jueves, 2 de diciembre de 2010

El misterio de las piedras de la collalba negra


La collalba negra (Oenanthe leucura) es una avecilla ibérica, y también norteafricana, que suele habitar en nuestras zonas áridas y semiáridas de la mitad sur peninsular y el levante. Prefiere los terrenos pedregosos y con poca vegetación, igual que los cantiles rocosos y arenosos de las vegas de nuestros ríos. De color uniformemente negro los machos, excepto la base de las plumas laterales de sus colas que son blancas como el obispillo (la parte del tronco de donde arranca la cola, su rabadilla) configurando un dibujo en forma de T invertida en su susodicha cola; en cambio, las hembras como los inmaduros son de color pardo oscuro, pero con el mismo dibujo en sus plumas caudales. Es la mayor de las collalbas y sedentaria, y en un pasado no muy lejano también anidaba en el sudeste francés. Uno de sus rasgos más llamativos es que cerca de sus nidos, los cuales suelen hacer en el suelo, en cavidades bajas o en alguna edificación humana abandonada, suelen haber una cierta cantidad de piedras transportadas por los adultos. Como bien nos reflejaba en la guía del ICONA, de hace unos treinta años, titulada Pájaros de nuestros campos y bosques de Pedro Ceballos y Francisco J. Purroy:

«Escondida en una anfractuosidad cercana, la hembra incuba pacientemente la puesta. Si describiésemos el nido, nos quedaríamos sorprendidos por la pared de piedrecillas que tiene edificada por delante, construcción que ha exigido un trabajo extenuante al padre de la familia, sin que sea clara la finalidad del murete.»

Este curioso comportamiento ya llamó la atención de los ornitólogos desde principios del siglo XX. ¿Por qué lo hacen? Alguna ventaja obtendrán debido al alto gasto energético que les supone.

Por la década de los noventa, un equipo de la Universidad de Granada, estudió durante unos cinco años a estos pájaros en la comarca de Guadix. Y como muy bien nos cuenta Manuel Soler en su libro Adaptación del comportamiento: comprendiendo al animal humano... Durante el primer año obtuvieron estos resultados:

a) Acarrean piedras al inicio de la época de nidificación.

b) La mayor parte de las veces (el 87 por ciento) lo hacen los machos ante la vista de las hembras.

c) Aproximadamente una tercera parte se depositan junto la base del nido.

d) A veces suelen formar una especie de pequeño muro frente a la entrada de la cavidad.

e) El tamaño de las piedras es uniforme, hay nidos solamente con piedras pequeñas y otros con piedras mayores.

f) El número de piedras es variable, pudiendo llegar a ser las 1.300.

g) El acarreo de tales piedrecillas se hacen durante periodos de tiempo breves, pero intensos.



Con estos datos, y basándose en la llamada teoría de la selección natural, para comprender el porqué de esta conducta se estimaron cinco posibles motivos o hipótesis:

1. Las piedras se utilizan como soporte y refuerzo de la base del nido.

2. Las piedras tienen una función termorreguladora, ayudando a reducir la tasa de enfriamiento del nido.

3. Las piedras sirven para proteger al nido del viento y la lluvia.

4. Las piedras protegen el nido dificultando el acceso de los depredadores.

5. El transporte de piedras forma parte del repertorio de la exhibición sexual de los machos, demostrando sus condiciones físicas a las hembras.



La primera de las hipótesis tendría que estar relacionada con la naturaleza del soporte en el que se apoya el nido. Pero estas condiciones no se cumplían, algunas veces llevaban piedras a lugares donde era imposible hacer un nido, como en otras era la ausencia donde eran necesarias como soporte. Esta hipótesis «arquitectónica» quedó anulada.

Para la segunda se experimentó en nidos abandonados, se les colocó una bolsa de plástico con agua caliente y un sensor de temperatura, se contaba el tiempo que el agua pasaba de 40 ºC a 30 ºC. Posteriormente se repetía, pero sin piedras, y no había diferencias. La hipótesis termorreguladora también se desestimó.

