicas y entró en
el campo de la energía nuclear, motivado por las crisis del petróleo de los
años 70.
Así, participó, junto con Électricité de France,
Hidroeléctrica de Cataluña y ENHER en la construcción de la central nuclear de
Vandellós, puesta en servicio en 1972. En 1983, FECSA instaló en solitario la
central nuclear de Ascó, que comenzó a funcionar en 1983.
El rastro de March en
el presente
Todas estas
operaciones convierten a FECSA en una empresa al alza, que comienza a cotizar
en el IBEX 35 de la Bolsa
española. Su camino en solitario llega hasta 1996 cuando el Grupo Endesa se
hace con el 75% de las acciones de la compañía y su control absoluto.
Juan March falleció en 1962 pero sus nietos han sabido
cumplir su legado. En 1988 la revista Forbes sitúa a los March entre las tres
fortunas más importantes de España, junto a Ramón Arces, creador de El Corte
Inglés, y los Botín. Su notoriedad en la democracia española y en las finanzas
internacionales es ya indiscutible.
“La
Fundación March, creada en 1955, cuenta con un patrimonio
superior a los 15.000 millones de pesetas y recibe una inversión anual que
rebasa los 1.000 millones. En la actualidad el patrimonio de los March se sitúa
entre en el medio billón de pesetas, participan en el accionariado de 150
empresas y comandan un grupo empresarial que ha sido vanguardia en España en
cuanto a bancos de negocios y que goza de una gran liquidez”, escribe Mariano
Sánchez en su obra Los banqueros de Franco.
Entre la larga lista de empresas en las que la familia
March está presente en el accionariado hay algunas muy reconocibles para el
gran público como la constructora ACS (18,3%), presidida por el presidente del
Real Madrid, Florentino Pérez; Acerinox (24,2%), una de las compañías líder a
nivel mundial en la fabricación de acero inoxidable o la empresa de seguridad
Prosegur (10,0%).
La construcción del
Valle de los Caídos
Ningún otro símbolo como el Valle de los Caídos refleja el
funcionamiento de la oligarquía empresarial que rodeaba el régimen. Una obra
faraónica que costó a las arcas públicas a lo largo de sus veinte años de
construcción 2.421 millones de pesetas de la época, según datos de Mariano
Sánchez. “Para entender la magnitud de la obra conviene comparar el coste con
otras partidas de los Presupuestos. Así, hasta 1970 el Estado había dedicado
2.339 millones de pesetas para Educación, explica Mariano Sánchez, autor de
obras como Los Franco, S.A. o Los banqueros de Franco a Público.
Franco eligió el 1 de abril de 1940, primer aniversario de
la victoria de la entonces conocida como “Victoria de las armas de España”,
para dar a conocer su proyecto. Fernando Olmeda, autor de El Valle de los
Caídos. Una memoria de España, recoge en su obra las palabras pronunciadas
aquel mismo día por el coronel Valentín
Galarza, subsecretario del a jefatura del Estado, en la lectura al Decreto que
dispone la construcción del futuro monumento:
“La dimensión de nuestra cruzada, los heroicos sacrificios
que la victoria encierra y trascendencia que ha tenido para el futuro de España
esta epopeya no pueden quedar perpetuados por los sencillos monumentos con los
que suele conmemorarse en villas y ciudades los hechos salientes de nuestra
historia. Es necesario que las piedras que se levanten tengan la grandeza de
los monumentos, que desafíen al tiempo y al olvido y que constituyan lugar de
meditación y reposo en que las generaciones futuras rindan tributo de
admiración a los que legaron una España mejor”.
La ejecución del gran sueño del generalísimo requirió un
enorme financiero, pero sobre todo de personal. En 1942 el régimen se da cuenta
de que además de obreros libres será necesario emplear batallones de presos en
un país que continúa desangrando tras la cruenta guerra civil. Ese mismo año
llega al Valle la Compañía
del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores Penados nº 95. Los presos
visten gorro a rayas azules y blancas con una P que les identifica como presos.
El periodista Rafael Torres, autor de Los esclavos de Franco, cifró en 20.000
los presos republicanos que participaron a precios muy por debajo del mercado y
en condiciones de semiesclavitud en la construcción del sueño de Franco.
Los presos
"alquilados"
Fernando Olmeda recoge en su obra dos testimonios de
presos republicanos que detallan las condiciones de la obra. Trinitario Rubio
lo describe de la siguiente manera:”Picábamos un metro cúbico de piedra,
cargábamos vagonetas y empujábamos entre varios. Trabajábamos en condiciones
difíciles, nos trataban de hijos de puta y rojos, cosa peor que los malos
tratos”.
