martes, 1 de noviembre de 2011

Un mundo de vírgenes, ¿sobran los machos?

Ya se ha dicho que en algunos animales se lleva a cabo una reproducción unisexual, la partenogénesis. Las colonias de pulgones, que se hacen notar tan desagradablemente en los tallos jóvenes de las rosas y de otras plantas, son, en su mayor parte, sociedades puramente femeninas. Sus óvulos no necesitan ser fecundados; se desarrollan por impulso propio y pueden aparecer muchas generaciones sin que nazca un solo macho. Así ocurre también con las pulgas de agua de nuestras charcas y lagos. Estas últimas no han de contarse entre los parásitos como sus primos, las pulgas de tierra, sino que son inofensivos y pequeños crustáceos que solamente tienen que agradecer el sospechoso nombre a las condiciones en que se han de mover hacia delante en el agua, dando saltos con ayuda de sus largas antenas remadoras. A pesar de su presencia masiva, se puede estar buscando inútilmente un macho durante meses. Los óvulos llegan, procedentes del ovario, a una especie de mochila, situada en una zona de cría del dorso del animal (abdomen), desde donde los óvulos se convierten en hembras sin necesidad de ser fecundados, reproduciéndose éstas de la misma forma virginal. Esta manera de reproducirse se conoce de igual forma entre algunos isópodos, mariposas, gusanos y otros animales.

Pulga de agua o dafnia con sus crías en la «mochila».

Entonces puede plantearse la siguiente pregunta: ¿Para qué son necesarios los machos si todo marcha tan bien sin ellos? Mientras que los pulgones y las pulgas de agua aparezcan como hembras, todos los individuos pueden engendrar huevos; de acuerdo con esto, su reproducción es enorme. ¿Acaso no es esto mucho más provechoso para el mantenimiento y propagación de la especie que si la mitad de la descendencia fueran machos, que no pueden engendrar huevos por si mismos, sino sólo fecundarlos? A esto se podría decir, quizá, que tampoco los óvulos de todos los animales están en condiciones de desarrollarse sin ser fecundados. Pero esta contestación no es completamente satisfactoria por dos motivos.

En primer lugar los biólogos han conseguido hacer desarrollar partenogenética y artificialmente óvulos de algunos animales que en libertad, sólo se desarrollan una vez fecundados (partenogénesis artificial). Los óvulos del erizo de mar… se pueden estimular al desarrollo y llegar a animales adultos, sin la intervención de los espermatozoos, mediante el empleo de determinadas sustancias químicas. Incluso óvulos de rana se pueden estimular al desarrollo por medio de un pinchazo con una aguja muy fina, y sin necesidad de fecundación se consiguen, no solamente renacuajos, sino ranas adultas. ¿Acaso no iba a obtener la naturaleza, la gran maestra, lo que el hombre ha podido hacer por medio de intromisiones relativamente rudas?

En segundo lugar, se ha observado que en la mayor parte de los animales que se pueden reproducir por partenogénesis, por naturaleza propia, aparecen de vez en cuando hembras con óvulos que necesitan ser fecundados y al mismo tiempo, machos que realizan esta fecundación. Así, los pulgones se reproducen por partenogénesis durante la primavera y los meses de verano, mientras que en otoño lo hacen generalmente por medio de fecundación bisexual y aunque se puede estar buscando inútilmente la presencia de machos entre las pulgas de agua durante meses, esto no significa que los machos hayan desaparecido por completo, ya que también para ellos llega la época de la aparición. Esto apoya la gran importancia de la fecundación bisexual.

KARL VON FRISCH,
En busca del enigma de la vida.
Biología moderna para todos (1936).

Colonia de pulgones y detalle de un ejemplar adulto.

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