martes, 1 de noviembre de 2011

Vertebrados sólo hembras

Multiplicar por dos el potencial reproductor de una población es, sin duda, una buena estrategia de cara a condiciones ambientales particularmente adversas. La partenogénesis, es decir, el desarrollo del óvulo sin ser fertilizado por un gameto masculino, provoca la aparición de estirpes por completo femeninas, réplicas exactas de sus procreadoras y con todos sus integrantes capaces de traer descendencia. Este complejo sistema de reproducción, bien conocido en numerosos invertebrados y plantas, ha sido descrito también en algunos vertebrados, aunque con ciertas peculiaridades.

La lagartija del Cáucaso [1] es uno de ellos. Con toda probabilidad, acosados por los fríos de las últimas glaciaciones cuaternarias, los sectores más afectados de la especie encontraron el camino de la reproducción virginal como única forma de mantener el nivel demográfico. Por añadidura, las hembras partenogenéticas capaces de reproducción unisexual produjeron un mayor número de huevos, necesitados asimismo de un periodo de incubación más corto. La suposición de que nos encontramos ante los restos de una antigua adaptación a presiones climáticas viene avalada por el carácter relíctico [2] de estas poblaciones dentro del conjunto heterosexual de la especie. En las áreas limítrofes, donde conviven machos con hembras normales y virginales, los contactos bisexuales son frecuentes, si bien en muy pocas ocasiones la descendencia llega a ser viable, formada por hembras completamente estériles o por embriones masculinos que nunca se desarrollan mucho. La existencia de estos grupos mixtos y los contactos mutuos llevó a pensar en un principio que la supuesta partenogénesis no fuera más que una interpretación errónea de una implantación retardada o que algunas hembras contaran con un reservorio de líquido seminal que utilizaran a voluntad. No obstante, ambas proposiciones han sido rechazadas, sin lugar a dudas, tras numerosas comprobaciones.


En las aguas cálidas

Más sofisticado es el método de ciertos peces del subgénero Mollienesia [3] (conocidos generalmente por su nombre inglés, molly), habitantes de los cursos fluviales bajos y de las lagunas costeras que circundan el Golfo de México. A diferencia de la lagartija del Cáucaso, la totalidad de la especie está formada por elementos femeninos partenogenéticos, pero en este caso necesitados del soporte de los gametos masculinos exclusivamente para inducir la segmentación de sus óvulos. Para lograrlo estas amazonas acuáticas buscan a los machos de especies afines [4] en el momento en que su celo puede proporcionarles espermatozoides. En realidad no se produce la clásica recombinación [5] genética, sino simplemente un estímulo mecánico y químico, muy similar al imitado en laboratorio con especies domésticas normales, en los que se usa como inductor una simple aguja, calor, ácido, etc. Poco después, cuando las multiplicaciones del embrión alcanzan un nivel suficiente, el espermatozoide desaparece. Todo esto plantea una paradoja, en apariencia irresoluble, dado que entre estos mollys no existen los machos. La solución está en el recurso a otras especies estrechamente emparentadas con ellos, tanto como para que sea posible la respuesta al estímulo de freza, pero con una infranqueable barrera para que sus genes se recombinen normalmente. En este sentido es interesante constatar cómo las poblaciones geográficas de mollys se vinculan a diversas especies-soporte diferentes.

Esta particular participación tangencial de los machos en el proceso reproductor ha llevado a algunos investigadores a establecer para la misma el concepto de ginogénesis, a medio camino entre la sexualidad y la partenogénesis [6].

El origen en este carácter de los peces mollys continúa sujeto a especulaciones [7], pero en cualquier caso parece un acontecimiento bastante reciente. El estudio de las especies bisexuadas más próximas sugiere que quizá se trate de una respuesta radical frente a las prácticas caníbales sistemáticas de los machos hacia las larvas recién nacidas: eliminado a todos los machos, evidentemente, se elimina también el problema.

Pero, en el fondo, la partenogénesis absoluta alberga un grave peligro para quienes la practican. Al perderse el intercambio sexual, clave de la flexibilidad de las especies frente a la selección natural, y una vez desaparecida la presión ambiental que lo propicio, puede conducir, a largo plazo, aun estancamiento sin salida.

EL RETO DE LA VIDA.
Enciclopedia Salvat del comportamiento animal.
Tomo 2: «Conducta amorosa». (1987).


NOTAS:


[1] El herpetólogo ruso Ilya Darevsky fue quien descubrió tales ejemplares en tres poblaciones asentadas en Turquía, Georgia y Armenia, y de ahí su nombre científico actual de la lagartija de vientre blanco Darevskia unisexualis. Inicialmente se consideraba una única especie bajo el nombre de Lacerta saxicola, con trece subespecies de las cuales tres eran partenogenéticas. Ahora son nominadas como especies independientes del género Darevskia.

[2] Relíctico, aislado del resto de la especie o conjunto de especies próximas.

[3] Del género Poecilia. La especie en cuestión es la molly amazona (Poecilia formosa), que habita en una franja costera desde el sur de Texas hasta el centro de Veracruz.

[4] Los machos de las especies Poecilia mexicana y P. latipinna.

[5] Recombinación es el intercambio del material genético procedente de los gametos o células germinales masculina y femenina en el zigoto.

[6] Partenogénesis o reproducción virginal (o también reproducción clónica) es en la que hay una ausencia segura de espermatozoides. Ginogénesis es el tipo de reproducción unisexual en el que se necesita el contacto de espermatozoides pero sin llegar a cruzarse el material genético.

[7] Actualmente se cree que son el resultado de una hibridación entre las otras dos especies afines cuyos machos intervienen en la reproducción. Híbridos que resultaron fértiles y cuyas hembras poseen óvulos diploides, y no haploides como en la mayoría de los vertebrados.


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