Las autoridades griegas temen el surgimiento de una resistencia armada en las ciudades griegas y han puesto precio a la libertad de Jristódulos Xirós, un famoso guerrillero comunista evadido a principios de mes, y a la de otros cuatro compañeros suyos.
28 enero 2014
Xirós fue miembro de la Organización Revolucionaria 17 de Noviembre, un grupo armado perseguido por el Departamento de Estado de EEUU debido a sus ideales comunistas y que estuvo operativo en Grecia entre los años 1973 y 2002, atentando sobre todo contra intereses oligárquicos. Condenado en 2003 a seis cadenas perpetuas, el guerrillero logró obtener un permiso carcelario hace unas semanas y desde entonces se desconoce su paradero.
El problema para el Gobierno de Antonis Samarás —a quien las últimas encuestas empiezan a situarle, por vez primera, a la sombra del principal líder de la oposición de izquierdas: Alexis Tsipras, de Syriza— es que Xirós está desaparecido pero no callado. En un vídeo publicado esta semana por el portal Indymedia, el fugado anunció su regreso a la lucha armada e hizo un llamamiento a los militantes anarquistas y comunistas para que dejen a un lado sus diferencias y formen un frente común dedicado a hostigar a la clase capitalista.
Por eso el ministro de Orden Público, Nikos Dendias, ha anunciado tras un discurso pronunciado ante los oficiales de la Policía de Atenas, y en un intento de redoblar los esfuerzos para cercar a Xirós, que ofrecen cuatro millones de euros para quien colabore con su ministerio en su búsqueda y captura.
Según los medios griegos, además de Xirós, la recompensa concierne también a Nikos Maziotis y a su compañera Panayota Rupa —que huyeron en 2012 mientras eran juzgados por su participación en la organización Lucha Revolucionaria— y a los dos autores del asesinato, el 2 de noviembre, de dos militantes del partido nazi Amanecer Dorado.
Y es que el incremento de la violencia política en un momento en que Grecia ejerce la presidencia griega de la Unión Europea ha aumentado la inquietud de la policía helena. Durante los últimos dos años se han producido numerosos ataques con explosivos caseros y cócteles incendiarios especialmente contra oficinas de políticos y altos funcionarios griegos.
Al ataque con fusiles kalashnikov a la residencia del embajador alemán en Atenas el 31 de diciembre, hasta ahora no reivindicado por ningún grupo, se sumó la semana pasada el envío de sendas cartas al gobernador del Banco Central, Yórgos Provópulos, y al periodista Yannis Pretenderis, de la cadena de televisión privada Mega.
Con todo, el acto de violencia política más grave ocurrido en los últimos meses ha sido el asesinato de dos miembros del partido nazi Amanecer Dorado, en respuesta por la muerte del rapero Pavlos Fyssas a manos de un militante de la organización ultraderechista. El asesinato fue reivindicado por un grupo hasta ahora desconocido, denominado Fuerzas Populares Revolucionarias Combatientes, que la pasada semana volvió a salir a la luz con un comunicado en el que defendía su acción y llamaba a pasar a la ofensiva.
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