miércoles, 9 de julio de 2014

¿Unos Sanfermines sin encierros… ni toros?



Durante estas fiestas de San Fermín sufrirán y morirán cruelmente 48 toros bravos. ¿Muchos, pocos? Siempre serán demasiados.

La justificación a este matadero se apoya en la tradición. Toda la vida se han corrido los Sanfermines, dirán los pamplonicas. Pero no es verdad. En esta fiesta la tradición salió corriendo a partir de 1926, espoleada por la fama de una novela, Fiesta, que igualmente hizo famoso a su autor, Ernest Hemingway. Hasta entonces era una sencilla festividad local de origen ganadero. Hoy atrae a casi un millón de personas.

Lo cierto es que ni San Fermín es el patrón de Pamplona, como piensan muchos (el patrón oficial y olvidado es San Saturnino), ni su fiesta es el 7 de julio, sino el 25 de septiembre. Pero da lo mismo. También que estemos en pleno siglo XXI, una época donde los derechos de los animales forman parte de las exigencias morales de toda sociedad moderna. Salvo los toros en España.

La fiesta no debe estar unida nunca a la crueldad. En San Fermín diviértete, por supuesto, pero no corras los encierros. Si tú corres, los toros mueren. Te conviertes en un corredor de la muerte.

Un año más, pañuelos negros han pedido fiestas de San Fermín libres de sufrimiento animal. El mío, virtual pero sincero, es uno de ellos.

La Crónica Verde
8 julio 2014

2 comentarios:

Piedra dijo...

Como toda fiesta multitudinaria solo se pretende adoctrinar en la violencia, el odio y la barbarie. Se fomenta el alcoholismo, la brutalidad, la competitividad... en fin se adiestra en los valores de la sociedad moderna y se paga con dinero expoliado al pueblo, por supuesto.
Para esto nunca faltará dinero, aunque haya que habérselo quitado a la prestación de paro de miles de personas o la asistencia sanitaria de otros tantos, pero por supuesto tampoco protestará el populacho por estas nimiedades.

Salud!

KRATES dijo...

Hace poco más de cien años las ejecuciones públicas eran multitudinarias, la gente recorría varios kilómetros para ver como se aplicaba la pena capital a unos condenados. Pero, eso cambio. Las costumbres no duran eternamente, y los festejos taurinos, a la larga, tendrán que desaparecer. Todo cambia, nada permanece.