miércoles, 10 de marzo de 2021

Matar lobos

Por EL AULLIDO

Ya que se me ha invitado a pronunciarme sobre la reciente polémica generada con la protección del lobo, creo que puedo decir algo por mi parte, como amante de la naturaleza y descendiente de pastores.

El lobo ibérico estuvo casi a punto de extinguirse hace medio siglo, en los años setenta sumaban menos de un millar y durante la década siguiente aumentó poco más del doble. Desde entonces, han pasado 30 años, y se estima el mismo número, sobre los dos mil y pico ejemplares. El hecho de que se haya dispersado no quiere decir que haya crecido demográficamente, padeciendo, a su vez, una gran mortalidad. Pero, aun así exageran su impacto sobre los intereses humanos.

Es verdad que el lobo mata para comer, no tiene otra forma de sustento, y mata lo que tiene más a mano o, mejor dicho, a pata. Son cazadores sociales que se permiten el lujo de poder matar presas mayores que ellos, la unión hace la fuerza. Si puede obtener presas silvestres, lo hacen, y, si no, carroñean. No habiendo otra forma de alimentarse, roban la carne al ser humano, matan ganado doméstico. Como todo carnívoro tienen que matar para comer y no morir de hambre.

Y ¿cuál es el ganado más accesible? El que está sin proteger a la intemperie, solo en los campos sin vigilancia. Durante siglos los pastores han estado con sus rebaños —el lobo teme al hombre— y con ellos acompañados de grandes perros guardianes, que consideraban al ganado parte de su manada y que defendían. A los recentales de los rebaños se les guardaban en los corrales y apriscos. Los pastores pasaban los días y las noches junto a los rebaños, era una vida dura, pero necesaria. Hoy, con las comodidades que tenemos, se ha olvidado, y se deja sin cuidados a muchos animales al raso, son cosificados como meros productores de carne y leche para los mercados, aunque peor lo tienen los de las granjas industriales, hacinados como objetos. El mundo rural está en crisis por culpa de estos mercados, sus pobladores llevan décadas abandonando el mundo rural para ganarse el sustento en las urbes. Pero, la culpa se la echan a la vida salvaje.

A quienes sus vidas dependen de la ganadería no les gusta, y con mucha razón, que sus animales sean atacados por el lobo, aunque les indemnicen las bajas, sufren las secuelas, y la Administración no cubre todo, por eso odian al lobo, es comprensible. Pero, las cosas no pueden ser así, hay que poner remedio. Y el mejor remedio es la prevención, prevenir ataques guardando sus rebaños, no hay otra opción. Vigilar los rebaños, hacer del pastor un trabajo digno de nuestros tiempos. Criar y educar perros mastines. Hacer cercas resistentes o electrificadas. Así se reducen los riesgos al mínimo. Para ello los poderes públicos deben mojarse, y no simplemente, indemnizar y matar lobos.

Matar lobos, significa destruir manadas, los supervivientes al no poder cazar ungulados silvestres, buscan presas fáciles, y ¿cuál es la presa más fácil? ¡El ganado doméstico! Animales que por culpa de la crianza selectiva que conllevó la domesticación han perdido sus capacidades o instintos de supervivencia. Y el lobo tiene que matar para comer. Matar lobos empuja a más ataques al ganado doméstico, esa es la cuestión. Reducir la población actual lobuna conlleva, también, incrementar herbívoros silvestres que comen campos agrícolas, es matar la solución. Cuestión que algunos mandatarios y gente del sector agropecuario no logran comprender. Matar lobos para las autoridades solo sirve para calmar los ánimos, es una solución inmediata, cortoplacista, que a la larga significa trasladar el problema.

Nuestros antepasados prehistóricos se sustentaban de la caza y la recolección. Cuando pasaron a ser sedentarios añadieron la agricultura y la ganadería, la caza era complementaria. Hoy día se caza por ocio y negocio, hoy día la caza es inmoral. Los cazadores poco pueden decir sobre el lobo. El lobo nació para ser libre y no un trofeo.

Y qué decir de los medios, que solo generan confusión, cuando por ley deberían dar información veraz, y no lo hacen. Menos derecho tienen para pronunciarse.

El lobo forma parte de nuestro patrimonio natural, toda gestión que desconoce el funcionamiento de nuestra Naturaleza es inútil y, lamentablemente, todavía nos queda mucho que aprender. Mandatarios, periodistas y mercaderes nada pueden decir.

Proteger el lobo, implica recuperar nuestro monte mediterráneo, con todos sus protagonistas vivientes. Todo ser vivo importa.

VALLADOLOR
9 marzo 2021

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