domingo, 28 de diciembre de 2014

¿Cómo puede ser que yo no conociera esta historia que pasó una noche de 2006 en Barcelona?


30/09/2014

La historia pasó en Barcelona una noche de febrero de 2006 pero yo no la conocí hasta que hace unas noches me la contaron en mi casa. A lo largo de dos horas y ocho minutos escuché en silencio, casi sin pestañear, la historia de Patricia Heras, una chica de 32 años que salió a dar una vuelta en bicicleta por Barcelona y que acabó en la cárcel y, más tarde, saltando por una ventana de un séptimo piso.

Caer de la bici

Patricia Heras había llegado a Barcelona hacía pocos meses, procedente de Madrid, su ciudad natal. La noche del 4 de febrero de 2006 ella y un amigo salieron de fiesta. Horas más tarde, volviendo a casa en bicicleta, Patricia y su amigo sufrieron un pequeño accidente. Él se hizo un golpe en la cabeza y ella varias rozaduras. Un coche se paró a ayudarles y decidieron llamar a una ambulancia que los llevó al Hospital del Mar. Y allí comienza una de las historias más increíbles que he escuchado en años. Una historia que me avergüenza no haber conocido hasta el 21 de septiembre de 2014 cuando, en el sofá de casa, vi el documental Ciutat Morta. Dos horas y ocho minutos.

Caer en un agujero negro

Mientras atendían a su compañero, Patricia Heras estaba en la sala de espera de urgencias. Una sala de espera que estaba especialmente movida aquella noche. Pocas horas antes, en el centro de Barcelona, un agente de la Guardia Urbana resultó herido de gravedad en el transcurso de una intervención que terminó con 9 detenidos, algunos de ellos, heridos en extrañas circunstancias. Mientras los médicos atendían a los heridos, miembros de la Guardia Urbana vieron Patricia sentada, esperando que la atendieran. Y la detuvieron a ella también.

¿Por qué? La intervención de la Guardia Urbana había tenido lugar en un antiguo teatro ocupado de la calle Sant Pere Més Baix. Los detenidos respondían a lo que los medios de comunicación llaman «estética okupa».

Patricia no había puesto los pies en aquel teatro nunca, ni formaba parte del «colectivo okupa». Estudiaba filología en la Universidad de Barcelona y poco antes de su detención se hizo un corte de cabello «como Cindy Lauper», dibujando una especie de tablero de ajedrez en la cabeza. Aquel corte de pelo y una indumentaria «antisistema» según la policía, hicieron que Patricia acabara relacionada con los hechos que habían tenido lugar horas antes y condenada a 3 años de prisión. En abril de 2011, durante un permiso penitenciario, Patricia Heras no aguantó la presión y se tiró por la ventana del séptimo piso donde vivía.

Ciutat Morta

A lo largo de sus 128 minutos de duración el documental Ciutat Morta nos explica con todo detalle la historia de Patricia Heras y los otros jóvenes detenidos y condenados enun proceso policial, mediático, político y judicial aterrador. Una historia que parece una oscura película de Hollywood pero que pasó en Barcelona.

Y mientras miras Ciutat Morta no puedes parar de preguntarte: «¿Cómo puede ser que yo no supiera nada de todo esto?»

¿Cómo puede ser que yo no supiera que el entonces alcalde de Barcelona, el socialista Joan Clos, cambió su versión de los hechos de manera escandalosa, dejando indefensa Patricia y los otros jóvenes detenidos? ¿Cómo puede ser que yo nunca supiera que los chicos detenidos —Rodrigo, Alex, Juan, Alfredo— fueron torturados por la policía, tal y como denunció Amnistía Internacional? ¿Cómo puede ser que no tuviera ni idea de que los testigos clave para encerrar a Patricia en prisión fueron dos policías —los agentes Víctor Bayona y Bakari Samyang— condenados por torturas graves? ¿Cómo puede ser que no supiera de la implicación en todo el caso de Jordi Hereu y Carles Martí, entonces altos cargos socialistas en el Ayuntamiento de Barcelona? ¿Cómo puede ser que no supiera que incluso TV3 alteró sus archivos después de recibir presiones del consistorio? ¿Cómo puede ser que no conociera todos los detalles de esta historia?


Un silencio atroz

Una parte de mi ignorancia es fruto de un enorme montaje destinado, justamente, a que yo —y el resto de la población— no supiéramos nada. TV3, La Vanguardia, El País o El Periódico —ahora lo sé— fueron piezas clave para el triunfo de la impunidad.

Por un lado silencio. Por otro, desinformación al servicio de los planes urbanísticos del ayuntamiento.

