miércoles, 4 de abril de 2012

La iglesia recortable

Por Sonicando

Estudié 11 años en un colegio de curas y lo primero que aprendí es que se predicaba mucho, pero nunca con el ejemplo. Tanto, que dicha actitud junto con un saco de contradicciones más, me metieron el ateísmo a fuego en su fábrica de ateos y beatos por partes iguales.

Ayer, sin darme cuenta, tuve una regresión a la infancia en la que volví a uno de esos pupitres incómodos en los que me bajaron las notas por lo mismo que voy a hacer ahora mismo: preguntar. Y tengo la mano levantada porque ayer los-nuevos-de-azul que se comportan como los-antiguos-de-rojo (en cuanto a lo de exprimir a los mismos) sacaron las cifras de los malditos recortes, que obviamente no entiendo.

34% en investigación y desarrollo, 20,9% en educación. 12% en Sanidad. 8% en defensa. 2% a la Casa Real. 0% a la iglesia. Dependiendo del periódico que lean algunos suben y otros bajan. Pero tranquilos que los últimos dos no cambian.

Muchos nos llevamos las manos a la cabeza. El 0% de la Iglesia dejaba clara la postura del Gobierno, hasta aquí cero sorpresas. Se montó un hashtag precioso y se hizo algo de ruido. Pero tocaba también fijarse en si había alguna declaración por parte de la Iglesia. Un uffff-nos-hemos-salvado-como-siempre, un es-como-debe-ser, no sé, algo. Pero no, su silencio sepulcral dejaba claro una vez más una falta de coherencia con lo que predican.

¿O han escuchado a algún obispo rechazar su parte con un «no, no, con la que está cayendo, ¡por favor!, ¡es más importante la sanidad que nosotros!»? ¿O la educación? No sé un cristiano ¡Ponemos nuestros 11.000 millones a su disposición! Por la ciencia está claro que no, que somos satán destruyendo su fantasía de reyes magos, pero ¿qué pasa con el resto?. ¿La gente puede vivir sin pan pero con fe? ¿Vamos a curar a los enfermos con obleas? ¿Vamos a dejar a la gente desahuciada porque siempre podrán guarecerse de la lluvia en la entrada de nuestras iglesias?

Yo es que no he escuchado nada de sus bocas, y me parece raro que no se hayan ofrecido a ayudar. Porque lo de fundir todo el oro del Estado Vaticano y sus sucursales para saldar pobreza en el Tercer Mundo suena cansadísimo. Es una cantidad de esfuerzo impresionante que entiendo da pereza. Pero un telefonazo de «“mira-Mariano-reparte-lo-nuestro-que-no-es-plan» no cuesta tanto. Igual es que si estudiamos todos no creemos tanto. O si estamos sanos no rezamos por curarnos. O porque directamente les importa un carajo todo y la iglesia sigue siendo solo merchandising basado en la vida turbulenta de un hipppie. Que la iglesia es otro gobierno y la fe otra forma de poder. Y aquí, con el PP, ya no sabemos ni quién es la voz ni quién el amo.

Igual no se han pronunciado porque aunque ha habido millones de quejas en barras de bar y en Twitter no se les ha señalado directamente. Yo con esta entrada levanto la mano y pregunto. ¿Van a quedarse de manos cruzadas? Y espero respuesta. Y espero que muchos más también les pregunten directamente. ¿Creen que sus servicios sagrados son más importantes e imprescindibles que la dependencia, la educación, la sanidad, o la ciencia? Si es así contesten. Y no digan que es por los más necesitados-esos-que-no-vemos. Hablen ahora que los niños pasan frío en las escuelas y hacen cola en los hospitales. Recibiremos con un gran aplauso la llegada de la coherencia cristiana. Si no es así contesten también. Recibiremos con un gran aplauso su ausencia porque sería evidenciar que no la tienen y nunca la tuvieron.

A mí, por lo menos ya no pueden bajarme la nota más. Y pasada la regresión infantil vuelvo al laboratorio, que todavía puedo. Por lo menos hasta que caduque mi contrato en unos meses.

PD: A todos aquellos a los que les haya podido parecer ofensiva esta entrada, antes de meterse en los comentarios a demostrar su indignación católica, como ya se ha dicho otras veces, se me van poniendo aquí en fila de a uno y me recogen su «pon la otra mejilla cristiano», que hay para todos. Ale, con dios.

«Gente de sotana nunca pierde y siempre gana.»
Refrán popular del siglo XVII.

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