Segundo Fernández, de familia de agricultores de
izquierdas, y condenado por tres consejos de guerra, resume en una frase su
experiencia en la construcción del Valle de los Caídos: “Raro era el día que no
morían uno o dos, y hasta tres, más por el hambre que por accidentes, porque la
construcción del túnel casi no había empezado"
Nicolás Sánchez-Albornoz, director del Instituto Cervantes
de 1991 a
1996 y condenado a trabajos forzados por el régimen en 1947, puso cifras al
negocio redondo de las empresas y el régimen de Franco con los presos
trabajadores. "El Valle era un gran negocio", explica, "los que
estábamos condenados a trabajar allí estábamos alquilados a las empresas que
hacían la obra, Huarte y Banús, por 10,50 pesetas al día. A nosotros nos daban
50 céntimos a cada uno. Los patronos tenían obreros a precio de saldo y
disciplinados", según recoge José María Calleja en un artículo publicado
en el diario El País. De esta manera, Sánchez-Albornoz, actual miembro de la RAE, confiesa que estuvo
“alquilado” a la empresa Huarte y Banús.
El periodista Isaías Lafuente se atrevió a cuantificar en
su libro Esclavos por la Patria
los beneficios obtenidos por el franquismo a costa de utilizar presos políticos
para la realización de obras: más de 130.000 millones de pesetas, unos 780
millones de euros. Ello se deduce del estudio de las detalladas memorias
anuales remitidas a Franco por el Patronato para la Redención de Penas entre
1939 y 1970, conservadas aún en los archivos de la Dirección General
de Instituciones Penitenciarias. en su libro Esclavos por la patria.
Las empresas
adjudicatarias y su beneficio
En sus inicios la obra se adjudica a tres grandes
empresas, San Román, filial de Agromán, se encargará de la perforación de la
roca para abrir en ella el agujero gigante que albergará la cripta, Estudios y
Construcciones Molan se ocupará de la construcción del monasterio yBanús,
gestionada por los dos hermanos Juan y José, se responsabilizará de la
carretera que unirá la entrada con el Risco de la Nava.
Estas tres empresas, junto a la constructora Huarte y Cía
que se uniría a las obras en 1952, dispusieron de mano de obra semiesclava para
sus negocios privados por concesión del régimen de Franco. Así, en 1943 Agromán
disponía de 250 presos republicanos trabajando en el Monumento, 100 en las
obras de el Escorial Aguas y Escorial Arca de Juan y otros 140 en diversas
obras repartidas en cuarteles y monasterios.
Banús, por su parte, disponía de 125 presos trabajando en
la carretera que da acceso al Valle de los Caídos, 90 presos construyendo la
estación de trenes de Chamartín (Madrid) y a 50 más en la base militar de
Torrejón. En total llega a haber 141 batallones de presos republicanos repartidos
por diferentes obras sólo en 1943, según recoge Olmeda en su obra.
¿Qué ha sido de estas empresas?
La constructora Huarte, que acumulaba en 1975 un volumen
de venta de 16.000 millones de pesetas, se fusionó en 1998 con Obrascón. Un año
después, se incorpora al grupo la empresa Lain conformando el gigante
constructor Obrascón- Huarte- Laín u OHL, como es más conocido. El grupo está
presidido por Juan-Miguel Villar Mir, más conocido por haberse presentado a las
elecciones a presidente del Real Madrid de fútbol. Aunque en su currículum
figuran otros muchos cargos en la estructura del Estado franquista como haber
sido Director General de Empleo en 1964 o presidente del Fondo Nacional de
Protección del Trabajo en 1967.
Por su parte, la constructora Agromán fue fundada por José
María Aguirre Gonzalo y José San Román en 1926, en tiempos de Primo de
Rivera. Gracias a sus negocios, Aguirre
Gonzalo saltó pronto al mundo de la banca y presidió el Banco Guipuzcoano desde
1956 hasta que falleció en 1988. Además, ocupó la presidencia del Banco Español
de Crédito desde 1970 hasta 1983 y del Banesto,
desde 1970 a
1984. No obstante, la estirpe familiar no terminó ahí ya que su hijo José María
Aguirre González le sustituyó en el cargo de presidente del Banco Guipuzcoano
hasta 1999. En 2010, este banco fue absorbido por el Banco Sabadell.
