miércoles, 25 de julio de 2018

Para enterrar de verdad al asesino, hay que desenterrar a todas sus víctimas


 La CNT aplaude la iniciativa que llevará a la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos, aunque se sorprende de la extrema rapidez de los políticos de izquierdas de este país, que sólo han tardado algo más de cuarenta años en tomar una decisión que, por otra parte, es mínima. Pero ya que lo van a llevar a cabo, les hacemos una primera petición, que lo hagan en 18 de julio, para que el monstruo salga de las «vidas» de tantas víctimas que le rodean el mismo día que entró en ellas, para devastarlas.

Y, en el mismo orden de cosas, si la familia no quiere hacerse cargo de los restos, poniendo en marcha a un ejército de abogados para evitar la exhumación, lo que hará que el gesto de maquillaje del gobierno haga que el dictador nos cueste AÚN más dinero público, proponemos soluciones similares a las que se llevaron a cabo con Hess o Goering, que fueron incinerados y lanzados a las aguas -se evitaría así el vandalismo que teme la apenada familia-, pero en una versión más cercana al personaje: una cuneta en algún lugar perdido para él solo. Lo difícil será encontrar ese lugar, pues él mismo se encargó de que nos quede poco suelo sin que, bajo tierra, esperen los restos de sus víctimas.

También sugerimos que el maquillaje se complete, y que se haga un poco mejor que en la cacareada Transición. Receta general: retirar todas las subvenciones estatales a la comunidad de monjes, retirarles el control sobre un lugar que, curiosamente, es considerado patrimonio nacional pero controla la Iglesia, y sugerir a la comunidad que se busque otro lugar para residir, después de una auditoria sobre sus —nuestros— dineros y lo que han hecho con ellos y depurar responsabilidades.

Después retirar el estatus de patrimonio nacional a un lugar de sangre, terror, miseria y recuerdo de una dictadura feroz y asesina. Preferiríamos que los patrimonios nacionales fueran arte y arquitectura que pudiera enriquecernos culturalmente, y no al revés.

Y, por fin, volar los elementos más visibles del conjunto. Que no quede piedra sobre piedra de símbolos tan fascistas construidos con la sangre y el sudor de los vencidos, centro de desfachatez demagógica cuando se atreven a hablar de reconciliación. Y, entre las ruinas, intocadas, crear un lugar contra el olvido de la barbarie franquista.

No crean que hemos olvidado a los enterrados. Damos por hecho que, si tienen un poco de dignidad y memoria, llevarán a término el obligado proceso de exhumar los restos de los que, incluso después de muertos, fueron tratados como vencidos y obligados a acompañar a su verdugo.

Les deseamos suerte y acierto.


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