lunes, 5 de diciembre de 2016

El Bund, un movimiento revolucionario contra la opresión antisemita y el sionismo

Celebración por miembros del Bund
el 1 de Mayo de 1934 en Bialystok (Polonia).

VIENTO SUR
11/02/2015

Antes de la Primera Guerra Mundial, no fue el sionismo sino el Bund quien logró organizar a decenas de miles de judíos oprimidos en el Imperio ruso…

Todo en su situación les llevaba, bien al exilio, bien a los sentimientos revolucionarios. Se sabe hasta qué punto numerosos revolucionarios del movimiento socialista ruso venían de esta comunidad. La primera organización obrera revolucionaria significativa, constituida a una escala nacional sobre el suelo ruso, fue una organización judía. El Bund, «Unión General de los Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia», fue fundado en 1897 en Vilna (Lituania). Era un partido socialista revolucionario. No tenía al comienzo la intención de constituir un «partido judío». Pero se consideraba como una organización marxista, «socialdemócrata que trabaja en el medio judío». En este caso, se dirigía a la mayoría de los judíos del mundo… en su lengua, el yiddish.

En el marco de su lucha por una Rusia democrática y socialista, sin reivindicar la creación de un estado territorial judío, trabajaba por la construcción de una «nacionalidad judía de lengua yiddish». Los bundistas constituían milicias de autodefensa, luchaban por derrocar el régimen y obtener la igualdad de derechos, e intentaban igualmente desarrollar una vida cultural y cooperativa (incluso autogestionaria como se diría hoy) judía, construir una especie de «autonomía nacional-cultural». No sin romper con las «tradiciones», puesto que el Bund luchaba contra el peso de los dignatarios religiosos reaccionarios, se proclamaba ateo, reivindicaba la igualdad de los hombres y de las mujeres. Los rabinos se indignaban por ello y les reprochaban romper «la unidad judía» ofendiendo la religión y organizando huelgas contra patronos judíos.

Si el programa de emancipación nacional de los judíos del Bund podía parecer contradictorio, G. Plejanov se equivocaba al discutir con ellos (¿desde su posición gran rusa?) calificándoles de «sionistas aturdidos». Por otra parte, el Bund fue mucho tiempo una componente importante del POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), mientras que otros militantes de origen judío construían este partido (y después tanto entre los bolcheviques como los mencheviques) sin poner en primer plano ninguna especificidad judía.

Afiliados del Bund velan los cuerpos de tres camaradas
muertos durante la Revolución de 1905, en Odesa (Ucrania).

Contra el callejón sin salida del sionismo

Por otro lado, los bundistas condenaron también el sionismo en su IV Congreso: «el sionismo es una reacción de la clase burguesa contra el antisemitismo y la situación injusta del pueblo judío. El sionismo político, planteando como objetivo la creación de un territorio para el pueblo judío no puede pretender resolver la cuestión judía (…) ni satisfacer al pueblo en su conjunto».

Es que el proyecto sionista era a la vez colonialista en su esencia y profundamente inadaptado a la situación de los 6 millones de judíos de Europa Central (¡los dos tercios de los judíos del mundo!). Éstos constituían cada vez más una verdadera «nacionalidad» particular, desarrollando sus instituciones culturales, su lengua, intentando incluso sobrevivir y hacerse respetar contra la hostilidad de los estados nacionalistas que se estaban construyendo, alrededor de ellos y contra ellos. No tenían nada que ver con el sionismo. Su existencia era en Europa. El corte social y cultural entre el sionismo y el bundismo estaba simbolizado por la voluntad de los sionistas de hacer del hebreo la lengua del futuro estado, es decir la lengua de la religión que nadie hablaba en la vida cotidiana, y sobre todo nadie de las clases populares. El yiddish (hablado por entre 8 y 10 millones de personas entre las dos guerras) era para ellos «sucia jerga callejera».

De otro lado, un «pueblo judío» se desarrollaba bien, de una cierta forma, en esta parte de Europa, debido a la maduración de condiciones culturales particulares, y por supuesto de la potencia de los prejuicios antisemitas y de la hostilidad creciente de la mayor parte de los estados. Había claramente una cuestión nacional judía, cada vez más viva, a la que el Bund intentaba aportar respuestas.

Una gran parte de la militancia judía del Imperio ruso —bundistas e incluso sionistas socialistas— se sumó a la Revolución de Octubre y, también, al Partido Bolchevique. En 1922, el Bund dejó de existir como partido independiente en la nueva Unión Soviética. Muchos antiguos militantes del Bund fueron víctimas de las purgas estalinistas de los años 1930, mientras que el Bund seguía siendo un partido importante en Polonia.

Pero tras la guerra, no tuvo ya más que una existencia simbólica: nazismo y estalinismo le habían, en lo esencial, aniquilado.

YANN CÉZARD
Nº 61 - enero 2015

2 comentarios:

edug dijo...

Gracias por la publicación de tan interesante artículo sobre un tema tan manipulado por la corriente antisemita mayoritaria entre la izquierda.

KRATES dijo...

Lo que quizá algunos no querrán entender es que tanto el antisemitismo como el sionismo (que en el fondo es el nacionalismo étnico judío y, a su vez, colonialista) beben de la misma fuente. Fuente que no dice que el judaísmo es más que una religión —un conjunto de seres humanos que tienen una misma fe— sino también un pueblo o raza distinta de los europeos. Una nación que fue expulsada de Palestina (antiguamente Canaán) por los romanos y, más tarde, los árabes, y que camina errante entre otros pueblos. Falso, falso, falso. No es cierto. Los judíos han sido y son tan europeos como los cristianos, es más al igual que esta otra religión (de que es es madre) se expandió y tuvo sus conversiones. El sionismo defiende la misma sandez, consideró que Palestina es su tierra ancestral y lo único que ha hecho fue volver a ella. Todo falso.