viernes, 10 de abril de 2009

La religión laica

Por Ignacio de Llorens
Revista Archipiélago, 64 (Diciembre 2004.)

Desde que se comprendió que había formas más eficaces de controlar el pensamiento, se abandonó la guillotina como antigualla. Si la gente tiene separada la cabeza del tronco no puede ver la televisión. Robespierre no es compatible con el zapping. Muy mala debe ser la televisión en las Galias cuando es necesario prohibir a las niñas musulmanas que se cubran la testa con sus telas y velos. Cuando Roma era la metrópoli del Imperio, se decía aquello de que había que repartir las ofrendas entre el César y Dios, y acto seguido se elevó al César a la categoría de divinidad y posteriormente se hizo del Papa un César. Y es que en cuestiones de Poder lo propio es el monopolio, y se lleva muy mal el politeísmo. La polémica ya hace años que quedó zanjada: César es Dios, y viceversa. Pero hete aquí que se nos ha llenado el imperio de bárbaros con religiones bárbaras, y, claro, hay que volver a proclamar edictos. Queda prohibido, pues, acudir a las misas escolares con la cabeza tapada según el rito bárbaro. Estas niñas y sus velos nos han evidenciado que nuestros laicos escolares llevan uniforme. Tal vez podría solucionarse la cuestión sin acudir a edictos. Bastaría con proponer a las casas Nike, Adidas, Lacoste, etc. que confeccionaran velos y los vendieran a los precios astronómicos usuales, y hasta los equipos de fútbol podrían estampar sus colores en las prendas de la discordia. Así las niñas bárbaras ofrecerían sus telas a su Dios y al laico a la vez, por donde se asimilarían ambos de nuevo.

Dios no puede ser verdadero si no hubiera por lo menos uno más que fuera el falso. Lo que viene sucediendo es que el falso debe estar en Falsolandia, justo en los confines del imperio del verdadero, para así justificar la permanente evangelización de los infieles. Los misioneros de la religión verdadera, los ejecutivos de las multinacionales, se afanan en llevar la buena nueva a los paganos, y éstos no siempre lo agradecen. Pero ya se sabe que las guerras sólo son malas cuando el escenario es el comedor de la casa, mientras sucedan en tierras bárbaras hasta son convenientes. Parece ser, no obstante, que no basta con la evangelización blanda y de baja intensidad, que diría Arzallus, dado que llevamos ya dos nuevas cruzadas en los tres últimos años. El Santo Grial no fue hallado por los cruzados, como tampoco ahora se han encontrado las armas de destrucción masiva, por lo tanto no queda más remedio que seguir en el empeño. De lo que no se encuentra sólo cabe deducir que no se ha encontrado. Todos como el apóstol Tomás, el primer empirista de nuestra era, queriendo poner el misil en la llaga.

Los infieles, que no están en disposición de responder con cruzadas, han decidido aterrorizarnos poniendo bombas en trenes y escuelas, y disparando a niños que corren despavoridos. ¡Hay que tener mucha fe para esto! Y, mientras, el viejo pueblo elegido va destruyendo prójimos, aprovechando que los cruzados causan destrozos en otro lado. ¡Hay que ser muy elegido para esto!

En casa la Iglesia Católica, nunca suficientemente domada, se resiste a abandonar las cabezas de puente que tiene asentadas en la enseñanza pública. Que la religión sea una asignatura ya pone de manifiesto que los negocios divinos no marchan boyantes. Si Dios está en todas partes ¿cómo va a tener sólo una asignatura? Resignación, hermanos. Por lo menos la coartada de la Religión como área de estudios permite enviar a comisarios teológicos dependientes del episcopado para impartirla. Como España es un país de marcada tradición católica… Pues por lo mismo podría impartirse una asignatura sobre quema de conventos y reconversión de templos en cafés y teatros, de lo cual disponemos también una importante tradición. El comunismo tiene una gran tradición en los antiguos países del imperio soviético, luego el PCUS podría solicitar impartir la asignatura de Política y contratar a los profesores adecuados para ejercer ese magisterio. Por supuesto, en la asignatura se abordarían todas las ideologías políticas… Si se discutiera la existencia de tal asignatura, el Partido amenazaría con sacar los niños a la calle enfundados en camisetas con la imagen del Che.

El laicismo se ha hecho también religión, amparado las más de las veces en la nueva teología psicopedagógica. Una asignatura de corte laico-totalitario puede bastar como ejemplo, la denominada «Transición a la vida adulta y activa» que se ofrece a educandos de cuarto de ESO. El solo nombre pone las tizas de punta.

Como es sabido, esto de las asignaturas, lo que la nueva fe denomina «parrilla de materias», fue un invento de unas monjitas irlandesas del siglo VIII que tuvieron la ocurrencia de desasnar a los asilvestrados campesinos de extramuros. Acostumbradas a sus rígidos horarios de oración y trabajo, les dio por organizar, a imagen y semejanza de la vida monástica, unos cursos a golpe de campana, e inventaron la parrilla. Y ahí seguimos, asando campanudamente. No se alcanza a comprender, pues, que se pueda tener una enseñanza laica con parrilla e impartir una asignatura y no ser monja… y ahora que en muchos institutos hay huerto, pues ya me dirán, ora et labora.

Los que nos vamos ganando la vida y el cielo haciendo de monjas estamos condenados a disputar a codazos nuestra parte y tiempo de oración, porque, para colmo, cada vez inventan algo más que asar en la parrilla. No hay discusión radiofónica, televisiva o de taberna que no acabe con la sugerencia, compartida con entusiasmo, de que el tema discutido debería ser una asignatura en la escuela. ¡Cómo si faltaran asignaturas! Que hay accidentes de coches, pues asignatura de Educación vial; que la gente es cada vez más grosera, pues asignatura de Urbanidad. Venga, todos a transitar para ser adultos y activos, que es el modelo de santidad que persigue la fe laica, no vaya a ser que caigamos en el pecado de ser niños quietos.

1 comentario:

PabloGC dijo...

Escribió Ferrer y Guardia en el Boletín de la Escuela Moderna:

«La idea enseñanza no debiera de ir seguida de ningún calificativo; responde únicamente a la necesidad y al deber que siente la generación que vive en la plenitud de sus facultades de preparar a la generación naciente, entregándole el patrimonio de la sabiduría humana.

»Hallándose aún en camino de ese ideal, nos vemos frente a frente de la enseñanza religiosa y de la enseñanza política, y a éstas es necesario oponer la racional y científica...»

(Continúa más por aquí:)
http://grupostirner.blogspot.com/2011/05/la-ensenanza-laica.html