martes, 7 de septiembre de 2010

Y otra vez con el debate de los toros

El PP de Valladolid, con el alcalde al frente, han declarado al municipio como «Ciudad Taurina». Porque es una ciudad que ha defendido la fiesta de los toros, la seña de identidad por antonomasia de la cultura española. En una sociedad cuyos rasgos culturales y costumbres los define y practica sus mismos habitantes, sintiéndose identificados con ellos..., pero a las corridas de toros de la ciudad van pocos, a la mayoría ni les interesa, ¿y nos ponen esta etiqueta? Ya estamos hartos de lo de «Fachadolid» y nos vienen ahora con esta tontería.

Según unos estudios estadísticos de Gallup/IG-Investiga de los años 2002 y 2006, el desinterés por las corridas de toros en este país ha aumentado en los últimos treinta años. La mayoría de la población española muestra un nulo interés, le es completamente indiferente la denominada «Fiesta Nacional». Y eso de considerar como símbolo de nuestra cultura semejante espectáculo, carece de sentido. Solamente sus defensores como sus detractores son minoría. Lo que pasa es que los llamados antitaurinos han dejado de ser una minoría pasiva a otra activa, van saliendo a la calle a manifestarse abiertamente contra la tauromaquía y los festejos taurinos, y cada vez son más quienes cuestionan este tipo de espectáculos y tradiciones. Esto es algo que molesta a los protaurinos, que en nombre de la libertad y la democracia quieren que sus oponentes no ejerzan su derecho a la libertad de expresión y se queden en sus casas como minoria pasiva y no activa.

Con la polémica surgida tras la prohibición de las corridas de toros por el parlamento catalán (que anteriormente lo hizo el canario) y el ambiente muy caldeado que tenemos últimamente en varias localidades, llegando incluso a las manos, el hecho de que unas autoridades públicas locales abandonen su neutralidad y se decanten por un bando, echando más leña al fuego, es completamente un gran acto de irresponsabilidad. ¡Allá ellos!

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