La tercera hipótesis basada en una supuesta protección a las condiciones meteorológicas fue también rechazada, porque no se cumplía nada de lo previsto. A los nidos estudiados las adversidades climáticas no les afectaban.

El hecho de la existencia de más o menos piedras en los nidos, se observó que no impedían el ataque de los depredadores, por lo que la cuarta hipótesis también fue descartada.

El hecho del acarreo de piedras ocurre después del cortejo, por lo que dentro del proceso de la elección de pareja no interviene. Inicialmente podríamos rechazar la quinta, pero se pudo constatar que las hembras cuyos machos transportan más piedras ponen más huevos. Como ya dije anteriormente, el acarreo de piedrecillas ocurre durante las primeras fases de la nidificación, las hembras ajustaban la cantidad de huevos según fuese la cantidad de piedras transportadas por los machos.

También se observó que los nidos conservan las piedras acumuladas de años anteriores, a los cuales suelen llevar más piedras durante la reproducción. Por lo que se supuso que los machos elegían los nidos con más piedras antiguas, para comprobarlo se quiso estudiar como las hembras podrían valorarlo: según el número de piedras llevadas por los machos, o si dependía del número total de piedras acumuladas, o ambas cosas a la vez.

Se estudiaron dos grupos de nidos, a uno se les quitaba piedras y al segundo se les dejaba tal como estaban. Se suponía que a los nidos que se les retiraba piedras tuviesen menos éxito que los otros, pero los resultados fueron nulos. La cantidad de piedras amontonadas de otros años no afectaba a la reproducción.

Para demostrar que es el acarreo de piedras en sí lo más importante, se experimentaron con otros tres grupos de nidos. Al primer grupo se le fue añadiendo piedras tantas como las que el macho transportaba. Al segundo se les fue retirando la mitad de piedrecillas. Y al tercero ni se les quitaba ni se les ponía piedras, se dejaron intactos. En los nidos que se quitaban piedras, las reponían, lo que implicaba un mayor número de viajes que no afectó para nada el resultado final reproductor comparado con los otros dos. La confirmación de que el acarreo de piedras afecta en una mayor puesta de huevos y una mejor crianza de los polluelos es que las hembras son testigos directos del proceso, los machos llevan las piedras en presencia de éstas, además de que ellas mismas comprueban con su pico el tamaño y el peso de las piedras.

También se determinó que la selección natural o las contingencias de supervivencia hayan favorecido a una mayor superficie alar en los machos respecto a las hembras.

3 comentarios:

PabloGC dijo...

Collalba negra: ¿Por qué acarrea piedras durante la construcción del nido?