¿Qué tiene que ver la política urbanística del Ayuntamiento con todo esto? Aquí está el gran hallazgo de Ciutat Morta. No estamos ante un caso aislado, de un triste error policial y judicial. Estamos ante un montaje de dimensiones enormes donde están implicadas las más grandes estructuras de poder. Un sistema que aquella noche de 2006 aplastó las vidas de Patricia y de los otros detenidos.

Pero no puedo evadir mi responsabilidad por no haber conocido nunca esta historia. Porque desde el mismo día en que sucedieron los hechos, cientos de personas se movilizaron intentando que todo el mundo supiera lo que estaba pasando. Primero fueron los familiares y amigos de las víctimas del montaje que desmonta Ciutat Morta: manifestaciones, huelgas de hambre, actos, charlas… ¿Por qué no vi nada? Quizás porque los manifestantes llevaban rastas? ¿Caí en la trampa de los prejuicios? ¿Como hice para no ver a aquellos jóvenes que se plantaban con pancartas a las puertas del ayuntamiento diciendo que Patricia Heras había sido «asesinada por el Estado»? ¿El aspecto «antisistema» de Patricia? ¿El origen sudamericano de los condenados? ¿Puede haber sido eso?

No puedo evitar preguntármelo porque Ciutat Morta nos interpela a este nivel. ¿Hasta qué punto una historia terrorífica como ésta se hubiera podido producir sin el consenso social de sospecha ante lo que es diferente, lo que se peina y viste de otro modo?

Los medios hicieron su trabajo… ¿pero eso lo explica todo? En los grandes medios hubo muy pocas grietas, pero hubo: Mònica Terribas, dejando descolocado a Joan Clos en plena entrevista, preguntándole por el caso pese a que no estaba entre las preguntas guiadas. Gregorio Morán, haciendo valer su enorme peso periodístico y publicando el caso en su columna de La Vanguardia… y luego el silencio y la manipulación. Y el semanario La Directa, haciendo descubrimientos increíbles y publicándolos, desempeñando el papel por el que nació el periodismo.

Mea culpa

Pero a pesar de todo, no puedo evitar pensar que hay cierta responsabilidad mía. Y la única manera que encuentro para intentar arreglarlo, es escribir esto para decirle a todo el mundo que vaya a ver Ciutat Morta.

Hay que ver esta obra porque bajo la apariencia de documental respira un artefacto capaz de cambiar el rumbo de la historia de Barcelona. No exagero. A medida que Ciutat Morta va ganando premios, cuando nos enteramos que la han proyectado en el Festival de San Sebastián, cuando las pocas salas que la han proyectado han dejado al público en estado de shock. A medida que va pasando todo esto, los implicados en el escándalo de seguro que se empiezan a preocupar. Porque están viendo que el silencio tejido con mentiras, manipulación y silencios está a punto de saltar por los aires.

Ciutat Morta es una bomba que ya ha empezado a estallar el corazón de una Barcelona que si quiere vivir debe mirar la realidad a la cara.

La peligrosidad de Ciutat Morta se hace evidente cuando TV3 y los grandes medios de Barcelona silencian el triunfo de la película allá donde va. Mientras que el Festival de San Sebastián llena las calles de la ciudad con enormes carteles de Ciutat Morta, en Cataluña todo el mundo calla.

Dependerá de todos nosotros que esta terrible historia sea conocida. Que la impunidad cese. El primer paso es ver Ciutat Morta y que no quede nadie que, en el futuro pueda decir: «Yo no sabía nada», como yo lo estoy diciendo ahora. Quizás el segundo paso es pedir perdón a aquellos que vivieron este drama ante la indiferencia de tantos como yo.


Silencio en TV3

Ciutat Morta nos cuenta los hechos del 4F. Pero a la vez está consiguiendo demostrar el enorme bloqueo mediático que se vive en Cataluña cuando se tocan ciertos temas. A pesar de los premios, a pesar de la repercusión internacional que está teniendo la película, los medios catalanes no están informando. Dos ejemplos: TV3 no ha dicho ni una sola palabra de la participación de Ciutat Morta en el Festival de Cine de Donosti. En La Vanguardia, según el Observatorio Media.cat, se pueden encontrar 40 entradas sobre el festival. Ninguna sobre Ciutat Morta. Curioso. No todos los días un festival internacional de prestigio llena las calles con carteles gigantes con la cara de un ex-alcalde de Barcelona

1 comentario:

Piedra dijo...

Yo también lo descubrí hace poco y eso me hace darme cuenta del poder de la desinformación y tomar consciencia de lo poco que llegamos a saber de lo que sucede en nuestro propio entorno.

Salud!