domingo, 1 de abril de 2007

La figura del Cristo

Hoy primero de abril del año 2007 de la era vulgar se inicia la Semana Santa. Semana en la que se conmemora la tortura y ejecución del supuesto fundador de la secta de los cristianos: Jesús de Nazareth. Los cristianos recogen los hechos y dichos a lo largo de su vida en unos textos denominados los Evangelios. Pero a lo largo de la historia ha habido muchos autores que han cuestionado la interpretación de su historia. Uno de ellos es Donatien Alphonse François de Sade, el famoso marqués de Sade, en una de sus obras de teatro de finales del siglo XVIII, titulado La philosophie dans le boudoir de la cual extraemos el siguiente texto:

[…]

EUGENIA: Pero ¿qué hay de la resurrección de Cristo? ¿No significa eso nada para usted?

DOLMANCE: Bueno, hablemos un poco acerca de Cristo… el único hijo concebido, como creo que le dicen. Si leemos a los profetas, veríamos a esa sublime criatura apareciéndose adornada con rayos celestiales, bañada en luz deslumbrante y rodeada de coros angelicales. Pero no fue así, se reveló por vez primera en el regazo de una vulgar mujer y en una pocilga. ¿Podría haber algo más innoble, más degradante? Y ahora, veamos su modus operandi. Pretende ser Dios mismo, que ha tomado forma carnal para salvarnos. Además, asegura que demostrará su origen divino mediante actos milagrosos que superarán los poderes de la naturaleza. Pero ¿qué es lo que realmente realiza? En una vulgar fiesta de bodas transforma el agua en vino, según dicen sus amigos. Después uno de sus amigotes se hace el muerto, y el impostor le devuelve la vida. Se dirige a una montaña y allí, ante dos o tres de sus compinches, multiplica unos panes y unos peces hasta que el alimento alcanza para comida de unos cuantos miles, aun cuando sólo uno de sus acólitos se toma la molestia de informar del hecho, no los que se supone fueron alimentados. Promete la salvación a todos los que se supone fueron alimentados. Promete la salvación a todos los que le escuchan y el infierno a los que no lo hagan, pero es demasiado ignorante para escribir nada. Habla poco porque es estúpido; y hace menos aún, pues carece de la fuerza necesaria. Finalmente, como clímax adecuado a su carrera, permite que lo crucifiquen; soporta tormentos indescriptibles, y su padre, el señor Dios, no le ayuda en lo más mínimo, expira, por último, tratado como el peor de los hombres, y entre los proscritos, cuyo digno jefe ha sido… ¿Creéis en esa resurrección? ¿Creéis que fue entonces cuando su grandeza se reveló? No os dejéis engañar. Sus secuaces dispusieron el cuerpo, y, entonces, su mujer y sus hijos comenzaron a decir que se había producido un milagro. Pero los auténticos historiadores de la época no consideraron que el suceso mereciera ser anotado. ¿Suponéis que si hubiera demostrado su divinidad, aquellos hombres sabios —y sin duda egoístas— se habrían atrevido a ignorarlo?

EUGENIA: Entonces, ¿cómo se perpetuó la leyenda?

DOLMANCE: Mi teoría es la siguiente: unos cuantos años más tarde, el pueblo de Jerusalén, agobiado por el despotismo romano, sintió la necesidad de rebelarse. Los apóstoles, al percatarse de que podían sacar ventaja política del asunto, aprovecharon la oportunidad y concibieron toda una sarta de mentiras y fantasías acerca de su amado cabecilla difunto. Entonces el pueblo fue engañado y acabó por creer que un sacerdote, al pronunciar unas cuantas palabras mágicas, disponía del poder de traer a Dios a la tierra en forma de un trozo de pan. Ese culto de la idiotez podía haber sido destruido desde el principio, si los jefes romanos hubieran reaccionado ante él con la indiferencia que se merecía. En cambio lo persiguieron y prosperó hasta convertirse en una coalición de descontentos. Por supuesto, la minoría engañada se ha convertido para estas fechas en una mayoría de engañados, pero los absurdos que admiten siguen siendo igual de absurdos. Por tanto, no dejes que la acción popular influya en tus opiniones, Eugenia; adopta una actitud firme e independiente, y sé fiel a ella.

[…]

MARQUES DE SADE, Filosofía de alcoba, Grupo Editorial Babilonia, 1991.

Con este texto del Marqués queda inaugurada la 1ª SEMANA ATEA, BLASFEMA Y ANTICLERICAL.

4 comentarios:

KRATES dijo...

Como ateo niego la existencia de un Dios creador del universo y moralista. Del personaje Jesús de Galilea creo que tal vez, ¡tal vez!, haya existido, un maestro o cabecilla de un grupo religioso mesiánico que durante los tiempos de los primeros emperadores romanos hubiese mantenido ideas religiosas heterodoxas, en la antigua Palestina, respecto a lo dominante y por ello fuese eliminado, me lo puedo creer, aunque con dudas. Pero el "tinglado" que originó él u otros, es para ser condenable.

La religión no sirve para nada, sólo para confundir.

Seamos blasfemos.

Pirrón dijo...

Un ateo es una persona que supone que no existe un Dios (o Dioses) creador(es) del universo y moralista(s) de la conducta humana.

Aquí el ateo (igual que el “creyente”) entra en el campo favorito de la religión que no es otra que el creer, ósea, en partir de una suposición fijada de antemano.

El ser humano debido a que es mortal no tiene tiempo para comprender las cosas que le rodean y debido a eso "creemos" y no "sabemos" respecto de todo lo que nos rodea en nuestra existencia.

Queremos dar una respuesta siempre a todo (por supuesto una respuesta que agrade a nuestra forma de pensar), En mi modesta opinión (perfectamente puede ser errónea) debemos ser humildes y olvidarnos de nuestro orgullo y aceptar que nosotros podemos no tener respuestas para todo.

Como muchas preguntas que nos formulamos en la vida hay una en especial que nos hace ver que no somos la medida del Universo, y es la siguiente: ¿Quien o que ha creado todo el Universo?.

Que se responda a esa pregunta con hechos, demostrándose fehacientemente, sin suposiciones, sin prejuicios, sin intrigas, sin maquinaciones, nada más que con la verdad, solo así se acabará con esta controversia.

El problema a plantear es ¿quien hasta ahora ha sido capaz de responder con verdad a esto?

Felicitaciones por este ameno blog

KRATES dijo...

Gracias, Pirrón.

Seamos humildes, ante todo. Y desde nuestra humildad, reconozcamos que no conocemos todo. Pero la inexistencia de pruebas de la posible existencia de algo, nos puede decir que no se han encontrado pruebas o que no existe. A veces, es más claro lo sencillo. Yo no puedo demostrar la inexistencia del Ratoncito Pérez o de Dios, lo mucho su existencia, y si no puedo es porque, lo más lógico, no existen. De ahí parto.

Radowitzky dijo...

¡Qué animado está hoy este blog!