Por Manuel Soler

La collalba negra es una especie bastante peculiar por varios motivos, por ejemplo, por su contrastada coloración oscura (negros los machos, marrón oscuro las hembras) con el obispillo y la cola de color blanco terminando ésta en una T invertida de color negro, por su escasa densidad y por presentar una distribución muy dispersa. Sin embargo, lo más peculiar de esta especie es su comportamiento, conocido desde principios del siglo XX, de transportar piedras al nido. En esa época se pensaba que las piedras servían de soporte para el nido al igual que en otras especies del género Oenanthe, que actuarían de protección frente a depredadores y frente a las inclemencias climatológicas. Posteriormente, el ornitólogo estadounidense F. Richardson realizó un detallado estudio de la especie en una rambla de Almería y describió brevemente el comportamiento de acarreo de piedras destacando que era realizado principalmente por el macho durante la época de cortejo. Actualmente se saben más cosas sobre la conducta de acarreo de piedras: (a) Se transportan una media de 300 piedras que pesan entre 3 y 9 gramos, (b) la mayoría son transportadas por el macho (87%), siempre en presencia de la hembra que con frecuencia coge con su pico las piedras soltándolas posteriormente, (c) esta actividad dura poco tiempo pero se realiza muy rápidamente, (d) se realiza después del emparejamiento pero antes de la puesta, (e) las piedras no sólo se llevan al nido, sino también a otras cavidades, e incluso, a repisas o cavidades no aptas para construir el nido, (f) se transportan piedras en cada intento reproductor a pesar de que se mantenga la misma pareja reproductora. Por otro lado, (g) el éxito reproductivo de la collalba negra viene determinado por los siguientes factores: edad tanto del macho como de la hembra, experiencia, condición física e infección por parásitos.
La pregunta clave es: ¿por qué acarrean piedras las collalbas negras? Se han sugerido cinco hipótesis distintas para responder a esta pregunta: soporte del nido, función termorreguladora, protección frente a condiciones climatológicas adversas, protección frente a depredadores, y, display sexual. Después de un prolongado estudio de más de cinco años, los investigadores encontraron que los resultados obtenidos no cumplían las predicciones de las cuatro primeras hipótesis y, sin embargo, si apoyan la del display sexual, hipótesis que sugiere que el acarreo de piedras es una exhibición que indica la condición física de los individuos que la realizan. Es decir, la exhibición que supone el transporte de piedras actúa como un indicador honesto de calidad que permite a los individuos reproductores estimar la calidad de su pareja y ajustar su inversión parental de acuerdo con ella. Esto es lo que se conoce como selección sexual post-emparejamiento, o sea, no es un display que se utilice durante el cortejo para conseguir pareja que es la versión más conocida de la selección sexual, sino que tiene lugar ya que la pareja se ha formado, pero antes de comenzar la reproducción.

(Continúa...)

PabloGC dijo...

(Y sigue...)

La hipótesis del display sexual sugería tres predicciones que relacionan la intensidad de transporte de piedras con parámetros del éxito reproductor: (1) la fecha de puesta se adelanta conforme mayor sea el número de piedras transportado, (2) el tamaño de puesta aumentará igualmente de acuerdo con la intensidad de acarreo de piedras y, (3) la inversión parental también debe de aumentar con el número de piedras transportadas. (Curiosamente estas predicciones no se cumplían con relación al número de piedras transportadas al emplazamiento del nido, pero si con respecto a las piedras acarreadas a otras cavidades). Estos resultados apoyan la idea de que las hembras invierten más en reproducción cuando están emparejadas con machos de buena calidad que será transmitida a la descendencia (modelo de la asignación diferencial de recursos) y/o cuando sus machos muestran una mayor predisposición a invertir en la descendencia (modelo del buen padre).
Esta hipótesis del display sexual post-emparejamiento también fue confirmada por estudios experimentales. El principal de ellos se diseñó para determinar el efecto de la cantidad de piedras transportadas. En este experimento se manipuló el número de piedras acarreadas: a un grupo de parejas se les aumentaba el número de piedras, a otro grupo se le quitaban, y al tercer grupo quedaba sin manipular como grupo control. Había dos posibilidades, que las hembras se fijaran en las piedras acumuladas o directamente en las piedras transportadas por el macho en su presencia. Lo que se encontró fue que en las parejas a las que se les retiró piedras, los machos contrarrestaron la pérdida de piedras transportando más que los de los otros dos grupos y, que los principales parámetros reproductores alcanzaban valores más elevados en este grupo en el que los machos habían transportado más piedras. Concretamente, las parejas a las que se les retiró piedras comenzaron la puesta significativamente antes y criaron casi el doble de pollos a lo largo de la estación reproductora que las parejas de los otros dos grupos. Estos resultados apoyan la idea de que las hembras de collalba ajustan su inversión parental según el número de piedras que el macho transporta en su presencia. En resumen, el transporte de piedras por parte de los machos es un display sexual post-emparejamiento que es utilizado por la hembra para ajustar su inversión reproductora.

Consejeria de Medio Ambiente - Junta de Andalucía

Anónimo dijo...

desconozco bastante a esta especie, no tenía ni idea de este comportamiento tan curioso que presenta. Vaya investigación eh