Tiempo de hoy, 10 / 04 / 2012
[Una cosa es cuestionar los manejos de la mutinacionales farmacéuticas y de ciertos gobiernos como en el escándalo de la gripe A de marras y otra muy distinta es negar los avances en el control de ciertas enfermedades infecciosas muy peligrosas (p. ej. la viruela) gracias a las vacunas. Esto último constituye otra aberración reaccionaria de la izquierda más "new age". Esta izquierda posmoderna va a mandar al paro a la derecha.]
Preocupa el aumento del número de niños no vacunados que pueden dar al traste con la inmunidad de grupo.
Los casos de sarampión se han multiplicado. Si en 2010 la Organización Mundial de la Salud dio por prácticamente erradicado este virus, en tan solo un año ha resurgido en Europa con 30.000 nuevos casos y en España se ha pasado de los 173 de 2010 a más de 1.800 registrados en 2011. La Asociación Española de Pediatría achaca este repunte a la relajación de algunos padres, que no vacunan a sus hijos por ignorancia o por dejadez. Pero también a que en los últimos años ha surgido un nuevo grupo social: los ecopadres o padres militantes en formas de vida naturalista que no vacunan a sus hijos conscientemente. Los antivacunas son un fenómeno mundial, una moda que comenzó en los países nórdicos y que se ha ido extendiendo por Europa. Los pediatras han empezado a alertar de los peligros que acarrea esta postura porque enfermedades como la difteria, la tosferina o la polio -que han desaparecido en los países industrializados gracias a las vacunas-, podrían volver si se dejase de inmunizar.
El pediatra Carlos González, que ha escrito varios libros sobre las bondades de la crianza natural, en el caso de los antivacunas se muestra muy crítico. “Mucha gente convencida de la lactancia y la crianza natural cree que no vacunar a los niños forma también parte del paquete. Al contrario, si le quieres tanto ¿por qué no le vas a proteger de las infecciones?”. Preocupado por la cantidad de familias que llegan a su consulta y que son contrarias a vacunar a sus hijos, decidió publicar el libro En defensa de las vacunas para dar a conocer las consecuencias que puede acarrear esta decisión. “Desde hace unos años, cada vez me encuentro con más padres que no vacunan a sus hijos porque creen que las vacunas son inútiles, innecesarias, o peligrosas, o las tres cosas a la vez. Algunos incluso se sorprenden de que yo esté a favor de inocular. Como si hubiera una especie de paquete ideológico raro-progre-natural y si defiendes la lactancia materna o coger en brazos a los niños, también tienes que estar, lógicamente, en contra de las vacunas y creer en la medicina alternativa”.
La monja Forcades, gurú antivacunas.
Carlos González anima a los padres a seguir protegiendo la salud de sus hijos. La vacunación, afirma, es una de las prácticas médicas que más sufrimiento, dolor y muerte ha evitado. “Algunas enfermedades, como la viruela, han sido vencidas y ya no es necesario vacunar contra ellas. Pero otras todavía acechan, y varios países industrializados han sufrido brotes de sarampión, difteria o tosferina cuando el número de niños no inmunizados aumentó debido a la propaganda contra las vacunas”.
Los ecopadres que no vacunan a sus hijos no lo hacen por desconocimiento o falta de preparación, sino que, al contrario, suelen estar muy informados sobre el tema. Pero su oposición se basa en argumentos pseudocientíficos que suelen circular por Internet como que las vacunas son tóxicas, que es una maniobra de las multinacionales para ganar más dinero, que nos ocultan sus efectos secundarios o que producen alergia o incluso la muerte súbita. Otro de los argumentos que esgrimen es que causan autismo. Algunos científicos habían sugerido una posible relación entre el autismo y la vacuna triple vírica o entre el autismo y el mercurio que se usa como conservante en algunas vacunas. Pero después de realizar estudios detallados en distintos países, no se ha encontrado ninguna relación y el FDA (departamento estadounidense de salud) lo ha desmentido públicamente.
Cobertura vacunal
Los antivacunas se pueden permitir el lujo de no vacunar a sus hijos porque los demás sí lo hacen. Pero empieza a ser preocupante el número de niños no vacunados que pueden dar al traste con lo que se llama inmunidad de grupo, es decir, lo que protege a cualquier bebé antes de que se vacune: que ningún individuo a su alrededor contraiga alguna enfermedad infecciosa que podría haberse prevenido con una vacunación a su debido tiempo.
La triple vírica (sarampión, rubéola, parotiditis) se aplica a los niños en dos dosis, una a los 15 meses y otra a los tres años de vida. Los expertos estiman que para frenar la transmisión de estas enfermedades es necesaria una cobertura vacunal infantil de más del 95%. En España, la cobertura de la primera dosis es elevada, pero baja en la segunda: 87% en Andalucía, 83% en Madrid o 92% en Cataluña. Esto facilita la circulación del virus hasta las bolsas de población no protegidas, formadas principalmente por los hijos de familias que no les vacunan, la población adulta, que creció cuando no existía la vacunación universal y no enfermaron de pequeños, y la población inmigrante en cuyos países de origen no se administran las vacunas.
El calendario médico de vacunaciones no es de obligado cumplimiento en España, por lo que cada uno es libre de decidir si vacunar o no, aunque en Cataluña la Generalitat ha decidido que los padres que no vacunen a sus hijos tendrán que firmar un documento en el que conste que han sido informados de los riesgos que esa decisión puede comportar para la salud de sus hijos y para el conjunto de la comunidad en la que viven. La Generalitat ha tomado esta decisión alarmada por el repunte en Cataluña de enfermedades como el sarampión, pero también la tosferina. En la Comunidad de Madrid la Consejería de Sanidad ha remitido escritos a los directores de las escuelas infantiles para que impliquen a los padres en esta labor. El rebrote del sarampión ha obligado a algunas comunidades autónomas a adelantar de los 15 a los 12 meses la edad en que los niños deben inmunizarse frente a una enfermedad que hasta hace poco estaba prácticamente erradicada.
En otros países como Australia las autoridades han decidido tomar medidas más drásticas. El 11% de los menores de 5 años australianos no está vacunado por voluntad paterna, y el Gobierno ha decidido que los padres que adopten esta actitud no tendrán derecho a los beneficios fiscales que se aplican hasta que los menores cumplen esta edad, que ascienden a unos 1.700 euros por niño.
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