Tras la construcción de la carretera, los hermanos Banús
siguieron caminos diferentes siempre bajo el amparo del régimen. José Banús,
conocido como el constructor del régimen, es el artífice de barrios
emblemáticos de Madrid como el de la Concepción o el Barrio del Pilar, donde urbanizó una
gran extensión de terreno, y de cuyos pisos sacaba un beneficio de unas 115.000
pesetas. De Madrid saltó a la
Costa del Sol donde, en el verano de 1970, inauguró su
proyecto más ambicioso: Puerto Banús. Su estrecha relación el régimen queda
patente no sólo en sus negocios sino en sus distinciones: medalla al Mérito en
el Trabajo, la gran cruz del Mérito Civil y la medalla de oro al Mérito
Turístico. Sus descendientes heredaron un gran imperio con origen en la
construcción del Valle de los Caídos y su amistad con el régimen de Franco.
Por otro lado, su hermano Juan Banús se quedó en Madrid y
en su currículum figura la construcción de la lujosa ciudad satélite de
Mirasierra, opulentas viviendas rodeadas de comercios y zonas de asueto. Sus
hijos Juan y Antonio Banús Ferré tomaron el testigo inmobiliario de su padre y
de su tío, especializándose cada uno en diferentes proyectos.
Juan Banús, fallecido en 2000, era el responsable de la
lujosa área marbellí de Puerto Banús, lugar de veraneo de la jet set y de la
familia real saudí, entre otras personalidades, mientras que Antonio Banús es
propietario de un importante número de franquicias de la firma de moda italiana
Benetton en España, gestor del hotel de cinco estrellas Mirasierra Suites y
dueño de la bodega El Carabal, situada en Cáceres. Además, Antonio Banús posee
el 100% del capital del grupo promotor inmobiliario Juban.
No obstante, en la larga lista de empresas que se
beneficiaron de la barata mano de obra de presos republicanos figuran otras
muchas sociedades que no participaron en la construcción del Valle de los
Caídos o que su gran negocio con el régimen fue otro. Es el caso de Dragados y
Construcciones, hoy también inversa en ACS, la constructora de Florentino
Pérez.
Sin descuidar a
amigos y los ministros
Pero no sólo empresarios se beneficiaron de las “bondades
del régimen”. La democracia tampoco ha maltratado a los antiguos dirigentes
franquistas, sus herederos directos o a los familiares de Franco. Hoy, muchos
de estas personas tan cercanas al régimen, ya sea con lazos en el mundo de los
negocios, familiares o políticos, siguen disfrutando de un papel importante en
nuestra sociedad.
Así, según enumera Mariano Sánchez en su obra Los Franco
S.A., las hermanas Alicia y Esther Koplowitz, a través del Imperio de Fomento
de Construcciones y Contratas (FCC), poseen un patrimonio que ronda los 1.000
millones de euros; los descendientes de José Meliá Sinisterra, en el sector
turístico (Hoteles Meliá), facturan anualmente más de 600 millones de euros, o
Carmela Arias Díaz de Rábago, condesa de Fenosa y viuda de Pedro Barrié de la Maza, cuya fortuna personal
alcanza los 240 millones de euros.
También llama la atención la puerta giratoria que unía a
los ministros de Franco con los Consejos de Administración de las principales
empresas españolas. De los 119 ministros de franco, 22 de ellos se sentaron en
29 consejos de administración de importantes entidades bancarias, nueve en
bancos oficiales y cuatro en cajas de ahorros. Otros ocho ex ministros fueron
presidentes y/o consejeros del Banco de España. En total, 43 ministros se
convirtieron en destacados ejecutivos del sector bancario.
Pero no sólo ellos ocuparon esos puestos, también sus
hijos. Sirve como ejemplo el reciente nombramiento de Nemesio Fernández Cuesta,
hijo del ministro de Comercio en el penúltimo gobierno de Franco de igual
nombre, como director General de Negocios de Repsol.
No obstante, no hay que buscar tan lejos para encontrar la
alargada sombra del régimen. En la penúltima horneada de políticos de la
derecha española se encuentran buenos ejemplos como Rodrigo Rato, hijo de Ramón
de Rato, fundador junto a Millán Astray y Dionisio Ridruejo, entre otros, de
Radio Nacional de España, así como propietario del Banco del Norte y del Banco
Murciano.
O José María Aznar, nieto de Manuel Aznar Zubigaray,
periodista y político cercano a Falange que
fue director gerente de la agencia de noticias EFE y embajador español
ante la ONU,
Marruecos, y varios países de América.
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